En el artículo anterior hablamos de lo esencial que resulta la Semana Santa para la economía de Sevilla. Hoy vamos a tratar otros aspectos que a veces las propias hermandades menosprecian sin darse cuenta lo que tienen en sus manos.
Sin duda estamos ante el hito histórico más importante de la ciudad, normalmente los vecinos más antiguos de los barrios son sus titulares, y las corporaciones que más años llevan viviendo entre los sevillanos son sus hermandades. Además estas han sido reflejo de la época histórica que han vivido y han sabido sobrevivir a todo tipo de percances. Nadie nunca ha podido matar a la Semana Santa aunque si han herido de muerte a muchas hermandades que por desgracia perdimos ¿para siempre?
Desde el siglo XVI las hermandades siempre han marcado la historia de esta ciudad. Han tenido mucha influencia sobre los ciudadanos y poder sobre los dirigentes u otras instituciones. La Semana Santa que nos ha llegado guarda recuerdos de todo su pasado, por ejemplo vemos al siglo XV cuando pasa delante de nosotros la cofradía de El Silencio, o el XIX lo vemos en los palcos burgueses de la Plaza de San Francisco, el Siglo XX y las tendencias artísticas y estilísticas que Rodríguez Ojeda introdujo...
Y en la parte del arte que decir de las obras que podemos ver: Ruiz Gijón, Juan de Mesa, Castillo Lastrucci, Pedro Roldán, Francisco Buiza, Sebastian Santos, Martínez Montañés, Ortega Bru....Grandes hombres que con su trabajo hicieron a esta ciudad única. Para reflexionar es que la mayoría de ellos si tienen calle en Sevilla (algunos ni la tienen) es una pequeña calle o está alejada del centro...sin embargo una de las plazas centrales lleva el nombre de alguien que bombardeó la ciudad. ¿No merecerían más reconocimiento estos verdaderos valedores de la "Marca Sevilla"?
Otra cosa extraña, y muy propia de Sevilla, es que nos perdemos en innovaciones que no llevan a ningún tipo y que en el mejor de los casos no son más que un parche a un problema mayor. Desde aquí no voy a entrar a valorar si es mejor o peor la construcción de "Las Setas" o de la Torre Pelli. Lo que si es indignante es que se hagan estas obras megalómanas y no seamos capaces de hacer un museo cofrade que potencie la imagen de nuestras hermandades. Sin pensar mucho, se me vienen dos edificios abandonados y que sería perfectos por dimensiones y situación: Antigua Biblioteca pública de la calle Alfonso XII y edificio de La Gavidia.
Unimos esta parte al anterior artículo de la economía (ya que todo está interrelacionado) y pensemos que en Sevilla tenemos un Museo de Arte Contemporaneo, que no veo mal que esté porque nunca está de más la oferta cultural de una ciudad pero sí alguien de Pennsylvania quiere ir a ver arte moderno seguramente vaya a Nueva York, París o Londrés... ni se le ocurra venir a Sevilla para eso. Ahora bien, si lo que quiere es ver un museo de imaginería cofrade, no debería tener mejor sitio que aquí en Sevilla. Igual que si lo que quiere es ver rascacielos se irá a Nueva York y se reirá de la "chabola" que Pelli ha puesto en Chapina. Para bien o para mal lo que nos hace más diferente al resto de la humanidad es esto, y en ese saber explotar esas diferencias es donde radica las potencialidades y fortalezas de una ciudad.
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