María se dirigía como cada tarde a verla. Sabía que ella estaría ahí para escucharla, para ayudarla y comprenderla. A sus 83 años, para María, sus preocupaciones venían de la situación laboral de sus hijos, de los problemas escolares de sus nietos y de los peligros que a estos acechaban en la calle y el que "no cayeran" en la droga como tantos otros en ese barrio.
María estaba muy orgullosa que el más pequeño de su nietos hubiera entrado en la escuela de música que llevaba el nombre de esa virgen que ahora tenía enfrente y a la que le hablaba todas las tardes, ya sabemos que en Sevilla no se reza a las imágenes devocionales sino que se les habla como si de nuestro padre, madre, hijo/a, hermano/a se tratara. María apretaba fuerte el rosario que sostenía en las manos cuando le hablaba, a su madre, para pedirle un trabajo para su hijo, el cual llevaba ya dos años en paro y pendía sobre él un posible desahucio de su vivienda, María sabía que ella, su madre, le ayudaría para resolver ese problema.
Esbozaba una sonrisa cuando recordaba como pasó el día de la procesión tan cerca su techo de palio de su balcón, y le dijo a su nieto de 5 años: "Acaricia el palio para que ella te proteja" y como ella misma lo acariciaba y le hablaba a su manera diciéndole: "Acuérdate lo que te he pedido, madre mía". María y la Virgen se volvían a mirar frente a frente y ambas se comprendían como se comprenden las madres afligidas por el sufrimiento de sus hijos. María volvía a apretar el rosario.
Recordaba también como el día que habían organizado la recolecta por el barrio ella aportó lo que pudo de alimentos y dinero y como ese día estaban muy contentos en el barrio porque el evento había sido un éxito y algunos feligreses podrían comer gracias a ello. O el día que estuvieron con los de la Asociación del cáncer y luego la cuadrilla de costaleros visitó a los niños de la planta oncológica repartiendo estampitas de la virgen y dando todas las fuerzas y ánimo que podían.
A estas alturas, el gen cofrade del lector habrá salido a relucir y se estará preguntando ¿De que Virgen está hablando? ¿De la Macarena? ¿De Triana? ¿Quizás sea de la Estrella? Por lo que dice me cuadra que podría ser La Hiniesta. Yo les respondo a todos que no, que no es ninguna de esas y que está algo más alejado del centro. "¡Ah! ya lo tengo: ¡El Cerro! está claro que es el Cerro ¿Cual hay más alejada del centro si no?" Pues no, tampoco María le reza a la virgen del Cerro (al menos todos los días). María a quien le reza todos los días es a la Virgen que hay en un local debajo de su casa, esa que pertenece a una Asociación que es la que realiza la labor social en el barrio, esa Virgen a la que ella trata como si su madre fuera, ese grupo de personas empeñadas en acercar la devoción a quienes más lejos la tienen.
María nunca ha escuchado la expresión "jugar a los pasitos", María no entiende de asociaciones parroquiales, hermandades o grupo de fieles, María no concibe su vida sin echar todos los días ese ratito de "cháchara", a María le da igual que esa Virgen no vaya a entrar nunca en la Catedral... A ella sólo le preocupa que le escuche y ayude en todo lo que le pida.
Y ahora te digo a ti, neorancio de mis entrañas, si no habías notado la diferencia entre lo que se narraba y lo que tú imaginabas (Virgen de una hermandad penitencial) ¿por qué después inventas tantas diferencias entre Asociaciones y Hermandades?
Coincido plenamente contigo. Me encantan las asociaciones cofrades de Sevilla, que tanto bien hacen para sus barrios y tan mal vistas están para algunos que parecen sentirse amenazados por su existencia. Una pena que haya tantos párrocos que no las acepten en las parroquias donde, con un mayor apoyo eclesiástico, puedan desarrollarse y dar de sí todo lo bueno que puedan.
ResponderEliminar