domingo, 23 de febrero de 2020

Tres besapiés y una besamanos del tercer fin de semana de febrero (22 - 23 de febrero de 2020)









Sevilla no le importa a nadie

Vivimos en una ciudad donde la polémica es el día a día de los ciudadanos. Todo es blanco o negro. No existen las paletas de colores. O lo ves como yo lo veo o estás equivocado. No hay más. Si argumentas una idea que me viene mal, eres un sinvergüenza. Si dices una barbaridad, pero me viene personalmente bien, eres un fenómeno. Así día a día. Año a año. Siglo a siglo. No hay manera de salir de la superficialidad y de mirar a Sevilla. Casi la totalidad de los ciudadanos sólo mira sus egos, sus traumas y sus gustos. A la ciudad sólo la usan. La profanan. Todos los debates se quedan en la epidermis, en ninguno se profundiza. 

Esta semana ha sido noticia el puesto de incienso de la calle Córdoba. Ahí se ha visto todo lo que comento en el primer párrafo. Por un lado el Ayuntamiento y su pésima gestión del asunto. Desde hace años (quizás décadas) Sevilla no ha tenido un alcalde con un modelo de ciudad. Todos rehuyen de algo tan básico como es consolidare una identidad propia. Este término es de vital importancia en el urbanismo moderno. Aquí sólo se busca hacer una ciudad clónica. Los mismos centros comerciales, las mismas circunvalaciones, las mismas tiendas, los mismo apartamentos turísticos... La venta de incienso es un claro ejemplo de como crear identidad en una ciudad. Es un negocio con particularidad en esta zona del sur de Europa, es tradicional y está vinculado a una de las fiestas históricas de la ciudad. La polémica fue avivada por el diario ABC, pero lo fue no porque ellos defiendan a Sevilla, sino porque venía bien para su línea editorial. Jamás hicieron algo parecido cuando el anterior alcalde eliminaba elementos de identidad de la ciudad. Sevilla les da igual, van a lo suyo. Como todos.

A esa línea se sumó el líder de la oposición, al que tampoco le importa Sevilla. Sólo busca la foto y el populismo para ver si así puede remontar su mediocre carrera política. Fue allí, se hizo una instantánea y puso un tuit donde lo de menos era la ciudad. Tan es así que, rozando la más barriobajera de las técnicas políticas, incluyó el término "huérfanos" en su tuit. Al ser mayores de edad los actuales dueños del negocio este término no es idóneo, pero es que además en este caso poco aportaba, sino es, como digo, hacer de la política el populismo más precario. Muchos sevillanos se indignaron con la noticia, otros se alegraban. Ninguno razonaba su postura más allá del gusto personal.

El puesto de incienso de Córdoba es un elemento que crea identidad. Y por eso defiendo que debe permanecer, como parece que al final pasará. Pero es verdad que en esta ciudad la línea entre la reivindicación justa y la charlotada es demasiado fina. Aquí se han dado pregones y se han traído a agrupaciones musicales por el cierre de una calentería. Eso rompe la baraja. A partir de ahí ya no hay debate productivo ni argumento sólido, sólo queda algo histriónico. Esta semana también hemos visto mucho drama y mucha sobreactuación, que lo que ha hecho es desvirtuar, una vez más, la que podía haber sido una buena oportunidad para pedir una Sevilla con identidades propias. Repito, cada uno va a lo suyo, la ciudad es dejada siempre de lado, aunque esté en la boca y plumas de muchos que dicen defenderla. Sólo quieren "su" Sevilla. Cuando hay algo que no les gusta, la atacan. 

Y no me refiero sólo a temas cofrades, podemos poner cientos de ejemplos. Sin ir más lejos, hoy precisamente es noticia la Maratón de Sevilla, otro elemento que también sirve para crear identidad. Criticada o alabada según gustos personales, como siempre. Ninguno de los que critican el puesto de incienso o la maratón piensan en el valor añadido que aportan a la ciudad. Sólo se critica porque a mí me molesta o no me gusta. El "yo" siempre por encima del todo. Esta ciudad crecerá cuando el hispalense admita que Sevilla no se tiene que adaptar al cien por cien a sus gustos personales. Que aquí vivimos más de un millón y medio de personas (contando área metropolitana) y que la ciudad debe ser de todos. La identidad debe ser plural, como lo es su sociedad, afortunadamente. No debemos anclarnos en el pasado, pero sí tenerlo en cuenta para mirar al futuro. A la vez, debemos ser capaces de crear identidades propias de este siglo que perduren en el tiempo. Sólo cuando entendamos esto, podremos decir que habremos madurado. Mientras tanto, seremos una sociedad infantil, egoísta, caprichosa y modelada por la moda del momento.







domingo, 16 de febrero de 2020

Besamanos y Besapiés de tercer fin de semana de febrero (14 - 16 de febrero de 2020)













La música es la poesía del aire

La frase que da título a este artículo de opinión pertenece al ingenioso escritor alemán Jean Paul Richter, figura clave de la literatura europea de finales del XVIII y principios del XIX, cuya lectura es siempre aconsejable. Dentro del mundo cofrade, es aplicable tanto para un concierto, un pregón o una procesión. Los hermanos de la Quinta Angustia decidieron el pasado jueves que al acompañamiento musical habitual de capilla musical y voces se le unirá una banda de música, concretamente la de Nuestra Señora del Carmen de Villalba del Alcor. Banda que acompaña a la Virgen de la Cabeza de las Siete Palabras desde 2017. La corporación de la Magdalena no llevaba este tipo de acompañamiento desde hacía más de 100 años. Es decir, será algo inédito para todos los que allí estemos.

La noticia ha traído cierto revuelo en algunos ambientes casposos sevillanos. Cómo no. Los guardianes de la esencia, que se encasillan en sus clichés maniqueos, donde parece hasta irreverente acompañar a una imagen con música sacra (en este caso la banda de música no es otra cosa), se han manifestado molestos con la decisión. Recordemos que en la Hermandad de la Soledad de San Lorenzo ganó el "No" en una votación similar. Dentro de ese ranciedad terminal en la que algunos quieren vivir, les parece más místico y religioso si los pasos van sin banda que si van con ella. Nada más lejos de la realidad. Y no habló de los lógicos gustos personales que cada uno pueda tener en éste o en otros temas. Ellos van más allá. Como siempre.  

Las bandas de música, al igual que las de cornetas y las agrupaciones musicales, son un complemento más de la imagen. Quien lo vea como banalización o algo "antireligioso", para empezar, debería leer el que dicen es su libro de cabecera: la Biblia. Ahí encontrará múltiples referencias a la música y el papel fundamental que ésta juega en los asuntos celestiales. Ya lo dijo Igor Stravinsky al escuchar la marcha "Soleá, dame la mano" detrás del paso de la Virgen del Refugio: “Estoy escuchando lo que veo y estoy viendo lo que escucho”. 

El próximo Jueves Santo, mientras una inmensa mayoría de cofrades estaremos con el babero - si me permiten la expresión - viendo a ese sobrecogedor misterio a los sones de maestros como Font de Anta o Francisco Grau, entenderemos a Stravinsky. Al mismo tiempo, el rancio terminal estará a disgusto y no disfrutará del momento. Ellos pensarán que eso de la banda de música, como tantas otras cosas que hay en la Semana Santa, empobrece la celebración. La vida es un Semana, dijo alguien en un atril, pero algunos se pasan esa semana enfadados con todo y con todos. Qué pena. 

domingo, 9 de febrero de 2020

Ni suciedad ni túnicas lisas, por favor

El viernes por la noche me llegaba vía Whatsapp una de esos pantallazos a los que hay que responder de manera inmediata con el emoji de la mano en la cara. Un cofrade expresaba en sus redes sociales que a la Virgen de la Amargura "le sentaba la suciedad como anillo al dedo". Rechina verlo escrito tan a las claras, pero en el fondo significa lo mismo que cuando se usa el eufemismo "mi moreno" o "mi morena" en imágenes que el autor concibió con tonalidad blanquecina, y lo que hoy vemos es suciedad. 

Como cualquier aspecto de la Semana Santa, el debate lo podemos llevar desde lo general hasta lo más particular y profundo. El tema de las restauraciones o el de las iconografías están dentro de ese campo amplio que es el Arte, tan vinculado a la Semana Santa. Tanto que - por razones obvias - es uno de los grandes pilares de la misma. Al igual que la restauración de María Santísima de la Amargura, estos días está siendo noticia la Hermandad del Gran Poder. Hace unos días conocimos el cartel que Carmen Laffon ha pintado para anunciar el IV centenario de la hechura del Señor del Gran Poder. Personalmente me dejó muy frío. Esperaba mucho más de una las mejores pintoras que ha dado esta ciudad, en mi opinión. Pero el problema, más allá del gusto personal, es lo que viene detrás. La hermandad, obviando su importante labor tanto artística como religiosa, lleva una semana lanzando un mensaje vacío de contenido y con loas a la incorrecta iconografía de la túnica lisa. La artista puede representar al Señor como su libertad creativa le dé a entender, pero la hermandad no puede aprovechar eso para lanzar mensajes que son erróneos y confunden a sus seguidores.

Puedo entender que a alguien le guste más ver al Señor del Gran Poder o al de los Gitanos con la túnica lisa. Al igual que puedo hacer el esfuerzo de entender al cofrade que le gusta más una imagen con la tez "morena", aunque en realidad sea suciedad. Eso es parte del mundo de los gustos, tan amplio como personas hay en la Tierra, pero lo que no concibo es que las corporaciones no sólo eludan su labor divulgativa y formativa, sino que hasta la hagan en sentido contrario al correcto. Considero errores gravísimos cuando hermanos mayores dicen que no quieren restaurar a sus titulares "para que no pierdan el moreno" o cuando las cuentas oficiales de Twitter dicen que la iconografía correcta es la túnica sin bordados. 




domingo, 2 de febrero de 2020

Un plan perfecto


Hace algunos años Estado Unidos sufrió una serie de incendios forestales devastadores. El presidente de entonces, George W. Bush, propuso talar los árboles y eliminar masa forestal para disminuir el impacto de los siniestros. Sin duda, fue motivo de chanza debido a que la idea era de un infantilismo extremo, pero el problema es que provenía de una de las personas más poderosas del mundo. He ahí lo gracioso, pero a la vez peligroso. 

Siguiendo este símil - con las lógicas diferencias de escala y temática - vemos como el institucionalismo cofrade lleva años haciendo propuestas infantiles para solucionar problemas graves. Así nos va. Desde los años 60 del pasado siglo - quizás incluso antes - las hermandades pretenden solucionar los temibles cruces alargando el recorrido. Este hecho es tan irrisorio y peligroso como talar árboles para evitar incendios. Conlleva que los problemas se multipliquen en vez de simplificarlos. Cada vez hay más cruces y cada vez las vueltas son más antinaturales y largas. Esta semana hemos tenido el último capítulo, la Hermandad de Los Panaderos ha decidido ampliar su recorrido de ida. Una corporación que está a 200 metros del palquillo y recorría hace una década algo más de 300 metros para llegar, ahora va a realizar alrededor de un kilómetro. 

El trayecto de ida incluye un cruce con las Siete Palabras y que Cristo de Burgos tenga un parón yendo camino de la carrera oficial. Si miramos los cronogramas detalladamente, vemos que el palio de Los Panaderos en 2020 saldría a las 20.35 aproximadamente, mientras que lo normal estos últimos años era ver la cruz de guía de Cristo de Burgos a las 20.25 en la puerta de la capilla. ¿Existe la posibilidad de retrasar la salida de la corporación de San Pedro? No lo parece, porque ni cinco minutos después de salir ellos, la Hermandad del Carmen ya llega a la zona. Además, hay que recordar que se encontrarán con los de San Andrés no en la calle Orfila, sino antes, en la calle Laraña, a la altura de la calle Arguijo. Por lo tanto, si lo analizamos técnicamente, es de esperar que, con unas condiciones normales, el Cristo de Burgos esté parado 15 o 20 minutos entre Laraña y la puerta de su iglesia, incluso con dificultades para sacar el palio de Madre de Dios de la Palma. Y esperemos que no haya ningún percance, como la caída del olivo de 2018.

¿Por qué hace esto la junta de oficiales de los Panaderos? En el fondo por una causa justa. Su organización es quizás la más difícil de toda la semana. Una capilla pequeña, con los nazarenos saliendo de un edificio que está a unos cuantos metros de la sede y minutos antes pasa por su puerta otra hermandad. El egoísmo del resto hermandades y del Consejo lleva permitiendo esto durante años. Pero no creamos que es un hecho puntual, el Miércoles Santo todo el mundo sabe que es un jornada que siempre deja retrasos y problemas, respuesta evidente a su nefasta organización. Ahora le añadimos otro parche más, que más que mejorar la situación, la empeora. De primeras puede que culpemos a Los Panaderos, pero realmente quien no mire al Consejo y a su delegado de día, Eduardo Carrera, estará errando. Son conscientes de que hay varios problemas graves y siete meses antes de la Semana Santa decidieron que era más práctico comer croquetas que trabajar. Cruzarse de brazos y sonreír cuando se acercaban los fotógrafos de la prensa aduladora. Que todo siga igual. Ese fue su plan de trabajo. Ahora que asuman las consecuencias de tan lamentable desidia y negligencia. No miren exclusivamente a una junta que sólo está velando por sus intereses, de manera egoísta, eso sí, pero como hacen todas, eso también. Sólo hubo un caso en la historia reciente donde una jornada tuvo unanimidad y dejaron los egoísmos a un lado. Se llamó Martes Santo de 2018 y el Consejo de Francisco Vélez les dejó claro que el camino de la concordia y la unanimidad no era el correcto. Que lo idóneo era Los Estudiantes por la Magdalena, La Bofetá por el Postigo, Santa Cruz por el Arenal, Gran Poder por el Baratillo, Esperanza de Triana por Zaragoza... Ahora que no se lleven las manos a la cabeza. Simplemente le están copiando lo que ellos llaman "plan perfecto".