domingo, 31 de mayo de 2020

Pilato en el Patio de la Montería

El pasado martes se celebró la reunión de hermanos mayores que decidía qué hacer con el dinero de los abonados de la carrera oficial. La decisión final ha sido devolver el dinero a quien lo solicite. Quien decida no pedir la devolución podrá declararlo como donación, con la lógica deducción fiscal, y además el año que viene tendrá un 25 % de descuento en el abono. En realidad, el abonado que opte por esta opción recuperaría gran parte del dinero y no pondría en peligro ni al Consejo ni el tejido socioeconómico del mundo cofrade y por ende de Sevilla.

Si la gran mayoría de abonados pide esa devolución, el Consejo tendrá que pedir un crédito bancario. Un crédito que a día de hoy no saben cómo podrían liquidarlo, porque nadie garantiza que el año que viene pueda haber Semana Santa y lo que parece seguro, es que al igual que las medidas de seguridad llegaron para quedarse después de lo ocurrido en 2000 y 2017, ahora se van a implantar - para siempre - otras medidas de seguridad vinculadas a la seguridad sanitaria. La carrera oficial, como la conocimos hasta 2019, es evidente que ha muerto en todos los escenarios que el futuro nos puede plantear. ¿De dónde va a sacar el dinero el Consejo el dinero para pagar el crédito y los intereses, si su fuente de financiación se va a ver mermada o incluso cortada de raíz?

La situación, si no fuera por el peligro real que conlleva para el futuro del mundo cofrade, sería cómica. Una junta superior que pide una valoración jurídica a un importante bufete de abogados de la ciudad. Imagino que informe pagado, como es lógico. Este bufete le da la razón y argumentos legales para no devolver el dinero. Sin embargo, el presidente decide echarse en brazos del que dos días antes le llamaba "rata". Así, literalmente, sin un poco de poesía, moral o ética periodística. Lo hace con la complacencia de los hermanos mayores, algunos de los cuales estoy convencido veían la locura de esa decisión, pero prefirieron callar y esconderse en la masa de la aclamación que levantarse y defender lo que pensaban. Para terminar la tragicomedia, anunciaba el presidente, Francisco Velez, que iba a realizar una reforma de los estatutos para que esto no volviera a ocurrir. Pero ¿de qué reforma está hablando?, si ya hay un artículo más que explícito:

"Artículo 7. La suspensión de alguna o de todas las estaciones de penitencia por causa meteorológica o por cualquier otro motivo, no dará derecho a devolución alguna de dicha aportación"

Sólo es una artimaña más para dejar pasar el tiempo sin hacer nada. Como en el Martes Santo, la Madrugá, Domingo de Ramos, Miércoles Santo, la transparencia económica del Consejo... siempre es la misma historia, en mayo decir que lo van a trabajar y en noviembre o diciembre decir que ya no se puede hacer nada. El problema en esta ocasión es que el impago de un crédito no entiende de esas patrañas. 

Todo el mundo, desde el último de los cofrades hasta el alcalde de la ciudad, parece que sólo mira por sus intereses personales. Nadie analiza en global la Semana Santa y la manera de fortalecerla. Ante nuestros ojos se puede caer todo, pero parece dar igual. El "yo" siempre por delante del "nosotros". No hay nada más sevillano que decir que defiendes la ciudad, pero en realidad defender tus egos, fobias y filias. El problema es que no se dan cuenta que sin el "nosotros" no hay el "yo". Al abonado sólo le importa su dinero y que sea ya, el hermano mayor su dinero ahora, la junta superior marear la perdiz estos dos años y dejar el pufo al que venga detrás, si es que detrás viene alguien o queda algo en pie del Consejo. El alcalde y su concejal de Fiestas Mayores callados, no vaya a ser que pierdan algún voto. A nadie le importa la verdadera base de la fiesta. Si ésta cae, luego todos sobreactuarán con las lágrimas de cocodrilo, eso sí se nos da muy bien por aquí.

Las hermandades van a tener que seguir pagando locales, luz, agua, mantenimiento de templos, obras sociales (ahora más que nunca)... se olvidarán de los artesanos por un tiempo ¿De qué van a comer estos? Tampoco habrá para bandas, que están destinadas a desaparecer en un buen número. ¿A quién le importa esto? Ni para negocios típicos de aquí como la cerería. O los floristas, tiendas cofrades, costureros/as... El martes pasado Pilato fue al Palacio de Montería. En vez de llevar una palangana, llevaba un televisor y un decisión ya tomada. No había alternativas posibles. Se lavó las manos delante del sanedrín de hermanos mayores. Ninguno de ellos intentó jugar el papel sensato de Claudia Prócula. No digo que pudiera frenar tanto desastre, pero al menos alguien que lo intentase. Todos salieron contentos y aplaudiéndose así mismos. Luego vendrán los tiempos duros, las decisiones trágicas y los llantos por lo perdido. Ya habrá tiempo de echar la culpa a alguien. Siempre a un tercero, nunca mirarnos a nosotros mismos y ver la repercusión que tienen nuestros actos, claro.

miércoles, 20 de mayo de 2020

La Sevilla del futuro (II): la crisis económica

En el primer artículo esbozaba lo que en mi opinión son las tres crisis que ahora mismo están presente en la ciudad de Sevilla (y en el mundo). Hay una noticia buena y una mala. La mala es que si no le sabemos dar respuesta a las tres, nos hundiremos como sociedad. La buena noticia es que hay soluciones posibles. Nadie dice que sean acciones fáciles de ejecutar, pero sí hay un amplio consenso que son acciones viables, que al fin y al cabo es lo que hay que tener en cuenta. Nadie se debería presentar a alcalde o acceder a un cargo público para hacer sólo cosas fáciles, sino para hacer lo mejor.

En el artículo de hoy nos vamos a centrar en la crisis económica. Hace tiempo que algunos venimos advirtiendo de la peligrosa deriva que Sevilla estaba tomando. La turisficación era ya uno de los problemas más severos que tenía la ciudad. Entre otras cosas, porque en la última década se ha optado por un turismo totalmente descontrolado. Únicamente se han fomentado el aeropuerto como lugar receptor de vuelos de bajo coste, convertir las casas tradicionales del centro en edificios turísticos sin personalidad y la proliferación de numerosos establecimientos hoteleros. Ese tipo de turismo es de poco valor y además depende de la moda del momento. Ese era el peligro. Ahora la moda ha pasado de golpe y porrazo.

¿Quiere decir que Sevilla debe renunciar a ese sector o que cualquier tipo de turismo es malo? Obviamente no. Existen infinidad de tipos de turismo y Sevilla tiene potencial para compaginar varios de ellos. Eso sí, de una forma planificada, donde el turismo sea la herramienta para llegar a los objetivos y no sea el simple objetivo. No se comprende que aquí no haya una tasa turística, por ejemplo, y en el nuevo modelo debería de ser una de las cosas a implantar desde ya. Está más que demostrado que no rebaja el número de pernoctaciones en la ciudad y ya son multitud de ciudades las que disponen de dicha tasa. Ciudades, muchas de ellas, que compiten con Sevilla por un mismo tipo de cliente: Florencia, Milán, Lyon, Barcelona, Hamburgo (en su caso es una tasa porcentual)... Estas tasas oscilan desde los 0,60 céntimos de euro en Niza y los siete euros en Roma. ¿Qué consigue esta tasa? Pues muy fácil, que sea el turista quien, con un coste muy moderado para sus arcas, sea el que pague el propio impacto negativo que su estancia genera. Hasta ahora Sevilla no tiene esta tasa y por tanto somos los ciudadanos quienes pagamos los daños ocasionados por el turismo. En el artículo que veamos sobre cómo afrontar la crisis medioambientalmente, veremos que esta tasa también juega un papel importante.

La ciudad tiene que apostar por la cultura en todas sus facetas. Desde ahí, haciendo una política eficaz y comprometida, se puede frenar la brecha social tan grande que existe. Entre los quince barrios más pobres de España, seis son de Sevilla. Salir de la marginalidad a través de una red cultural estable que genere empleo sería la forma más directa de progresar y de matar dos pájaros de un tiro. Lo que no creo que tenga dudas nadie es que si hasta aquí hemos llegado con seis de los barrios más pobres de todo el país, algo se estaba haciendo muy mal. Tenemos que ser los que generemos nuestros propios recursos culturales, no conformarnos con una gala aislada de los Goya o algún evento internacional pasajero. 

Sevilla y su área metropolitana representan la cuarta zona con más población de todo el país, sin embargo, en PIB está muy lejos de las tres primeras. Incluso Zaragoza, con menos población, tiene más renta per capita. Es verdad que el sistema universitario es un mal a nivel nacional y Sevilla, por sí sola, no tiene capacidad para solucionarlo, pero el Ayuntamiento sí tiene la capacidad de potenciar las dos dos universidades de la ciudad. Ninguna zona del mundo progresa adecuadamente sin tener una universidad fuerte. En este sentido, como veremos en el artículo correspondiente a cómo afrontar la crisis desde el punto de vista sanitario, parece muy adecuado potenciarlo desde la investigación en cuestiones sanitarias, que se vislumbran van a ser claves a partir de ahora. 

En resumen, una reforma del modelo de turismo, cultura e investigación podrían ser los tres grandes pilares que deberían sustentar la Sevilla del siglo XXI, en cuanto a economía se refiere. Todo ello apoyado (que no sustentado) con una industria artesanal propia que ya tiene, y que está especialmente vinculada a la Semana Santa. El valor añadido de las cosas muchas viene dado por la singularidad. Sevilla tiene aquí trabajos perdidos en otros lugares, que ahora, bien gestionados, pueden ser un gran apoyo a los tres pilares comentado antes. Igual que el impulso de otras actividades que ya se vienen desarrollando, como son la Feria, el Festival de Cine Europeo o Bienal de Flamenco.


Foto: Diario de Sevilla

domingo, 17 de mayo de 2020

La nueva Semana Santa

En un artículo anterior hablaba de la dependencia que el mundo cofrade hispalense tiene del dinero que recibe por los abonos de la carrera oficial. Eso es una realidad a día de hoy, aunque algunos quieran ponerse vendas en los ojos. Otra cosa es debatir si ese modelo es el adecuado, que como se está viendo, no lo es. Al primer contratiempo, todo se desmorona. El sistema ha caducado de golpe. Si no parece resistir un año sin cofradías, ¿cómo resistiría dos, entonces? El mundo va a cambiar mucho en casi todos los aspectos. Esta vez al institucionalismo cofrade no le va a servir esconderse detrás de la ración de croquetas y el tanque de salmuera para esperar que la tormenta pase. O ataja desde ya la situación o el tsunami nos llevará a todos por delante, incluidos ellos.

Por ejemplo, no parece que el diseño de la carrera oficial sea el propicio para el mundo que nos espera a partir de 2021. Hay que reinventarse, dejar a un lado ese dependencia económica de las sillas y buscar fórmulas más sostenibles en el tiempo. No encerrarse en la frase vacía de "es que esto siempre ha sido así". Con las simplezas seguro que nos caemos por el precipicio. La historia de la Semana Santa es puro dinamismo. El inmovilismo, como en cualquier tradición, es lo que termina con ella. Los eventos que no se supieron adaptar a los tiempos, son los que desaparecieron.

Llegados a este punto, el próximo 26 de mayo tendremos un desfile de trajes de chaqueta y varas doradas en el patio de la Montería del Alcázar. Ahí se reunirán una de las cuatro patas que tienen que mantener la Semana Santa viva. Si somos sinceros, no confío en la capacidad de algunos para saber adaptarse a la nueva realidad. Si ellos defendían que ir de la catedral a Campana era un drama, porque lo suyo es ir de Campana a catedral, incluso poniendo un problema donde ya había una solución; si ellos para solucionar los conflictos, mandaban a Los Panaderos a la Plaza del Museo u obligan al fiscal de cruz de guía de la Esperanza de Triana a estar en Campana, cuando ni El Calvario ha empezado a transitar por la zona, ¿cómo van a ser capaces de liderar un cambio tan profundo? Tropiezan continuamente en el llano, ahora que el terreno se ha puesto muy escarpado no parece que sean los expedicionarios adecuados para esta ruta. 

Estoy convencido que ni los actuales responsables del Consejo ni del Ayuntamiento tiene cualidades para saber gestionar esta situación de manera idónea. Puedo estar errado, obviamente, pero la primera prueba la veremos muy pronto. Si el próximo 26 de mayo deciden claudicar a las presiones mediáticas, estarán dando una patada a la base de la fiesta y ésta saltará por los aires. A partir de ahí tendríamos que hablar de reconstrucción y no de restauración o renovación. Ese día hay que salvar la Semana Santa y su tejido socioeconómico de la única manera que hoy en día es posible (quedándose el 100% del dinero las hermandades), pero a partir de ese mismo momento, habría que empezar a diseñar la Semana Santa del siglo XXI, de una vez por todas.  

miércoles, 6 de mayo de 2020

La Sevilla del futuro (I)

Hace seis meses se hablaba que la crisis que nos afectaba era la climática. Más que fundamentada en datos y evidencias, es obvio que es el problema más preocupante que tiene la sociedad en su conjunto en esta época. No podemos seguir, de ninguna manera, con el mismo modelo y sistema que nos estaba llevando a tiranos por el desfiladero. Hoy, aunque nadie habla de ello, porque sólo hay un monotema, la crisis climática sigue latente. Ahora se le han unido otras dos crisis que hace seis  meses no estaban tan presentes: sanitaria y económica. ¿Cómo afecta esto a Sevilla?

Sin duda, el modelo de Sevilla tiene que cambiar ya. Casi por imperativo legal. Aunque algunos lo veníamos reclamando desde hace mucho tiempo, la ciudad tiene que transformase en un territorio más saludable, más seguro sanitariamente y que genere otro tiempo de riqueza. No deberíamos ver nunca más reurbanizar una plaza como la de Esperanza Macarena y convertirla en un páramo de cemento sin sombra. No deberíamos volver a ver una peatonalización aislada, sin conectar, como va a pasar en muy pocos días en la calle Mateos Gago. Debería haber pasado a mejor vida que la actividad económica de Sevilla se base exclusivamente en regularizar cada día decenas de apartamentos turísticos y hoteles. Se acabó. Eso a partir de ahora no va a servir. 

Todos los analistas están indicando que el mundo va a cambiar. Parece además algo razonable, cuando vemos que el sistema anterior ha desembocado en tres fuertes crisis a la vez (climática, sanitaria y económica), que además entre ellas tienen nexos. Si el mundo va a cambiar, Sevilla tiene que hacerlo, indudablemente. Sería un suicidio pretender seguir, igual cuando nada va a ser lo mismo. Es como estar jugando una partida de parchís, que de repente ten cambien el tablero por uno de ajedrez, y pretender seguir jugando con las piezas del parchís en el tablero de ajedrez. 

Llegados a este punto, llega la pregunta clave ¿cómo adaptarnos a los nuevos tiempos desde un punto de vista geográfico y urbanístico? La cuestión no tiene una sola respuesta y vías para llegar a buen puerto hay varias. Sí deberían señalarse unos hitos innegociables, que fueran los que marcaran el camino a seguir. En próximos artículos veremos cómo puede ser el modelo para confrontar las amenazas climáticas, sanitarias y económicas.


Foto: Diario de Sevilla

domingo, 3 de mayo de 2020

Legalidad y moralidad

Desde que se supo que no íbamos a tener Semana Santa 2020, una problemática ha protagonizado los grandes debates e informaciones del mundo cofrade. ¿Qué hacer con el dinero de los abonados de la carrera oficial? El asunto no es baladí y llevado por la senda que parece haber cogido parte de la prensa, puede acarrear el fin de algunas hermandades. En plural y en un número mayor del que algunos imaginan. Más allá de eso, también supone la puntilla para la industria cofrade. 

La cuestión la podemos llevar por dos lados: el legal o el moral. En asuntos legales sabemos que siempre hay resquicios para intentar defender una causa y la contraria. En este caso parece que no hay mucha interpretación posible, si miramos el reglamento que rige la carrera oficial. Asumido pro todos los abonados:

"Artículo 6.- La aportación económica, en contraprestación por la cesión de uso de sillas y palcos en las distintas modalidades y zonas, será establecida anualmente por la Junta Superior del Consejo General de Hermandades y Cofradías, a propuesta de su Tesorero. La suspensión de alguna o de todas las estaciones de penitencia por causa meteorológica o por cualquier otro motivo, no dará derecho a devolución alguna de dicha aportación".

Creo que el artículo es bastante claro y no deja lugar a la duda. Por cualquier motivo e incluso con la suspensión de la totalidad de las estaciones de penitencia, el abono no tiene derecho a la devolución. Pero como digo, los abogados tienen que comer y parece que a través de FACUA (la otrora organización cuasi anticlerical y ahora elegida como hermana de sangre) se ha visto un resquicio legal, al considerar la carrera oficial como un espectáculo. Hay quien ya habla abiertamente de comparar la Semana Santa con los Toros, cuando hace tres meses defendían justo lo contrario e insultaban duramente al que osara decir que lo que va de Campana hasta la catedral es un espectáculo privado. Decían que era una donación, que lo que allí se hacía era rezar (risas enlatadas, por favor) y que todo estaba envuelto por un carácter místico, no ocioso. También hace escasos meses, al representante más visible de FACUA, Rubén Sánchez, lo veían como el demonio personificado. Ahora lo eligen como su pastor. Por una "pringá" han vendido sus ideales, creencias y dignidad. 

Vemos que el asunto legal parece claro reglamento en mano, aunque no tan claro si a la ley de espectáculos nos atenemos. Sinceramente, siempre he defendido que la carrera oficial es un espectáculo, que de religioso tiene poco (por no decir nada) y que el IVA del 21% estaba bien cobrado. Por tanto, asumo que desde un punto de vista legal (siendo totalmente lego en la materia) e intentando ser coherente con mi pensamiento, para no parecerme mucho a los chaqueteros, el abonado que pide la devolución podría tener razón. Quien asuma esta vía, también asume que la carrera oficial es un espectáculo sin carácter religioso (la ley de espectáculos excluye expresamente a estos), que el IVA estaba bien cobrado y que mintieron hace tres meses cuando decían que no era un espectáculo, porque ahora defiende con ahínco que sí lo es. Para futuros debates estoy convencido que volverán a cambiarse la chaqueta para ponerse la de fieles devotos. Vaya lío van a formar en el armario. Es lo que pasa cuando careces de ideales y creencias y los vas amoldando a la moda del momento.

Pero antes he dicho que esto había dos maneras de atajarlo, vamos ahora por el lado de la moralidad. Si los artesanos tienen alguna posibilidad de supervivencia, es con hermandades pudiendo invertir en patrimonio. Si éstas se extinguen o se quedan con sus cuentas a cero, la industria cofrade tendrá que bajar la persiana. El montante del dinero de las sillas es unos cuatro millones de euros, aproximadamente. Una cantidad que va destinada a dar miles de puestos de trabajos y a asistir a cientos de miles de personas que no tienen un plato caliente que llevarse a la boca, pagar estudios al que no tiene recursos económicos para formarse, facturas de luz, agua... Esos ya famosos cuatro millones sustentan parte del tejido socio-económico de Sevilla. El Consejo y los hermanos mayores están a un paso de tirar por el barranco a todas esas personas, para que otras, que no tienen ningún problema económico, puedan tener otro billete de 100 euros en la cartera. 

Porque seamos sinceros, ninguno de los que saca su abono tiene problemas económicos serios. Sí, hay gente que hace un esfuerzo para pagarlo, pero es igual que el que hace ese esfuerzo para ir todas las semanas al cine, se saca un abono de fútbol o de Toros. Y es verdad que ahora pueden verse metidos de lleno en la crisis, pero 100, 200, 300 euros... no van a solucionar en nada su problema y además son personas que disponen de un colchón. En algunos casos un colchón más ancho y en otros más estrecho, pero un colchón al fin y al cabo. No se puede comparar quien hace un esfuerzo para el ocio, con quienes tienen una olla que no hierve. Ni a ellos, ni a sus hijos ni a sus abuelos. Ningún abonado come en comedor social ni acude a Caritas a pedir auxilio. O dicho de otra manera, la devolución del dinero haría que este no fuera destinado a ninguna necesidad básica, mientras que los cuatro millones gestionado por las hermandades van a solucionar miles de necesidades básicas.

El 26 de mayo 150 personas se reunirán en el Alcázar. A día de hoy parece que la opción que tienen en la cabeza es meterse en un crédito bancario para salvar a adinerados individuos. Al mismo tiempo, le darán la patada al abismo al que no tiene nada y a los artesanos cofrades. Sin ni siquiera luchar la vía legal que podrían tener a su favor. Si creamos una sociedad de egoístas e individualistas, tendremos una sociedad sin valores ni futuro. Estaría bien que cuando los hermanos mayores y la junta superior del Consejo vayan a votar, tengan en la cabeza las siguientes cuestiones:

  1. Es una posibilidad que en 2021 puede no haber Semana Santa ¿Cómo van a pagar ese crédito en un año, si no hay Semana Santa 2021? ¿De dónde sacan 1,6 millones de euros más intereses, si su sustento son las sillas y puede que el año que viene no exista ese ingreso?

  1. ¿Y si hay Semana Santa, pero con el aforo del espectáculo reducido a un tercio o a la mitad? ¿Van a arriesgar el futuro de la institución por el capricho de personas que no están en apuros económicos severos?

  1. Para las hermandades de gloria supone el 80% del presupuesto, en algunos casos ¿qué hacen ahora? El voto de sus hermanos mayores puede suponer meter a su hermandad en una crisis sin fin. ¿Serán capaces de suicidarse de esa manera? ¿Serán capaces otros hermanos mayores de asesinar (con su voto) a hermandades hermanas?

  1. Para las hermandades de penitencia supone, en muchos casos, un 40%. Cuando Caritas llame a su puerta con rostro de padres con hijos sin ningún recurso, ¿cómo le van a decir que se vayan a otra parte? 

  1. Cuando el artesano (amigo o familiar en algunos casos) eche el cierre a su taller. ¿Le van a seguir mirando a los ojos a ellos y sus familias, sabiendo que en parte son responsables de esa ruina?

  1. Entre los abonados también hay muchas familias que directa o indirectamente comen gracias a ese tejido social y económico. Le van a devolver una caña pequeña para que puedan pescar, pero van a desecar el río. 

No son cuestiones vacías ni tan lejanas en el tiempo, si decidieran devolver el dinero a los abonos. Muchos de ellos comparten que ese dinero pertenece a las hermandades, el problema es que la opinión publicada ha empezado una campaña salvaje contra la junta superior del Consejo. Con una visceralidad y unas formas que parecen más una cuestión personal y de egos que otra cosa. Sobre todo si nos fijamos que hace muy poco tiempo era justo al contrario. Tal presión están metiendo, que me temo que los débiles de personalidad están a un paso de sucumbir ante la prensa gritona. Pasarán a la Historia como los liquidadores de la institución y del mundo cofrade tal y como lo hemos vivido estos años. Sus apellidos quedarán manchados de por vida. Ojalá recapaciten. Están a tiempo.