domingo, 17 de mayo de 2020

La nueva Semana Santa

En un artículo anterior hablaba de la dependencia que el mundo cofrade hispalense tiene del dinero que recibe por los abonos de la carrera oficial. Eso es una realidad a día de hoy, aunque algunos quieran ponerse vendas en los ojos. Otra cosa es debatir si ese modelo es el adecuado, que como se está viendo, no lo es. Al primer contratiempo, todo se desmorona. El sistema ha caducado de golpe. Si no parece resistir un año sin cofradías, ¿cómo resistiría dos, entonces? El mundo va a cambiar mucho en casi todos los aspectos. Esta vez al institucionalismo cofrade no le va a servir esconderse detrás de la ración de croquetas y el tanque de salmuera para esperar que la tormenta pase. O ataja desde ya la situación o el tsunami nos llevará a todos por delante, incluidos ellos.

Por ejemplo, no parece que el diseño de la carrera oficial sea el propicio para el mundo que nos espera a partir de 2021. Hay que reinventarse, dejar a un lado ese dependencia económica de las sillas y buscar fórmulas más sostenibles en el tiempo. No encerrarse en la frase vacía de "es que esto siempre ha sido así". Con las simplezas seguro que nos caemos por el precipicio. La historia de la Semana Santa es puro dinamismo. El inmovilismo, como en cualquier tradición, es lo que termina con ella. Los eventos que no se supieron adaptar a los tiempos, son los que desaparecieron.

Llegados a este punto, el próximo 26 de mayo tendremos un desfile de trajes de chaqueta y varas doradas en el patio de la Montería del Alcázar. Ahí se reunirán una de las cuatro patas que tienen que mantener la Semana Santa viva. Si somos sinceros, no confío en la capacidad de algunos para saber adaptarse a la nueva realidad. Si ellos defendían que ir de la catedral a Campana era un drama, porque lo suyo es ir de Campana a catedral, incluso poniendo un problema donde ya había una solución; si ellos para solucionar los conflictos, mandaban a Los Panaderos a la Plaza del Museo u obligan al fiscal de cruz de guía de la Esperanza de Triana a estar en Campana, cuando ni El Calvario ha empezado a transitar por la zona, ¿cómo van a ser capaces de liderar un cambio tan profundo? Tropiezan continuamente en el llano, ahora que el terreno se ha puesto muy escarpado no parece que sean los expedicionarios adecuados para esta ruta. 

Estoy convencido que ni los actuales responsables del Consejo ni del Ayuntamiento tiene cualidades para saber gestionar esta situación de manera idónea. Puedo estar errado, obviamente, pero la primera prueba la veremos muy pronto. Si el próximo 26 de mayo deciden claudicar a las presiones mediáticas, estarán dando una patada a la base de la fiesta y ésta saltará por los aires. A partir de ahí tendríamos que hablar de reconstrucción y no de restauración o renovación. Ese día hay que salvar la Semana Santa y su tejido socioeconómico de la única manera que hoy en día es posible (quedándose el 100% del dinero las hermandades), pero a partir de ese mismo momento, habría que empezar a diseñar la Semana Santa del siglo XXI, de una vez por todas.  

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