domingo, 25 de febrero de 2018

El teatro de Sevilla

¿Qué esperabas? ¿qué el pasado lunes el cortejo fuera un caos? No, en serio, ¿qué esperabas? ¿qué la hermandad no estuviera constituida por cofrades? Sevillano autoproclamado rancio, tienes muchos problemas, pero los más evidentes vienen derivados por tu miedo a lo desconocido, que a la vez te acarrean esa serie de prejuicios que tienes incrustados en tu cabeza. Seguramente quien está encerrado en el eterno complejo de creer que Sevilla vive en un palacio arzobispal o una casa señorial del barrio de San Vicente creía que la Hermandad de Torreblanca iba a traer poco menos que una charanga. Nada más lejos de la realidad. Es indignante que algunos recalquen lo bien que iban, especialmente porque lo dicen con asombro, como si no lo esperaran. Comentarios que no se dirían de ninguna hermandad del centro histórico. 

Nunca se han pasado por la plaza del Platanero o la calle Castaño, claro, tampoco por la plaza del Zodiaco, calle Hermanos Pablos, las Vegas, su Eminencia, Vacie, barriada del Parchís, Bami, Rochelambert, Cerezo, Alcosa, Bellavista, Pajaritos, Padre Pío, Pino Montano, San Pablo... Algo de esto le suena porque tienen una hermandad, pero de ellas no conocen ni la mitad de la mitad de la mitad de su día a día. No saben de la dignidad de estas zonas a la hora de salir adelante, ya no solo por las dificultades propias de la vida, sino por luchar continuamente contra la imagen estereotipada y dañina que se da de ellos. Al clasista hispalense solo te interesa lo banal, lo superfluo. La epopeya de la ciudad que se fue hace siglos. Creen que Sevilla son las gárgolas de la catedral, las azucenas de la Giralda o el hierro forjado del puente Triana, sin darse cuenta que eso no es Sevilla, eso es un maravilloso atrezo de una representación de la realidad mucho más dura. O peor aún, viven en estos barrios pero se acomplejan y quieren buscar su identidad en una inhabitada Plaza Nueva. Decían las crónicas periodísticas cretinas que "Torreblanca conquista Sevilla" o "Torreblanca cautiva a Sevilla". No, perdona, lo que ocurrió es que a algunos se les hizo visible la Sevilla real en el atrezo idílico. Nadie conquistó nada, porque los barrios llevan muchas décadas siendo los potentes dueños del territorio hispalense.

Previo al viacrucis del Consejo Juan José Asenjo llamaba marginal al barrio de Torreblanca. Es paradójico, pero ni se dará cuenta que el marginal es él. Quien vive al margen de todo, quien no pisa la calle para realizar su labor más importante, la visita pastoral, se atreve a llamar marginales a los que viven como vivimos la inmensa mayoría de sevillanos. El marginal Asenjo creerá que lo habitual es ir con rosarios de nácar o vivir en palacios que mezclen el Renacimiento y el Barroco. La realidad es que esto no es así, las personas viven en casas normales, la gran mayoría en grandes bloques de pisos y rezan con humildes rosarios. Señor arzobispo, le invito a que se digne a ir algún día a las parroquias de los barrios que le he enumerado antes. No se lo va a creer, pero las miradas, los rezos y los llantos son exactamente iguales que los que puede ver en la marginal Plaza de San Lorenzo, si cabe con algo más de dramatismo y, eso sí, con ausencia total del 'postureo' tan frecuente en la zona que usted considera erróneamente que es la Sevilla real. Es en muchos de esos barrios donde la situación de las personas es más acuciante y mayor la necesidad de creer en lo celestial, de ahí la verdad. 

Algunos sevillanos y Asenjo piensan esa desfachatez de considerar que el Cautivo de Torreblanca es el Dios de los pobres. Que sea precisamente alguien como yo el que le tenga que explicar al Pastor que no hay diferencias entre el Cristo del Millón de la catedral o la más pequeña de las representaciones cristíferas domésticas, es cuanto menos hilarante. Dios, de existir, es uno: de los pobres, de los ricos, de los afortunados, de los desgraciados... de todos. La Sevilla conservadora no quiere ver la realidad de la situación, admiten a Torreblanca en su día festivo, pero luego renegarán de su vida diaria, seguirán potenciando los mismos estereotipos, confundiendo decorado con representación. Ya no le dedicarán alabanzas y artículos en la prensa clasista de las tres letras, saldrán del foco mediático, pero eso no significa que no exista. No se conoce paseo de Juan José Asenjo, Juan Espadas, Beltrán Pérez o Javier Millán por la calle Manzano o la calle Olivo, pero cuando el Cautivo está a los pies de la Giralda ahí sí la representación teatral no es tan dura y el fondo bucólico. Hágase la foto. La caterva seguirá igual, su fe ciega en lo trivial y dando la espalda a lo fundamental, porque ellos aúnan esfuerzos para resistir quijotescamente en su ideal de la Sevilla inventada.  






martes, 20 de febrero de 2018

Traslado de ida a la catedral del Cautivo de Torreblanca (6 de marzo de 2017)







Viacrucis del Aljarafe (17 de febrero de 2018)







6 besamanos, 10 besapié, 2 viacrucis y 2 traslados del primer fin de semana de Cuaresma (16-18 de febrero de 2018)

Besamanos de Nuestro Padre Jesús del Poder



Besapiés de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras



Besapiés del Santísimo Cristo de las Siete Palabras



Besamanos del Santísimo Cristo de las Tres Caídas



Besamanos de Jesús de la Presentación al Pueblo



Besapié del Santísimo Cristo de la Salud



Besapié de Nuestro Padre Jesús Cautivo ante Pilato



Besapié del Santísimo Cristo de la Paz



Besapié del Santísimo Cristo de la Salvación



Besamanos de María Santísima de la Hiniesta Dolorosa



Besapié extraordinario del Santísimo Cristo de las Cinco Llagas y besamanos extraordinario de Nuestra Señora de la Esperanza



Besamanos extraordinario de Nuestro Padre Jesús Cautivo ante Pilato en la Iglesia de Santa Marina



Besapié del Santísimo Cristo de la Exaltación



Besapié de Nuestra Señora de la Cabeza



Besapié del Santísimo Cristo del Desamparo y Abandono



Traslado del Santísimo Cristo de la Salud

  

Traslado Piedad del Baratillo



Viacrucis del Santísimo Cristo de la Paz



Viacrucis del Santísimo Cristo del Desamparo y Abandono