sábado, 20 de abril de 2013

La metáfora del Cerro

Si observamos el maravilloso misterio de El Cerro del Águila podemos apreciar en él una metáfora de lo que es nuestra Semana Santa y su historia.

Por un lado tenemos al sayón que señala al cielo. Señala a todas esas personas que ayudaron a fomentar y preservar esta nuestra semana mayor y que hicieron posible que ahora nosotros la disfrutemos. Ese PASADO necesario para tener presente y futuro. Señala a ese palquillo del cielo dónde como si de la escena del Decreto de La Trinidad se tratase observan a nuestras cofradías hombres como Juan Carrero que seguirá escribiendo sus anales desde el cielo. O Sánchez Dubé que seguirá a su Estrella allá donde ella esté. O Ricardo Acosta que seguirá de "guardia" viendo todo lo que acontece en Sevilla. Ese palquillo que se sustenta no sobre nubes blancas, sino sobre incienso blanco. Es ahí donde señala el sayón del Cerro y a la vez nos dice "Mirad! Gracias a ellos nosotros estamos aquí"

El romano que agacha la cabeza y escucha al otro romano representa el PRESENTE del pueblo de Sevilla. Un pueblo que ante la evidencia de los problemas agacha la cabeza y no es capaz de parar tanto sinsentido. Un pueblo que escucha y ve las injusticias pero peca de desidia y quizás de medroso. Un pueblo, Sevilla, que es capaz de ver las continuas lanzadas que nuestra Semana Santa sufre y que no hace nada por evitarlo. Quizás un pueblo ingenuo (o sabio, quien sabe) que confía en una nueva resurrección de la Semana Santa si esta fuera asesinada. Quizás algún día debiéramos los cofrades alzar esa lanza para defender lo nuestro, y no me refiero tanto ataques del enemigo exterior sino del interior, los cuales son mucho más devastadores.

Longinos no hay muchos hoy en día, esa es la verdad. No tenemos cofrades que sepan pedir disculpas de sus errores y se postren ante la evidencia. Más bien, y aunque esta figura no sale en el misterio, lo que tenemos son innumerables Judas capaces de venderse por unas monedas, o incluso por algo mucho más inmaterial como un "puestecito" que la palabra no es muy romana pero sí muy sevillana. Judas, que no tienen las suficientes agallas para convertirse en Longinos y decir un "Perdón" a tiempo o dar marcha atrás de sus decisiones erróneas.

El Romano que señala adelante nos indica el FUTURO, nos señala a esos monaguillos que van delante del paso y que son el futuro no sólo de la Semana Santa sino de la ciudad. Más adelante nos señala esos primeros tramos que son la fuerza del avance, esos jóvenes que van abriendo el nuevo camino, quizás un camino libres de Judas y esa es la explicación por la que no tenemos esa figura en el misterio. Señala a la Cruz que nos guía los cofrades, esa cruz que avanza alzada y sin nadie por delante que la pare. Esa cruz que cada uno le puede dar el significado que considere más acertado (Cruz cofrade, Cruz del cristianismo, Cruz inicial....) pero que sobre todo debe ser el referente que nos guíe por el camino.

En medio de todo este conglomerado de pasado, presente y futuro se erige lo más importante que es nuestro propia Semana Santa encarnada en el bello crucificado del XVIII. Ese cuya advocación le viene "al pelo" a nuestra fiesta, la cual a veces dejamos "desamparada y abandonada" para preocuparnos de otras cosas mucho más superficiales o para entrar en inocuas discusiones.



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