domingo, 14 de junio de 2020

Saber afrontar la realidad

La pasada No Semana Santa evidenció lo que algunos venimos diciendo desde hace tiempo. El sevillano no es creativo ni original a la hora de combatir las adversidades. También hay que añadir que es cobarde para afrontar las realidades duras. Lo vimos en esos nueve días, pero después lo hemos seguido viendo. Seguramente, lo seguiremos comprobando durante los próximos meses. 

Empezamos la Cuaresma con algunos rumores lejanos que hablaban del peligro de la pandemia, pero a medida que fueron avanzando los días, fuimos tomando consciencia de que no íbamos a tener Semana Santa. Casi todos, porque Juan Espadas, cuando la gran mayoría de cofrades ya sabía que no habría celebración, todavía salía diciendo aquello de "A mí me va a tener que llamar el presidente de la OMS". Fue el primer momento de no querer ver la realidad, y es especialmente grave por tratarse de la figura del alcalde.

Luego se convirtió a la Semana Santa en nueve días de tragicomedia. Muy pocos supieron estar a la altura, quizás destacaría sólo a la Policía Local, que dentro de los días más duros del confinamiento, intentó ayudar poniendo marchas en los altavoces de los coches. Creo que eso es un gesto bonito, que no cae en lo ridículo y que ayuda moralmente a la población. Pero a partir de ahí, casi todos quisieron jugar su papel de protagonistas en una obra de teatro que tenía el escenario vacío. La televisión, por ejemplo, mandaba a sus reporteros a las calles vacías. Incluso hubo quien estuvo en el puente de Triana en plena Madrugá, para ver qué pasaba allí. Algo más propio de un sketch de José Mota que de un programa de información cofrade. Las flores en las puertas, las juntas de gobierno casi al completo haciendo paripés incomprensibles en pleno confinamiento... Las hermandades, impulsadas por el Consejo, pretendieron hacer una Semana Santa Virtual. En algunos casos usando hasta el presente indicativo y fotos sin ningún valor artístico ni histórico. Irrisorio fue cuando había cofradías que quizás no habrían salido a la calle, debido a la lluvia o el riesgo de ella, pero sin embargo hicieron el minutaje en redes sociales como si tal cosa. Eso, en mi opinión, es no querer afrontar la realidad e intentar hacerse trampas al solitario. Además de no tener capacidad para adaptarse a las circunstancias. Pretendían actuar como siempre, pero con un contexto totalmente diferente.

Y digo a día de hoy lo seguimos viendo. La situación sanitaria, aunque temporalmente mejor en España, no ha dejado de ser peligrosa. El riesgo de rebrote es cierto. Por eso los gobiernos del mundo (no sólo España y Andalucía) han denominado a estos meses con ese oxímoron de "Nueva normalidad". Más allá de la ñoñería en la denominación, el mensaje está claro. No podemos tener la normalidad que había en enero. Y no podemos tenerla por una cuestión sanitaria que hay que combatir con medidas sanitarias.

No hay procesiones, al igual que no hay Ferias, romerías, grandes conciertos, espectáculos de masas, público en los recintos deportivos (siendo más fácil de controlar), playas abarrotadas, comercios llenos, centros comerciales con libre circulación, cada vez se ven menos personas sin mascarilla en las calles, hoy seguimos sin movimiento entre comunidades y entre países... La especial forma de celebrar una procesión en Andalucía hace que tengamos que cambiar por completo el modelo durante este tiempo. Las distancias físicas entre costaleros son imposibles de salvar. Realizar test a todos los costaleros de Andalucía, cada vez que se vayan a meter debajo de unas trabajaderas, es una tarea muy fácil de decir, pero casi imposible de realizar. Además, la masa de personas que acude al evento debería ser aforada en todo momento. Inviable. 

Soy el primero que siempre he defendido y defenderé que haya procesiones en las calles. Cuantas más, mejor. Desde las procesiones de Semana Santa hasta la Cruz Mayo más infantil que haya. Hasta hace no mucho tiempo, los mismos que ahora reclaman con ahínco la vuelta de las procesiones, le echaban tierra encima. Decían que había demasiadas. Les molestaba un paso en la calle, especialmente, si este era una Cruz de Mayo, una asociación civil y hasta según qué Glorias. Curioso. Quien me conoce sabe que siempre apoyaré una cofradía en la calle, pero ahora no se puede. La papeleta de sitio que hay que pagar para sacar una procesión en estos meses es la muerte de personas. Es un coste imposible de saldar, moralmente. Así de claro. 



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