domingo, 15 de octubre de 2017

Los bienaventurados de salud

Salud, cinco letras que resumen todo. Sin salud no hay nada. Salud es lo que soñaron unos osados en los años 40, personas humildes que encontraron su sino en el barrio León. Salud es lo primero que piden los padres para su hijo y es lo que solicitan los hijos para sus padres cuando ven que les va a empezar a faltar. La salud es nuestro 'sherpa' particular en el ascenso de la vida. Salud es lo único imprescindible, estando plenamente sanos todo lo demás cobra sentido. Es por eso que no se me ocurre  mejor advocación para recorrer las calles de la ciudad.

Nos podemos quedar en lo superficial, en si entra más o menos tarde, si se hacen más 'parás' de la cuenta, si la banda toca tal o cual marcha o si va sin corona o con diadema. Nos podemos quedar ahí porque somos bienaventurados por no estar faltos de salud. Si nos faltara, nos quedaríamos con el momento que la virgen se gira a nuestro balcón porque nuestra enfermedad no nos permite salir de casa. Nos quedaríamos con el instante que desde la ventana de nuestra habitación de hospital el rostro de la virgen de la Salud sube como gotero de suero vital a través de un palio de malla. Nos pararíamos en los segundos que la virgen se para delante de nosotros, mientras nos emocionamos sentados en nuestra silla de ruedas. Momento en el que el San Pedro de Santa Ana, ese que habla con las cuerdas vocales del corazón, se emociona al coger el martillo. Echemos el tiempo que haga falta en una residencia donde solo se pide salud, eso sí que es extraordinario, pedir nada más que lo básico, lo único que importa. 

Para el enfermo que está en su casa, el hospital, una residencia, en silla de ruedas o para el mudo de Triana el momento será eterno, lo recordarán siempre, porque es el día y la hora que clamaron en el Everest de la vida y su 'sherpa' apareció sin corona un sábado y coronada al siguiente. Esas personas no hablarán de hora y media, ni de ningún horario, ellos fueron el leitmotiv de la semana, aunque los superficiales titulares y focos se hayan centrado en otras banalidades. Esos enfermos no miraron el reloj en ningún momento, ni se quejarán en las redes antisociales. Por desgracia no pueden perder el tiempo con las tonterías que construimos los bienaventurados de salud. Nosotros tenemos la suerte de poder hablar de estas simplezas, las cuales la semana que viene ya ni nos acordaremos y hablaremos de otras historias sin importancia, pero los enfermos que tuvieron Salud delante de sus ojos durante esos segundos es seguro que lo van a recordar el resto de su vida. 

Y claro, no solo existen estos momentos ante enfermos y gente necesitada, también están los saludos a otras hermandades, en el caso de la capilla de la Estrella el reconocimiento a una madre, ese saludo recuerda la historia y es de agradecimiento, algo que no debemos perder nunca. O en el Baratillo, las Aguas, Rosario del barrio León, Capilla de los Marineros... muestra de hermandad. Nos quejamos siempre de la falta de hermandad de nuestras corporaciones, pero cuando en días señalados y de alegría se saludan como lo hacen los hermanos (con sinceridad y amor), pretendemos que ese saludo sea frío como el de dos recién presentados, o incluso peor, que se crucen, pero no se saluden, como si no se conocieran de nada. Repito, el leitmotiv y lo que más justifica un retraso es el confortar a los enfermos durante unos segundos, pero en otro nivel tampoco debemos despreciar estos lazos de unión en un mundo cada vez más individualista y desunido. 

Si hay una cosa que todos los cofrades estamos de acuerdo es que la Semana Santa tiene un fuerte componente emocional. También coincidimos en que las hermandades tienen una labor social y devocional, pero por una extraña causa, estos motivos, que esgrimimos muchas veces cuando se ataca al mundo cofrade desde fuera, se nos olvidan al llegar ciertos eventos, y somos nosotros mismos los que pretendemos convertir cualquier salida en un espectáculo programado y milimetrado, donde las imágenes vayan siempre igual, las 'revirás' se den siempre de la misma manera y la marcha que suene sea la esperada y conocida por todos. Se busca ir a una salida extraordinaria como vamos al cine a ver una película que ya antes hemos visto y donde sabemos que va a pasar en cada momento. Quitemos la emoción y la improvisación en el mundo cofrade y nos quedará casi nada, prácticamente como si nos quitaran la salud. 

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