domingo, 1 de octubre de 2017

El valor de la educación patrimonial

Hace unos días la puerta de la iglesia de Santa Marina apareció con una pintada que representaba la Cruz de San Pedro, aunque es fácil deducir que quien lo hizo ni siquiera sepa esto y lo usara con el otro simbolismo que tiene, el de cruz satánica. La persona que ha hecho esta pintada es analfabeta, igual que quienes han hecho actuaciones similares otras veces. Hasta ahí creo que pocas discrepancias y debate puede haber. Analfabeta no solo son personas que no saben leer o escribir, sino que también se puede ser un analfabeto social, que son quienes no entienden que vivimos en una sociedad con diferentes pensamientos y que ninguno de ellos debe prevalecer sobre los demás. 

Sí me llama la atención que la mayoría de personas que han compartido u opinado sobre esta noticia le han dado un único enfoque, el correspondiente al ataque a las creencias, desdeñando otro como es el ataque al patrimonio de todos. Las pintadas en cualquier elemento o lugar religioso suelen tener mucha difusión, pero los ataques diarios al mobiliario urbano rara vez nos importan, no suelen ofender y casi nunca lo compartimos en redes sociales, cuando en realidad es lo mismo que la pintada de la iglesia: falta de civismo. 

España, ya no solo Sevilla, tiene muchos problemas, pero uno de los mayores es la falta de educación patrimonial que tiene la población. Se establece que lo público no es de nadie, cuando es justamente lo contrario, lo público es de todos. No se enseña a valorar el patrimonio, muestra de la historia y el valor artístico de un país. En ese analfabetismo se cogen los símbolos: El del templo y la Iglesia es muy obvio, pero también está quien parte una marquesina porque el Tussam llegó tarde un día, o quien parte la papelera y desparrama todo su contenido, porque le tiene fobia al alcalde o alcaldesa de turno y quiere ensuciar la ciudad para atacarle. Y también, lógicamente, está quien destruye por destruir. Cualquier cosa le vale, sin que tenga otra intención detrás.

Nos podíamos meter en el eterno debate de Rousseau contra Hobbes, Plauto o Kant, de si el hombre es malo por naturaleza o se hace malo producto de los elementos externos y la sociedad. No creo que sea el lugar adecuado este artículo, pero sí pienso que detrás de esa pintada está ese debate y que no debemos quedarnos en la simpleza de pensar que solo se ataca a las creencias. Yo claramente estoy en la línea del pensador francés, que es la sociedad la que transforma al individuo y lo vuelve egoísta y destructivo. Egoísta porque solo se altera y se preocupa si el ataque se produce a lo suyo y calla cuando es algo que no va con él y destructivo porque es la respuesta más fácil de quien está frustrado con su vida y con esta sociedad, por eso reacciona salvajamente destruyendo todo lo que aparece a su paso. 

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