viernes, 20 de marzo de 2015

Jugar a los Cabildos

De chico mis padres me decían: "Cuando acabes los deberes, podrás bajar a jugar a la pelota". Esta frase que estoy seguro que la mayoría de personas que están leyendo este artículo han oído también de chicos, y la han dicho años más tarde cuando les ha tocado ser padres, es norma básica de la educación y uno de los primeros eslabones morales que nos encontramos como personas para aprender dos cosas: la vida son responsabilidades y que lo primero que hay que cumplir son las obligaciones de uno.

Mucho se ha hablado del asunto de la Madrugá estas semanas, en este mismo espacio le he dedicado dos artículos esta Cuaresma (tres con este). Creo que el tema por importancia y relevancia no merece menos. Hace una semana hablábamos del circo en el que Consejo, Palacio y Ayuntamiento habían convertido el Cabildo de Toma de Horas y los días previos a la realización del mismo. Iluso de mí, creía que ahí acababa la función. Pero no, como si Michael Ende hubiera estado pensando en la Semana Santa de 2015 cuando escribió su maravillosa novela, esto ya empieza a ser la historia interminable. 

Ayer desayunábamos el café de la mañana con la "bomba informativa" que todo este asunto nos tenía reservada: EL CECOP no aprobaba los horarios porque existía un solapamiento de 21 minutos entre el Silencio y la Macarena. ¡BOOM! Bourrellier, Vicario and cia habían hecho los deberes mal y pronto para poderse ir a jugar a la pelota. Y claro, han suspendido el examen. Seguramente el sábado tengamos que oír muchas veces la deleznable y bochornosa expresión de "jugar a los pasitos", lo dirán personas que no tienen ni pajolera idea de la actividad que algunas de estas asociaciones hace y mucho menos sabrán del Evangelio de Mateo. Yo creo que esta expresión deberíamos ir ya retirándola y sustituirla por la de "Jugar a los Cabildos", que es lo que hicieron Asenjo, Zoido y Bourrillier el domingo pasado. Fueron allí (Zoido y Asenjo no físicamente pero sí representados por Gregorio Serrano y Teodoro León) para hacer un paripé muy grande porque ayer se demostró lo que valía la palabra dada en la Capilla Real.  

Cuando hay algún follón de este tipo son muchos los que rápidamente dicen "¡Necesitamos que lo arregle el Arzobispo!", "¡Ojalá haya un baculazo!"... Pero ¿Qué Arzobispo arregla esto?, ¿El que es capaz, en menos de 24 horas, de armar un problema dónde no lo había (lugar de celebración del Cabildo de Toma de Horas) o el Arzobispo que aprueba estos horarios sin darse cuenta que hay solapamientos? Vamos a dejarnos de juegos de sotanas que este asunto es serio. Esto lo tienen que arreglar los responsables de organizar la Semana Santa, vuelvo a repetir: Consejo, Palacio y Ayuntamiento, sin imposiciones de uno sobre otro sino con trabajo intenso y coordinado durante un año, con profesionalidad y, sobre todo, no dejándolo para el final. Y a una semana no puede haber dimisiones en el Consejo pero cuando Antonio Santiago dé el último aldabonazo en Santa Marina debería dimitir todo el Consejo y convocar elecciones. Asenjo, esa misma tarde, debería ir camino de Sigüenza de la mano de Teodoro León, a Zoido ya le tocará su juicio en Mayo y algún que otro hermano mayor, aunque fuera por vergüenza torera, también debería convocar a sus hermanos a las elecciones.

Este año ha quedado palpable lo que algunos hemos venido diciendo hace algún tiempo. Aquí las cosas salen bien cuando no hay que dar soluciones a los problemas que surgen, cuando se pueden hacer las cosas como se han hecho siempre. Pero a menudo pasa que la propia evolución de la vida hace que surjan nuevos problemas y entonces se ven las carencias que hay y se demuestra quien vale y quien no vale. Al final los mismos que llevan desde el año pasado diciendo que era insotenible la situación y que había que cambiar, son los que hoy nos dicen que todo va a seguir igual, es decir, han tirado este año a la basura. Tres organizaciones han quedado en evidencia, tres hombres han demostrado no ser válidos para ocupar el puesto que ocupan, tres hombres prefirieron irse a comer croquetas antes que hacer los deberes. 


Foto: Cadena Ser




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