martes, 7 de enero de 2014

Cuento de Navidad (IV de IV)

A lo lejos ve una pequeña figura dirigirse hacia él. Asenjo se queda quieto y lo mira fijamente, parece un niño de corta edad. Finalmente esa figura se coloca frente a él y ambos se quedan mirándose a los ojos durante unos instantes. 

- ¿Eres otro espíritu?

- Sí, soy el Espíritu del Futuro

- Y ¿Quien eres?

- Soy el niño que vestido de servidor de librea avisa al Diputado de Cruz de Guia del Silencio que la cofradía ya está al completo en la calle, pero también soy el niño que pide la primera venía en Carrera Oficial, y el acolito que durante mi estación de penitencia hace que el incienso no pare de salir, puedes verme también en mi cofradía de barrio luciendo orgulloso mi primera túnica de nazareno, y de monaguillo en un sinfín de cofradías, o con el costal que mi padre me pone cuando apenas levanto un palmo del suelo.

- Ya, entiendo- Dice Asenjo en un tono reflexivo.

- Soy ese niño pero también soy el niño que acude a hombros de mi padre para ver una cofradía extraordinaria en Octubre y comprender así que la fe y la devoción no duran sólo una semana, o el niño que desde el carrito escucha los sones de la banda al pasar, o el que en su barrio se acerca a ver la imagen de Jesús que unos vecinos tienen en un local mientras veo las puertas de la Iglesia del barrio cerrada. Me puedes encontrar por Mayo atareado en la construcción de mi pequeño paso y planeando como va a ser el día en el que yo sea el que acerque a Jesús a la calle. 

- Creo que entiendo lo que quieres decir.

- Sí, seguro que me entiendes porque también soy ese niño desnutrido hijo de unos padres desahuciados y en paro, pero a la vez soy el hijo de los padres que acuden al comedor social del barrio, a la hermandad o asociación cofrade de su zona para poder conseguir algo de comida. Soy ese niño que no cae en la delincuencia porque estoy en una Banda cofrade o el que ayuda a mi vecino para recaudar algo de dinero para la asociación. O el que alumbro a Dios con mi cirio en una salida de una asociación porque mis padres no tienen recursos para comprar una túnica de nazareno. En resumen soy ese niño cofrade que ha existido siempre y que ha garantizado siglo tras siglo el poder seguir con la tradición. Como niño que soy estoy libre de cadenas, vivo cada segundo, disfruto cada momento y siempre estoy con la ilusión de lo que el futuro me deparará. 

- ¡Ay! Cuánto me gustaría pensar como tú pero....

- Señor, todos podemos vivir nuestras vidas con ilusión, pensando que lo que tenemos delante en esos momentos es lo mejor que nos ha pasado nunca pero que no será tan bueno como lo que viene. Pensando en disfrutar del momento más que en como lo podemos estropear. Señor, si me da la mano y se deja guiar por mi ilusión se librará de sus cadenas, esas que le tienen inmóvil. 

El niño extiende su mano hacia Juan José Asenjo y le dice:

- Señor, ¿Me da la mano?

FIN

Foto: El Mundo


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