El
pasado fin de semana se celebraron en toda España las elecciones
municipales, cuyos resultados dictaminaron en Sevilla que Juan Espadas
seguirá siendo el alcalde de la ciudad. En mi opinión, una mala noticia,
ya que ha demostrado su incapacidad para crear un modelo de ciudad
óptimo, algo que es urgente en Sevilla. La otra mala noticia ya la
sabíamos antes de las elecciones, ninguno de los partidos que se
presentaban, llevaba en su programa unas líneas marcadas de qué ciudad
querían.
Sevilla
lleva estancada desde los tiempos del franquismo. Adoptó el rol de ser
un bastión del nacionalcatolicismo y sigue sin querer dejarlo. No hay
presente, no se piensa en el futuro y se destruye constantemente el
pasado. Por tanto, la ciudad dentro de poco será nada. Aquí el debate
más serio que se ha tenido es si debe haber más o menos veladores en la
calle. El evento que más llama la atención es un desfile de los tercios,
como si siguiéramos en el siglo XVI. La oferta cultural es un concierto
de un cantante mediático. Ni hacemos vías para el ciudadano, ni le
organizamos eventos diferentes ni tenemos un red cultural montada. De heterotopía andamos mal.
Está
de moda hablar del turismo, se escandalizan algunos de la cantidad de
despedidas de solteros/as que hay cada fin de semana. Sí, el turismo de
las despedidas es de baja calidad, pero es lo que ofrece Sevilla por
encerrarse en sí misma. Es alucinante, por ejemplo, que teniendo
reclamos históricos tan potentes como el Alcázar o Itálica, se use con
fuerza que han sido escenarios de Juego de Tronos. Si tu vendes un lugar
histórico, vendrá turismo interesado en ese ámbito; si lo vendes como
parte de Juego de Tronos, el turismo que vendrá será de ese ámbito. Es
decir, un mismo lugar puede tener diferente tipos de turismo, en manos
de las instituciones está cual prefieren. La pereza les hace ir a lo
fácil, la opción de Juego de Tronos.
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