domingo, 24 de marzo de 2019

¿Es realmente vital el dinero de la carrera oficial?

Esta semana la Hermandad del Valle ha hecho pública las cuentas de la corporación. Un ejercicio que debería ser práctica habitual en todas las hermandades y en el Consejo. Supongo que la nueva junta de gobierno ha tomado la decisión después de los lamentables hechos sufridos en años anteriores, con el famoso desfalco de más de 100.000 €. La noticia ha pasado bastante desapercibida en el mundo cofrade y creo es interesante por varios aspectos.

La primero que me llama la atención es precisamente eso, que una hermandad haya decidido hacer tal ejercicio de transparencia. En el siglo XXI no deberíamos permitir que las cofradías sigan funcionando como si estuviéramos en el XVI. Es necesario que los dirigentes sepan que están manejando organizaciones con unos presupuestos muy altos, que no pueden ser llevados de manera poco profesional. Las cuentas deben fiscalizarse y justificarse al céntimo, no sólo para prevenir posibles desfalcos, sino por la propia imagen que como "Marca Semana Santa" damos al exterior. 

Otro dato que llama la atención es que sólo el 12% de los ingresos de la hermandad corresponden a la subvención del Consejo. En otras palabras, el ingreso por las sillas de la carrera oficial no es vital para las corporaciones penitenciales. Se cae así una de las grandes falacias que parte de los cofrades repiten una y otra vez. Estamos ante un caso de una cofradía que recibe la máxima ayuda (por sacar tres pasos) y que está en la mitad baja en la tabla de corporaciones con más hermanos, por lo que el porcentaje es más significativo, pero incluso con esas condiciones lo que representa es un 12% de los ingresos. 

Es una evidencia que la existencia de la carrera oficial es lo que genera más conflictos a día de hoy. Desde un punto de vista técnico tiene dos grandes inconvenientes, por un lado su larga extensión y por otro que la voracidad recaudatoria ha hecho que en estos años se metan más y más sillas, dónde ya no cabían. Eso genera conflictos a la hora del diseño de la Semana Santa, pero sobre todo, es un elemento central muy inseguro para las personas y los cortejos. Sinceramente, creo que las hermandades deberían buscar una carrera oficial con muchas menos sillas y que éstas tuvieran un carácter más social y menos clasista. Deben encontrar ingresos de esta época y no tener que vivir ancladas en los ingresos de hace dos siglos.   

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