domingo, 17 de abril de 2016

Las hermandades ante la lluvia (I)

La primera parte de la Semana Santa 2016 tuvo el peor de los invitados posibles: la lluvia. Encima en su modalidad más primaveral y que más dudas genera a la hora de sacar una cofradía a la calle, precipitaciones esporádicas que en algún caso pueden tener carácter tormentoso o ser más intensas de la cuenta. Es en estos casos cuando se evidencia una de las carencias más grandes que tienen actualmente nuestras cofradías: la falta de expertos en determinados asuntos. Pensemos que las cofradías tienen en sus Juntas de oficiales, consultivas o en el cortejo, personas como un diputado de bandas (que en el 99 % entienden menos de música que el director de la formación que acompaña al paso), consiliarios que muchas veces no se sabe muy bien en que pueden aconsejar, diputados a pares, auxiliares... y ninguna hermandad tiene en su parte asesora y directiva a un profesional de la meteorología, que al fin y al cabo es el hecho que más daño puede hacer al patrimonio de una hermandad.

Esta deficiencia da lugar a que cuando tenemos Semana Santas con decisiones difíciles de tomar, haya hermandades que se equivoquen y no sepan coger la opción más adecuada. La meteorología es una ciencia muy compleja, con muchas variables que es necesario entender. A eso le sumamos que las cofradías tienen cada una sus características y peculiaridades, si no hay un profesional que entienda a la perfección estos dos mundos da lugar a los errores. Y cuando digo profesionales lo digo con todas las letras, no me refiero a esas decenas de aficionados a la meteorología que pululan por las redes sociales y que en muchos casos lo que hacen es volver más locos a los miembros de Junta. Es como si un equipo de fútbol que está en una situación clasificatoria difícil, se dejara asesorar por un tipo que habla mucho de fútbol por Twitter y además dice que es un gran aficionado a ese deporte. No, el club tendrá que contratar a un entrenador profesional para salir de la situación de la mejor manera posible.

Desde hace años existe una comunicación directa del Consejo y de las hermandades con la AEMET, el problema radica que desde la AEMET la información que se da es la científica, pero quien recibe esa información es lego en la materia y además su punto de vista es el cofrade. Es decir, por un lado tenemos al profesional de la AEMET que no tiene porque saber de cofradías y simplemente desempeña su labor dando la información tal cual la observa él, no se puede meter en si una cofradía es más o menos extensa, si tiene más o menos lugares de refugio, si va con algún estreno que pueda sufrir más daño... y en el otro lado tenemos a las hermandades que no entienden la diferencia entre chubasco disperso o aislado, moderado o débil, los diversos orígenes que puede tener una precipitación...y la mayoría hasta se equivoca en lo que significa el porcentaje que se suele dar. Tenemos comunicación pero entre dos interlocutores que hablan idiomas distintos y por tanto uno puede interpretar mal lo que el otro le está diciendo. Es necesario ese interprete que ponga normalidad y haga una comunicación fluida y profesional. 

Hoy en día la ciencia de la meteorología ha avanzado bastante, existen herramientas que son bastantes precisas a la hora de predecir, y si nos atenemos a los partes oficiales y sabemos interpretarlos, vemos como hasta en las situaciones más difíciles el porcentaje de acierto es muy elevado. Y eso teniendo siempre presente que no estamos ante una ciencia totalmente exacta. Algunos dicen que a los meteorólogos no hay que echarles cuenta. Esto aparte de una simpleza anacrónica, es un tontería supina. Las hermandades deben proteger su patrimonio con todas las herramientas y conocimiento que hoy tienen los expertos en cada tema. En el siguiente artículo veremos los ejemplos concretos que se han dado en esta Semana Santa y en otros años, y el porqué dije en su momento que algunas hermandades habían acertado y otras habían fallado, siempre, claro está, desde mi punto de vista.   


Foto: Tomás Quifes










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