domingo, 15 de noviembre de 2015

Yo también me independizo

Llegados a este punto, yo también me independizo. Declaro de manera unilateral mi independencia de tanto indeseable que está dentro del mundo de las cofradías. Me independizo de esos tuiteros graciosos sin gracia que sólo buscan el retuit a costa de mofarse de algunas personas o hermandades. Me independizo de todo aquel que busca hacer una tertulia nada más que para el marujeo y el critiqueo. Me independizo de la panda de frikis que van alrededor de una banda buscando el fallo para así tener un vídeo más viral, de los articulistas que sólo sueltan bilis y de los periodistas que politizan constantemente la Semana Santa.

Me independizo, obviamente, de quien intente atacar a la Semana Santa, pero también me independizo de todo ese cofrade "rancio" que usa la Semana Santa como escudo para sus propias fobias y frustraciones personales. Me independizo de los sabelotodos, del cangrejero irrespetuoso, del costalero fanfarrón, del nazareno postureo y del músico chufla. Me independizo de los que intentan buscar y fomentan eternas rivalidades absurdas (Cigarreras-Tres Caídas, Esperanza Macarena - Esperanza de Triana...), me independizo del que molesta 10 veces a los demás, para hacer 10 veces la misma foto con el móvil y las 10 veces le sale borrosa.

Y cómo no, me independizo del Consejo que hace con su torpeza que los problemas se agranden día a día, de este Arzobispo que cada día ataca a las hermandades intentando cortarle cultos y salidas, o ataca a la cantera de la Semana Santa intentando que no haya asociaciones. Me independizo de los hermanos mayores que convierten a las hermandades en partidos políticos, y de los miembros de junta que miran al resto de hermanos por encima del hombro por el mero hecho de llevar una vara en su mano. Me independizo de todo esto.

Declaro que la única patria verdadera está en la calle Santa Angela o en el comedor del Pumarejo. Está en el supermercado social de Triana o en las facturas pagadas por las hermandades a sus feligreses menos pudientes. Está en la mirada del niño que vive con ilusión la Semana Santa y al que la palabra "polémica" le queda muy lejos. En todo aquel que realiza su estación de penitencia sin necesidad de tener que contárselo a todo el mundo. Mi patria serán todas esas personas anónimas que trabajan duro por su hermandad aunque el día de la salida no lleven una vara. El país al que perteneceré, a partir de ahora, será la belleza de un "pasopalio" por una calle estrecha, el silencio más absoluto y verdadero cuando Jesús del Gran Poder pasa o el cosquilleo del estomago cuando se ve al primer nazareno en la tarde del Viernes de Dolores.


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