domingo, 17 de noviembre de 2019

La santa Campana

La semana pasada analicé el documento del Consejo desde un punto de vista técnico. Di mi opinión de porque creía que no era válido y los puntos donde fallaba de manera grosera. Hoy creo que es oportuno hacer una mirada más allá del documento. Qué hay en el fondo del asunto, por qué cosas que al resto nos parecen evidentes ellos parece ignorarlas. No creo que sean tan necios ni ciegos, más bien son interesados, en tanto tienen unos intereses concretos.

Sería lógico pensar que el Consejo debería actuar como institución regularizadora de la Semana Santa, solucionar los problemas cuando surjan y ser el motor de la celebración. Actualmente sabemos que esto no es así, son un club privado de amigos que sólo desean recaudar con una voracidad que asusta. Crea problemas donde hay soluciones, los cofrades del Martes Santo saben bien de lo que hablo. No dudan en poner en riesgo a la ciudadanía, si con ello se llevan 100 € más por una silla. Parece que ya no nos acordamos de las sillas que había hace 20 años y las que hay ahora, siendo las calles exactamente iguales. Han convertido el hacinamiento de personas en la tradición y la recaudación en el día a día, pero siguen sin mostrar de manera trasparente las cuentas. 

Es una verdad a medías decir que la Campana hoy es lo que es porque hay televisión y Youtube. La historia de la zona viene de hace un siglo, como mínimo. Las crónicas de los periódicos de principios del XX narraban situaciones muy parecidas a las de hoy, no había ni Youtube ni televisión, pero sí había un sector de la sociedad allí presente para la que las hermandades le montaran el espectáculo, igual que pasa hoy. Más importante que la televisión es la presión de ese "lobby", palabra moderna que se usa actualmente para definir algo muy antiguo. es por ellos por lo que en los 100-150 metros de la zona de la Campana la media de las hermandades es más baja que la media del resto del recorrido.

El famoso documento de la semana pasada, al igual que el del año pasado del Martes Santo de la pasada Semana Santa, está hecho por y para ese sector. Quieren su ración de show, para ello pagan. Quieren sentirse diferentes por estar allí sentados, por eso su títere, perdón, representante en el club privado de amigos, les hace unos horarios y velocidades a medida. Éstos van siempre en función a Campana. No importa la hora de entrada de las cofradías en su templo, ni siquiera que algunas, como Santa Cruz, por ejemplo, llegue a la catedral cuando ya es Miércoles Santo. Eso no lo reflejan en ninguno de sus documentos. Eso da igual. El amigo de la Campana habrá llegado a buena hora y se irá a buena hora, habiendo visto los izquierdos de San Benito y escuchado a Las Cigarreras y Tres Caídas. ¿Qué más da como repercute en el nazareno una planificación que empieza y termina en Campana? ¿Qué más da que una persona termine su estación de penitencia a las 3 de la madrugada y a lo mejor llegue a las 4 a su casa? Para eso no hacemos un informe técnico. Visto desde la silla de Campana eso sólo son unidades de tiempo, ¿verdad?, señores del Consejo

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