sábado, 11 de noviembre de 2017

Candidatos políticos

Cuando se acercan las elecciones de alguna hermandad es para echarse a temblar. El parecido con la corrompida política es cada vez más cercano. Si esas elecciones son en una hermandad con más imán mediático, la cosa empeora. Las guerras son más descabelladas y los exabruptos mayores. Hoy se celebran elecciones en la mayor hermandad de Sevilla. Domina todos los apartado posibles: Presupuesto, número de hermanos, nazarenos en la calle e imagen mariana con más devotos. Los candidatos parece que han sido elegantes y caballerosos cara a la galería, pero sus seguidores no han mantenido las formas. El aspecto político de los candidatos a hermano mayor sigue en auge. 

Si analizamos detenidamente los programas con los que se presentan los candidatos, vemos algunas cosas que llaman la atención. Dice Santiago Álvarez que va a realizar un columbario de diez mil plazas. ¿Está eso estudiado? ¿Dónde está la memoria económica que debe acompañar una obra de ese calibre? ¿Ha hecho ya las introspecciones topográficas para saber si es viable? Personalmente yo eso lo veo una magnanimidad sin mucho estudio previo. Si tenemos en cuenta los hermanos de la Macarena, que una minoría de personas son incineradas y que dentro de ellos otra minoría es la que decidirá ser enterrados allí, nos sale que tardarán varios siglos en completar esos nichos. Sirva como ejemplo que el Gran Poder realizó un columbario en 2011 y a día de hoy solo 154 hermanos han sido alojados allí, es decir, aproximadamente unos 25 por año. 

Estas elecciones nos muestran, además, lo peor de nuestra sociedad cofrade, ese machismo recalcitrante que está costando la misma vida expulsar de la vida diaria de nuestras hermandades. Cada candidatura está compuesta por quince personas, Cabrero lleva solo una mujer, Álvarez ni siquiera eso. ¿Qué hermandad quieres proponer si desprecias en los puestos de poder al cincuenta por ciento que representan tus hermanas? Un anacronismo que todos nos debemos tomar en serio, no es posible que en la sociedad cada vez se avance más en este sentido y en el mundo cofrade sigamos en el 1624. Y digo este año no por casualidad, sino porque según Santiago Álvarez es el año desde el cual la hermandad no cambia su recorrido y por eso debe seguir así. A estas alturas tener que explicar que en cinco siglos ha cambiado todo, desde la fisonomía de las calles o las hermandades que componen la Madrugá hasta obviamente el número de nazarenos, da hasta cosa, pero es que hay quien quiere ocupar un cargo de tanta relevancia para la Sevilla del XXI y tiene la mente en el XVII. 

El trato dado a los medios con menos seguidores o que no son amigos del candidato también ha dejado mucho que desear en la candidatura de Santiago Álvarez. Alguien que pretende gobernar la hermandad más internacional y abierta de Sevilla, no puede (o no debe, al menos) cerrarse en comidas de prensa amiga o poner trabas continuas de agenda cuando es solicitado para un entrevista. Ni hay tantos medios cofrades que hayan pedido entrevista, ni los desplazamientos del candidato son más allá de las fronteras de la ciudad. No perdamos la perspectiva, el cargo de hermano mayor es importante dentro de la vida social de la ciudad, pero el que salga elegido no tiene la agenda de Trump o Rajoy. ¡Ah! y una petición para ambos candidatos, hace cuatro años hicieron una proclamación de candidatura que abochornó a gran parte de los hermanos de la Macarena y de la Sevilla cofrade. Ambos candidatos de este año formaban parte de la candidatura ganadora que celebró la proclamación de los resultados con gritos, abrazos y manotazos más propio de caseta de Feria que de recinto destinado al culto. Por favor, este año, gane quien gane, no nos hagan pasar al resto de cofrades la misma vergüenza ajena que hace cuatro años. 

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