domingo, 17 de diciembre de 2017

A ver si Asenjo da un baculazo y arregla esto

Ayer la Hermandad de las Aguas celebró Función principal en la parroquia del Sagrario. El traslado de ida estaba previsto para el viernes pero, debido a las condiciones de inestabilidad atmosférica que se preveían, fue aplazado al sábado. Para la vuelta la imagen de María Santísima de Guadalupe iba acompañada por la Banda Municipal de Mairena del Alcor. Todo esto como cierre de los actos con motivo del 50 aniversario de la bendición de la imagen y siendo la segunda vez que es trasladada por el mismo motivo, ya que el pasado mes de febrero estuvo celebrando esa misma efemérides en ese mismo lugar. 

Da la casualidad, o no, que hace escasas semanas a la hermandad de los Servitas se le denegó ir a su vecino convento de Santa Isabel. Da la casualidad, o no, que ese traslado había sido solicitado para celebrar Función por el 50 aniversario de la bendición María Santísima de la Soledad. Salta a la vista el agravio comparativo que Palacio ha perpetrado. No tiene explicación racional posible que a una hermandad se le permitan dos traslados en un año y a otra ninguno. Quien me conoce sabe que mi critica no va por permitir que una hermandad salga dos, tres o las veces que estime oportuno, sino que lo que no se entiende es que que a los Servitas no se le haya permitido. 

Cuando entre las hermandades hay alguna disputa, hay muchos que de manera automática sacan la famosa frase "A ver si Asenjo da un baculazo y arregla esto". Me echo a temblar cada vez que la oigo, no es hombre de arreglar conflictos, sino más bien de empeorarlos. A su sobrecogedora negociación, en el asunto Cajasur, con el hoy sentado en el banquillo, José Antonio Griñán, me remito. También me refiero a sus irrisorias normas diocesanas, poniendo en un compromiso a las hermandades que hacen cultos externos y haciéndoles creer que si van por el lado de la calle incorrecto están cometiendo el peor de los pecados. Asenjo, ese pastor al que le molestaba la música en caso de suspensión de estación de penitencia o en el Cautivo de San Ildefonso, pero que ayer no le molestó. Don Juan José, quien tiene parte del patrimonio de su archidiocesis en ruinas y a las monjas en condiciones de habitabilidad y subsistencia muy duras, pero cuyo Palacio Arzobispal está inmaculado y libre de cualquier grieta o riesgo.

Ha demostrado, una vez más, que la arbitrariedad es su modo de operar y llama la atención que quien dio la Función de las Aguas fue él precisamente, y es que la mujer del Cesar no solo debe ser honesta, sino que también debe aparentar serlo. Son ya muchos casos donde se ha actuado de manera aleatoria y sin un criterio objetivo o justo. Mientras tanto, los responsables del mundo cofrade seguirán despotricando de él en la barra del bar y besando su mano cuando lo tengan enfrente. Nunca fuimos una ciudad de valientes ni de personas que dijeran las cosas a la cara. 

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