domingo, 21 de mayo de 2017

Las ordenanzas y los ambigús

El pasado domingo se produjo en la casa hermandad del Rocío de la Macarena un hecho del todo desagradable. Supongo que a estas alturas todo el mundo está enterado, pero por si acaso hay algún despistado resumo brevemente lo que ocurrió. Durante una convivencia de hermandad, sita en calle Parras, un vecino llamó a la policía porque le molestaba el ruido que allí se estaba produciendo. Hay que decir que había algunas decenas de personas en la calle, bien porque les resultaba más agradable la temperatura o bien porque era donde se podía fumar. Hasta el lugar llegó un dispositivo de la policía que pidió el cese de la actividad y el cierre del local, cosa que ocurrió poco después, aunque precedido de algunas actuaciones personales poco afortunadas. 

Sinceramente creo que a las cuatro de la tarde de un domingo de mayo no se molesta tanto como para amenazar con el precinto de un local. Sin duda el dispositivo policial vuelve a ser muy excesivo, como ya ocurrió en el tema de los veladores de la confitería de la Campana. Furgonetas antidisturbios, motos, coches... no parece lo más adecuado para el desalojo de unas 150 personas, de las cuales la mayoría deduzco tenían una actitud pacífica. 

Pero a raíz de este tema hay cosas del mundo cofrade que también son criticables y de las cuales debemos reflexionar todos. No puede ser que haya quien agreda a una vecina porque suponía que era la persona que había denunciado, no puede ser que la reacción, cuando te comentan que tu actividad puede estar molestando, sea la de ponerse a bailar sevillanas y gritar más aún. Y no puede ser que tengamos la piel tan fina y pensemos que cualquier cosa que nos ocurre es una ataque hacía nosotros. Cierre de bares por incumplir ordenanzas más o menos parecidas a la que afectó al Rocío de la Macarena hay casi a diario en nuestra ciudad, servidor ha sido testigo de alguno de ellos. Pero claro, ellos no tienen la suerte de tener programas específicos que los defiendan y le den voz. Tampoco tienen articulistas influyentes que salen en su defensa. No es un ataque ni a las cofradías, ni al sentimiento religioso, es un incumplimiento de una ley y eso hasta lo reconoce el Hermano Mayor de la Hermandad del Rocío de la Macarena, persona cabal y sensata en mi modesto entender.

Seguro que se puede llegar a una situación donde las hermandades puedan hacer este tipo de actividades de manera más segura y adecuada a la ley. Estoy convencido que ninguno iríamos a un bar que sepamos no cumple unas normas mínimas, ¿Por qué pensamos que en un acto de hermandad no puede haber una intoxicación alimentaria? De hecho en 2013 la hubo en un evento benéfico en el Paseo de la O. Otro punto es que hay una mala costumbre que tenemos los sevillanos, pensar que podemos cortar o andar por una carretera sin que pase nada. En esa comida había niños pequeños, aunque la calle Parras no tenga el tráfico de la Ronda, tampoco se debe estar apostado en la misma carretera como si se estuviera en el patio interior de la casa hermandad, entre otras cosas porque carretera y niños son una mezcla muy peligrosa. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario