domingo, 5 de marzo de 2017

El muro de Asenjo

No había ningún problema por mucho que algunos digan que sí. Los viacrucis en Sevilla no ocasionaban ningún tipo de perjuicio, se hacían con rigor y con la necesidad evangélica que cada hermandad entendía era la correcta. Algunas personas necesitan de unos límites cerrados o unas normas arcaicas para no padecer sudores fríos. De nuevo Juan José Asenjo ha demostrado incapacidad para gestionar un asunto técnico. El propio arzobispo reconocía, en las entrevistas que le hicieron diferentes medios el pasado Miércoles de Ceniza, que él no puede entrar a solucionar aspectos técnicos (al ser preguntado por horarios y recorridos en Semana Santa), que él sólo debe moverse en el ámbito litúrgico, en eso estoy de acuerdo, sin embargo, luego no se acuerda que él no debe entrar en esos aspectos técnicos y hace una normativa técnica. 

No se puede pisar en ningún momento los límites de otra feligresía. Y da igual el sentido espiritual que se le quiera dar al viacrucis, da igual si los enfermos católicos, que estén estos días en el Hospital Macarena no pueden rezarle al Señor de la Sentencia, da igual si las monjas del comedor social del Pumarejo no pueden sentir la satisfacción de ver como su vecino, el Santísimo Cristo de la Buena Muerte, se acerca a su casa. Incluso da igual que haya hermandades, como el Santo Entierro, que tienen un problema severo por encontrarse en el límite de feligresías. Ha creado dificultades y un quebradero de cabeza donde antes no lo había. 

¿Por qué no se es valiente y se dice la verdad desde Palacio? ¿Por qué no se reconoce abiertamente que lo que se busca es una Semana Santa de interior más que de exterior? ¿Por qué no se dice que en la Plaza Virgen de los Reyes molesta el culto público en la calle?. La medida es más propia de los siglo XV y XVI, si Niño de Guevara sacó a las hermandades de su feligresía con un objetivo, parece que cuatro siglos después Juan José Asenjo las quiere encarcelar en su muro administrativo. No tiene sentido por mucho que los adláteres anden estos días activos por las redes sociales e intenten justificar lo injustificable.

Tan ridícula es la medida, que lo único que se pide es que esto figure en las Reglas. Es decir, si la Macarena, por ejemplo, decide poner en Reglas que tiene que ir a Bellavista, ya eso está bien, y ese viacrucis no crearía perjuicio a la ciudad, si San Gonzalo decide ir al barrio de Torreblanca, y así lo recoge en sus Reglas, pues tres cuarto de lo mismo. Ahora, si Santo Entierro no cambia sus Reglas, no puede ir a la Plaza del Museo, porque eso origina un perjuicio grave a la ciudad. El noventa y nueve de las personas vemos que esto es una tomadura de pelo y que no tiene ni pies ni cabeza, pero ese uno por ciento de rancios recalcitrantes sigue en sus trece que esto había que hacerlo, llevan años con el complejo porque Monte-Sión decidió hacer su rosario a Triana (algo que no es ningún mal, sino más bien todo lo contrario), dígase con claridad, manifestad a las claras vuestros complejos, hombre. 

Y cómo dije hace semanas, y recogiendo las palabras de Asenjo de hace unos días, si el arzobispo únicamente debe mandar en el aspecto litúrgico de las hermandades ¿Por qué no entra entonces en la obligación del uso de las túnicas bordadas? ¿Por qué no pide altares de cultos que no transgredan normas litúrgicas? Porque eso le da igual, lo molesto para él es rezar públicamente, lo molesto es que una imagen salga a la calle a evangelizar, lo molesto es que las hermandades son el motor de la Iglesia y no Palacio, por eso el poner trabas continuamente. 


Foto: ABC

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