domingo, 12 de octubre de 2014

Vándalos de chaqueta y sotana

El 3 de Junio de 2004 empezaba en esta ciudad una historia dramática. Ese día cerró temporalmente sus puertas uno de los templos con más historia de Sevilla. Alguien decidió echar el cierre a la iglesia y no moverse para que estuviera abierta lo antes posible. Así empezaba el Rosario por el que están pasando a día de hoy una gran cantidad de hermanos y fieles. El otro día vimos, con alegría, como los titulares de las hermandades de la iglesia de San Roque volvían a su templo ni un año después de su repentino cierre. En otras iglesias, como el Salvador, pasaron unos 5 años desde su cierre hasta su reapertura. Precisamente el Salvador tuvo un impulsor vital: Joaquín Moeckel, alguien que pretendió hacer lo mismo con Santa Catalina pero le pararon los pies ¿Por qué?

Santa Catalina es la historia de la desvergüenza de esta ciudad. Son Lágrimas de impotencia las que derraman quienes ven la desazón con la que se ha tratado este tema. Es la historia que nos pone delante de los ojos como a casi nadie le importa el patrimonio de esta ciudad. Si eso se hace con uno de los elementos de más valor de nuestro patrimonio que no podrán hacer con el resto. No tenemos conciencia del potencial que nuestras obras de arte e iglesias tienen. Si Santa Catalina fuera una iglesia de Francia, por poner un ejemplo, los sevillanos iríamos a verla con admiración, y lógicamente no habría estado cerrada más de 10 años. Como es nuestra y la tenemos aquí al lado no le echamos cuenta y no le damos el valor que tiene.

En Sevilla hablamos mucho del vandalismo que hay en las calles contra los monumentos de la ciudad, pero no debemos ni centrarnos ni pararnos sólo en esos vándalos gañanes, en su mayoría jóvenes, que destrozan la ciudad. Abramos los ojos para que Santa Lucía no nos tenga que proteger nuestra ceguera y veamos que los vándalos, aquí, también llevan chaqueta y sotana y son responsables, por acción y/u omisión, de destruir nuestro patrimonio. Que Santa Catalina se haya estado cayendo delante de nuestros ojos y nadie haya hecho nada ni desde el Estado, ni la Junta, ni Ayuntamiento, ni el Arzobispado, muestra muy a las claras el problema de educación patrimonial que tenemos. 

En mi opinión, vandalismo es también lo que pasará con Santa Catalina después que sea finalmente restaurada. ¿La podremos disfrutar los sevillanos y turistas que nos visitan? Vandalismo es hacer una pintada en la fachada de la iglesia, pero también es tenerla cerrada al creyente que no puede acercarse a tantas devociones que ese templo reúne, y también lo es ocultarle al extranjero los magníficos retablos que allí se pueden ver, amén de otras joyas del barroco de incalculable valor. Hasta que los sevillanos no nos concienciemos que eso también es vandalismo estoy seguro que no arreglaremos el problema y de nuevo la historia se repetirá ¿Cuál será la próxima Santa Catalina?


Foto: Universidad de Sevilla



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