domingo, 29 de noviembre de 2020

¿Debe haber cultos este mes de diciembre?

El próximo martes entraremos en el mes de diciembre, último de este fatídico 2020. Es la época en la que hay dos palabras que resaltan por encima de todas: Inmaculada y Esperanza. En condiciones normales, las priostías de un gran número de hermandades tendrían ya todo preparado para empezar a montar el culto. Pero este año todo es muy diferente, los inconvenientes legales y la sensatez que debiera imperar en las corporaciones invitan a pensar que lo más razonable es no mover mucho a las imágenes de sus camarines y retablos. Así lo han decidido ya algunas de ellas. 
  
Llevamos un año recibiendo golpes duros: Semana Santa, Corpus, procesiones de Gloria, salidas extraordinarias, multitud de cultos... por no hablar de otros eventos que afectarán más o menos, según los gustos de cada uno (Feria, conciertos, cines, teatros, Ferias del Libro...). Hemos ido salvando cada día 'señalaíto' como hemos podido, tragando saliva y con los ojos humedecidos. Ahora parece que nos aproximamos al principio del fin y vemos algo de luz, pero tengamos paciencia, todavía estamos metidos de lleno en el túnel oscuro.

Actualmente, creo que no tiene mucho sentido montar actos que atraigan a las masas. Entiendo a las juntas de gobierno que tienen ganas de volver a una cierta normalidad, pero en mi opinión lo que no debemos perder nunca es la perspectiva. Si desenfocamos nuestro punto de vista, puede parecernos que un culto y la vida/salud de las personas están al mismo nivel, e incluso algunos pueden llegar a ver lo del culto por encima. Una barbaridad. Una inmoralidad. La vida de las personas está por encima de todo. Es algo que no tiene debate.

Con las medidas adoptadas por la Junta de Andalucía se crea otra disyuntiva, esta sí más debatible, porque no conlleva en sí fallecimientos. ¿Está bien que una hermandad realice un culto sabiendo que el hermano de fuera de la capital tiene prohibido ir? Estamos creando una sociedad peligrosa, cada vez es más individualista y egoísta. Se usa la palabra buenismo como insulto, se prioriza la libertad individual al bien colectivo y se desprecia al prójimo, en vez de amarlo. Mal camino para todos es ese. 

Cualquiera que me conozca sabe las ganas que tengo de ver una procesión en la calle, disfrutar de jornadas maratonianas de besamanos como las del 8 de diciembre, 18 de diciembre o Domingo de Pasión, poder reunirme con amigos cofrades en la barra de una bar para charlar un rato sobre los cotilleos de este mundillo... en definitiva, volver a la normalidad. Pero mis deseos y mis ganas, mientras pongan en peligro a alguien, no son posible. Mis gustos y creencias no están por encima de tu salud. 

Me hubiera encantado escuchar la voz de Carlos Morán la próxima vez que vea a la Virgen de Valvanera, o que la hermana del convento de santa Angela de la Cruz que falleció por covid hubiera visto a la misma Macarena, cansada pero sonriendo, que veré yo unos metros después en la calle Feria, la próxima vez que la Esperanza salga a la calle. O divisar la figura del sacerdote Alfredo Corona entre la multitud que habitualmente rodea al paso de la Virgen del Amparo. Y tantos miles de cofrades que la próxima vez que vean una procesión no será junto a la persona que les hizo amar la Semana Santa. No podemos deshumanizar la tragedia escondiéndola detrás de números fríos, cuando lo que tenemos en realidad son familias destrozadas. 

No quiero recuerdos con lágrimas por el capataz que ya no está entre nosotros, ni dibujos de niños en la puerta del convento ni rezos de los feligreses por el sacerdote fallecido. Lo que me hubiera gustado es tenerlos a ellos junto a mí. Eso a día de hoy es imposible, pero sí tenemos en nuestra mano que nuestro egoísmo de disfrutar un rato no destroce más familias. Seamos sensatos. No hagamos que lo irracional gane a lo racional, cuando de lo que estamos hablando es de lo más sagrado que tenemos, la vida. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario