domingo, 10 de febrero de 2019

La estructura de pecado

La estructura de pecado es un concepto profundamente teológico, el cual se define no como un pecado "caído del cielo", sino como un pecado que surge por decisiones personales. Cada pecador aporta su grano de arena para que se geste el mal social. De este modo se crea un engranaje perjudicial para la ciudadanía. Advierte el papa Francisco que esta estructura favorece el interés personal antes que el interés común. Es algo con lo que convivimos en la sociedad de hoy en día y seguramente ahí sea muy difícil - quizás imposible - controlar. En la vida de las hermandades sí debería ser algo fácil de vigilar, sin embargo parece que nuestras asociaciones cada vez están más gangrenadas por este mal.

Son múltiples los delitos que se cometen en las hermandades de Sevilla cada día (seguramente en las de fuera también, pero esa realidad la domino menos). Delitos de carácter penal que van desde desvíos de fondos a elecciones donde votan muertos, pero también delitos de carácter espiritual y moral: envidia, soberbia, avaricia... En cualquiera de los casos son infracciones que parece hemos admitido como normales e incluso regularizado en el día de día de las corporaciones.

Si alguien demuestra que hay un censo irregular, se le expulsa de la hermandad. Si se demuestra que alguien ha desviado cientos de miles de euros, se le perdona y protege. Todo ello con el beneplácito de la Iglesia, cuando no incluso el impulso. Abarca desde los escalafones más cercanos de los directores espirituales hasta las más altas instancias de Palacio y se unen a esas personas malas que gestionan las hermandades. La estructura de pecado actúa así de manera cancerosa sobre todo el mundo cofrade.

La palabra hermandad solo la podemos usar para referirnos al cofrade normal, el que tiene una devoción hacía unas imágenes, va a los cultos cuando puede y el día de la estación de penitencia lo vive junto a sus hermanos como una jornada especial, ya sea desde dentro del cortejo o desde fuera. La palabra hermandad queda lejos de esas familias y personas que dominan  o quieren dominar las corporaciones de manera tirana. En muchos casos solo están ahí para saciar sus egos y como rampa social. No solo les queda lejos la palabra hermandad, sino también están muy alejados de los conceptos legalidad, moralidad y decencia. Junto al institucionalismo seglar, civil y eclesiástico son los responsables de crear y fortalecer la estructura de pecado del mundo cofrade.

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