domingo, 18 de noviembre de 2018

¡Vivan las caenas!

Corría el año 1814, el miserable felón de Fernando VII volvía al país después de su incapacidad y traición en el 1808. En 1812 España había abierto la puerta del progreso, pero solo dos años después, el pueblo recibía al rey absolutista desenganchado los caballos de sus carrozas y siendo ellos mismos los que tiraban al modo de tracción animal. Surgió ahí el famoso grito de "¡Vivan las caenas!", algo que se convirtió casi en un emblema del poder absolutista y que, en general, define muy bien la historia de España y en particular el pensamiento de una parte importante de la sociedad.

Esta misma semana, con todos los matices que cada uno le quiera poner, la mayoría de hermanos mayores de Sevilla han decidido ser mulos de carga (metafóricamente hablando, obviamente). Sinceramente, no es que yo tuviera mucha confianza en que Antonio Piñero fuera a ser tan aperturista como indicaba en alguna de sus declaraciones, pero al menos sí parecía que había detectado los evidentes problemas que tiene la Semana Santa de esta época. Francisco Vélez es imposible que solucione nada, porque él ni siquiera ve los problemas.

Uno de los puntos caliente es el Martes Santo, donde después de décadas de dificultades, se había llegado a una buena solución. Sólo habrá durado un año, si depende del nuevo presidente. Una vuelta atrás en toda regla, una imposición a la voluntad unánime de toda una jornada. Decía Francisco Vélez - Paco para los del club privado - que el Consejo había perdido el cariño de las hermandades y que él quería recuperarlo. Curiosa forma tiene de recuperar el cariño, tirando por tierra el magnífico trabajo de ocho hermandades e imponiendo su pensamiento arcaico y más propio de otro siglo. Tener a una persona con semejante grado de anacronismo es un peligro no solo para las hermandades, sino para todos los cofrades.

En la carrera oficial tampoco ve peligro y conflictos, dice que si acaso una cuantas sillas en Sierpes, pero apostilla que se deben quitar paulatinamente, sin prisas. No vayamos a volvernos loco solucionando problemas, Paco. Por estas cosas digo que es un peligro social poner al frente de una institución tan importante a personas con este pensamiento. Si hay una desgracia, aún más gorda que las que ya hemos sufrido - y no tengo la más mínima duda que la habrá, si seguimos en este plan -, las consecuencias van a ser mucho más terribles. A los del Consejo les da igual, les va a coger en su corralito particular de Campana. Los que de verdad estamos en riesgo somos los cofrades, pero por desgracia a los de la burbuja social no les importan nada más que sus egos e hipocresías. Se seguirán dando premios así mismo y puñaladas traperas después. Viven en el mundo de la mentira y de las cadenas.

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