domingo, 18 de diciembre de 2016

El criticón

Nuestro protagonista de hoy se levanta temprano en un fin de semana tan especial, como es el de los besamanos de las Esperanzas. Suena el despertador y rápidamente coge su móvil para ver que se cuece en Twitter. Ya están publicadas las fotos de los besamanos y empieza a no gustarle lo que ve. Pone el tuit de crítica correspondiente y retuitea todo lo que ve en la misma dirección. Cuanto más hiriente el tuit, mejor. Luego se levanta y se prepara para lo que el llama "su ruta": Trenca de Emidio Tucci, zapatos Testoni, se envuelve en su bufanda de Burberry y previamente, como no, ha gastado gran parte de su bote de gomina, para poder salir a la calle como gubiado por Castillo Lastrucci. Empieza su paseo por el centro, va mirando para arriba y al ver las luces exclama: "Vaya luces navideñas tristes, ¡Ay! este alcalde que no tiene ni idea de nada". Luego llega al primer besamanos, se escandaliza con la cola que ve, pero se pone en ella. Para no perder el tiempo, aprovecha ese momento para seguir con sus retuits y tuits de crítica.

Empieza a vislumbrar a la imagen, "¡Qué horror! ¡Cómo han podido ponerle la saya esa!, y ¡ese tocado! Este vestidor no tiene ni idea de nada". Cuando está apunto de llegar su turno, la abuela que está delante de él decide hacerse una foto junto a la imagen. Esto desespera a nuestro protagonista y piensa "Esto es un besamanos, ¡por Dios!, estas cosas no se deberían permitir. No saben nada". Se va de ese besamanos y se dirige a otro. Aquí no le gusta como está el altar de besamanos. "Pero si es que es normal, es que este prioste no tiene ni idea de nada". Besa la imagen y se para a hablar con unos conocidos que tiene en la Junta. "Magnífico como siempre el culto, enhorabuena al prioste, de nuevo ha hecho un trabajo excelso" le comenta a esos miembros de Junta, sin recordar u obviando que sus tuits no están en un mundo paralelo ajeno a este mundo. 

Llega la hora de la cervecita, nuestro amigo se mete en un bar y se pide una ensaladilla. Palidece cuando ve que la presentación de la misma es en bolas. "Si es que en este bar no tienen ni idea de como se debe poner una ensaladilla". Llega la hora de la ronda vespertina, la de los besamanos que le quedan. Entra en la iglesia y ya de lejos lo ve, es un insignificante elemento del altar pero que litúrgicamente es incorrecto para nuestro criticón profesional. "Madre mía, ¿el párroco no dice nada al respecto?, si es que deja a los jóvenes que no tienen ni idea de nada y claro, pasa lo que pasa".  Y sigue de besamanos, y ninguno tiene nada bueno, y todos él lo haría bastante mejor. Apesadumbrado por tanto desvarío vuelve a su casa. Mientras pasea va dándoles vueltas a la cabeza a todo lo visto en el día, sabiéndose con esa superioridad moral del que domina todos los aspectos del mundo cofrade, porque lleva 30 años leyendo "El Recuadro".

Nunca estuvo en un seminario, nunca fue a la Facultad de Arte, ni tampoco se metió en un cocina, obviamente no trabajó en un taller de bordados y ni siquiera se atrevió a limpiar un poco de plata en su hermandad. No tiene formación ni académica, ni lectiva en nada de eso, pero de todo eso él sabe más que nadie, faltaría más. Le pasa a muchos que confunden sus gustos personales con leyes universales de lo que se debe hacer. Es normal que todos tengamos opiniones y gustos personales, pero confundir eso con algo que debe ser irremediablemente así, hace que en ocasiones se vean tuits o se escuchen comentarios en los besamanos realmente ridículos.






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