domingo, 29 de enero de 2017

¿Para qué cambiar?

La pasada semana conocíamos de manera oficial que no habrá cambios en el próximo Martes Santo. ¿Para qué cambiar si todo está bien? Ni que hubiera un notorio peligro de seguridad en la zona de la Alfafa, ni que hubiese cofradías que entran cerca de las 4.00 horas. ¿Para qué cambiar? ¿Acaso no es razonable que la última cofradía del día haga estación a la catedral en horario de Miércoles Santo?. Lo que funciona no hay que tocarlo han debido de pensar. Lo han bordado los egoistas hermanos mayores, y sobre todo un Consejo que sigue la misma línea peligrosa e ineficaz de sus antecesores. Es vergonzante ver que durante décadas se cometen los mismos errores y los mismos egoísmos, les da igual poner en peligro a sus propios cortejos y cofrades en general, lo importante es no cambiar nada. Se tiene más miedo a un cambio de orden, que a una tragedia en la Alfalfa o al posible altercado que una hermandad puede sufrir cuando está a ciertas horas de la madrugada en la calle.

Y no, la solución no es poner vallas y más vallas, entre otras cosas porque tampoco tiene sentido agolpar más gente al final del segundo recorrido oficial, o "encarcelar" a los que horas antes entren en el "corralito" de calle Francos y Cuesta del Rosario. Eso no es solución, eso es sólo parchear y rezar para que no ocurra una fatalidad. Porque claro, el día que ocurra sí que cambiarán, ahí ya se les vendrán abajo los humos a algunos y sí impondrán, desde arriba, un criterio y unas exigencias. ¿De qué sirve un Consejo que sólo elige pregoneros, cartelistas y cáterin de actos tan vacíos de contenido como sus decisiones? ¿Otra vez nos van a decir que las convivencias que hacen durante todo el año fomentan que luego sea más fácil llegar a acuerdos? Ya se ve. ¿De qué sirve que nos digan que los hermanos mayores se llevan bien entre ellos, si luego les da igual las circunstancias adversas en las que tienen que realizar la estación el resto de corporaciones?

Ya está bien de tomar el pelo al personal, ya está bien de fotos de ojana, ya está bien de decir que con tiempo y buenas maneras todo se arreglará. Todos estamos de acuerdo que es mejor hacer las cosas por las buenas que con imposiciones, pero a estas alturas es obvio que las buenas formas no llevan a la solución. Hablamos del Martes Santo, pero ¿y la Madrugá? No dicen nada, ¿También lo están hablando entre Cruzcampo y Cruzcampo para luego decirnos que este año tampoco será el de la solución definitiva? Muchas convivencias, algunas propuestas y ninguna solución, ese podría ser el lema de Consejo, no sólo de este, sino prácticamente el de todos desde hace décadas. Sigue habiendo problemas en casi todas las jornadas de la Semana Santa, pero nadie quiere asumir la responsabilidad de tomar decisiones.

Es indignante que, por ejemplo, en esta nueva inmovilidad del Martes Santo se diga que el plan definitivo debe salir sin ningún veto. Al parecer se propusieron dos alternativas con algunos cambios de orden. Había hermandades que no les gustó y lo vetaron. Crear una solución a partir de tener que conseguir la decisiones por unanimidad es una barrera infranqueable, además de un criterio ridículo e injusto, ya que el actual Martes Santo estaría vetado por Dulce Nombre y Candelaria ¿Su veto vale menos que el de otras hermandades del día? La solución debe llegar de la proposición justa, razonada y lógica que debiera hacer la junta superior del Consejo y el delegado día.


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