domingo, 27 de mayo de 2018

Pastora de Capuchinos (27 de mayo de 2018)








Desamparados de Alcosa (26 de mayo de 2018)








Anunciación de Juan XXIII (26 de mayo de 2018)









María Auxiliadora de San Vicente (25 de mayo de 2018)









Seguridad y dinero

A nadie escapa que en esta época que nos ha tocado vivir estamos mediáticamente bombardeados por elementos que nos hacen vivir atemorizados. El miedo hace que el ciudadano sea más dócil a la hora de admitir medidas que en condiciones normales no admitiría. En 20 años ha cambiado nuestra forma de viajar, de ir a ciertos eventos o la decoración de los centros urbanos de las grandes ciudades. Eso en un contexto general a escala mundial y sobre todo con un impacto emocional como fueron los atentados que EEUU sufrió en 2001. Si lo llevamos a una escala concreta y local tenemos algo parecido, las avalanchas de la Madrugá del año 2000 provocaron la creación del Cecop. A partir de ahí la Semana Santa ha cambiado bastantes elementos, cosas que antes el cofrade hubiera protestado, ahora agacha la cabeza y las asume con cierta naturalidad. "Es por tu seguridad", le dicen.

Sería temerario decir que algunas de esas medidas se toman de manera precipitada, ya que detrás de ellas suele haber profesionales que han trabajado un largo tiempo para que otros podamos estar seguros, pero creo que también hay que ser conscientes que detrás de otras medidas lo que hay son intereses políticos y pecuniarios, que aprovechan la coyuntura para ser implantadas. Nos hacen ver, cuando les interesa, que la seguridad es lo primero, pero en realidad esta premisa es falsa, lo primero es el dinero y en un segundo plano la seguridad. 

Donde seguridad y dinero coinciden - y normalmente se enfrentan - es en la Carrera Oficial. Cualquier cofrade ha podido observar como año tras año el número de sillas ha ido creciendo, hasta el punto de crear un verdadero hacinamiento de sillas y personas. No es cómodo, pero lo más grave es que no es seguro, sin embargo ahí no sale a relucir el mantra de la seguridad, porque como hemos dicho antes, éste impera siempre y cuando no encuentre enfrentamiento con la economía. Una de las frases que más repiten los cofrades es "la calle Sierpes es una ratonera", si detrás de su eliminación no hubiera una cuestión económica ¿alguien duda que no estaría ya eliminada de la Carrera Oficial?

Incluso se llega a la desvergüenza, nos dicen desde el Cecop que Sierpes es más segura que Tetuán. Es sonrojante e indignante que tengan que rebajar el argumentario hasta la mentira. La verdadera clave es que detrás de ese posible cambio hay intereses políticos y económicos. No importa tanto tu seguridad, si Zara tiene que cerrar tres tardes un par de tiendas de una ciudad media. Da igual tu seguridad, si Inditex presenta un balance semanal negativo en uno de sus miles de centros. Lo importante no es tu seguridad, lo primordial es que el bolsillo de los suecos de H&M no tenga una mínima fisura. Da exactamente igual si el perjudicado es un pequeño comercio de la calle Sierpes, lo que no permitirán nunca es que las grandes fortunas se vean ligeramente dañadas. En el peor de los casos ¿qué repercusión real tiene cerrar tres tardes estas tiendas de Sevilla en un balance mundial de miles y miles millones de beneficios económicos? Ni lo notarían, pero eso da igual, es una cuestión de ideología y dinero. 


domingo, 20 de mayo de 2018

Las modificaciones del Corpus

Como cada año llega la polémica del Corpus, la ciudad que vive en un bucle eterno de debates vacíos, elige esta fecha como una de las claves del año. Esta vez la controversia ha sido avivada otra vez por Asenjo y unas declaraciones suyas. Cada año – ahí está la hemeroteca – él decide entrar en ese juego. Siempre antes de la celebración dice lo mismo, pero luego no actúa. Se ha adaptado bien a la ciudad, ya piensa y obra como el sevillano medio, puede arreglar las cosas pero no lo hace, para así tener algo de lo que quejarse. Recordemos que el Corpus lo organiza él, por lo que puede disponer lo que le venga en gana, si no lo hace estará actuando mal según su propio criterio.

El modelo del Corpus no está ajustado a los tiempos y eso es un peligro. Es evidente que le sobran muchas personas en el cortejo, muchísimas. Ya no entro en si van por “postureo” o por un fin religioso, la realidad es que todo se tiene que ajustar a la época que nos ha tocado vivir. La procesión tarda mucho en pasar, tiene un recorrido excesivamente corto, un horario muy tardío y no se potencia lo que debería ser uno de los pilares: los altares. Cada edición son las mismas hermandades las que ponen los altares, no se está fomentado este elemento entre las corporaciones, entre otras cosas porque se hace un concurso sin sentido y que empieza a tener trazas de amiguismo.

Un indicativo de que algo falla es que haya personas terminando la procesión cuando ni tan siquiera ha salido la Custodia. La Hermandad de la Cena debería volver de noche, los años de calor – casi todos – es un suplicio para sus propios hermanos y músicos. Discrepo con Asenjo en los pasos que debe haber en la procesión, al contrario que él, que piensa que hay muchos, yo creo que debe haber más. Si bien es cierto que lo esencial es el Santísimo, no es ninguna herejía honrar en ese día a los santos locales, incluidos, por ejemplo, los olvidados San Juan de Ribera y San Hermenegildo. Puestos a replantear se debería replantear hasta el día de la celebración. Actualmente ya es un problema que la jornada solo sea fiesta local, pero recordemos que eso lo decide el Ayuntamiento cada año, si un año se decide legítimamente que el Corpus no sea uno de los festivos locales ¿qué pasaría?

El Corpus es probablemente la fiesta más importante de Sevilla, si de historia hablamos. Como cualquier tradición hay que adaptarla a los tiempos, porque si no perderá fuerza. Poco a poco se va viendo un desarraigo de la ciudadanía con la festividad. Si pudiéramos hacer una comparativa de asistencia de los últimos 20 años, veríamos como cada año decrece. Si no empezamos a hacer modificaciones ahora, puede que en un futuro nos encontremos un problema mayor. No tengamos miedo a hacer esos cambios y no esperemos, como siempre, a tener el problema en lo alto para así actuar.