sábado, 27 de junio de 2020

Caridad y patrimonio

No es ser catastrofista decir que los próximos años serán de una profunda crisis social y económica en el mundo. Los estragos de la pandemia se van a dejar notar indudablemente en todos los aspectos de nuestras vidas. Dentro de estos aspectos, y centrándonos en lo que en este humilde rincón cibernético solemos tratar, está la Semana Santa, cómo no. Siempre defiendo aquella magnífica definición de Isidoro Moreno: el fenómeno total. Mutilar cualquier aspecto de la celebración es herir gravemente a la misma. Dentro de este mundo poliédrico existen tres ejes fundamentales: culto, patrimonio y caridad. Personalmente, no concibo a las hermandades desechando cualquiera de esos tres aspectos. Obviamente, hay mucha personas que sólo se acercan al mundo cofrade por uno de ellos (o por otros que también existen), pero ahí está la clave, ser nexo de un grupo social diverso. 

Las hermandades no pueden vivir fuera de su contexto. De hecho, nunca han vivido así. Por eso se ha mantenido la tradición a lo largo del tiempo. La Historia de Sevilla es la Historia de sus corporaciones, en gran medida. Este contexto viene marcado por el tejido labrado a lo largo de los años. El mundo cofrade juega un papel vital en Sevilla desde hace siglos. Tirar piedras contra nuestro propio tejado sería ir contra la ciudad misma. No entiendo el debate absurdo que se ha generado, ahora que no se nos avecinan problemas. ¿Cómo vamos a renegar de uno de nuestros ejes? De nuestra esencia.

Me entristece cuando escucho a cofrades menospreciar la labor social que hacen las hermandades. Labor en la mayoría de los casos es callada. Me apena, igualmente, cuando se entiende el dar trabajo a un artista como algo banal. Dar trabajo nunca será algo banal, más bien al contrario, es la base desde la que se construyen las sociedades más avanzadas. No hay que ver detrás de un hilo de oro algo superficial, hay que ver el pan de muchas familias. Cambiando esa perspectiva, quizás cambie el discurso, también. Puedo llegar a entender a quien ajeno al mundo cofrade no comprenda esto, porque como digo, esa labor es callada y no publicitada en la mayoría de los casos, pero creo que dentro de las cofradías todos conocemos su importancia, o deberíamos conocerla. Por ello me resultan más extraños algunos comentarios o debates.

Construir un mundo individualista es tan peligroso como que supone el fin de la sociedad. Nadie por sí sólo puede vivir. Nadie. Somos animales sociales y a la misma nos debemos. ¿Por qué digo esto? Porque el otro eje que algunos quieren tumbar es el de la caridad. Se dice la frase de "Las hermandades no son ONG". Es sobrecogedor oír esa frase cuando se sabe que los comedores sociales se han multiplicado por cuatro en estos meses. Cuando oímos esas cifras no son números, simplemente. Son familias, personas con un presente y futuro destrozados. Los cofrades tenemos una herramienta magnífica para poder ayudar. No sé si somos ONG o no, lo que sí sé es que tener esa posibilidad de ayudar y no hacerlo, nos convertiría en cánceres de la sociedad. Igual que se dice "No son ONG", podemos decir "No son entidades sólo de culto", no lo han sido prácticamente nunca, al menos aquí en Andalucía. ¿Por qué eso no te lo dicen quienes machaconamente quieren homogeneizar el mundo cofrade?

Los tiempos que vienen son duros, y más lo serán si nosotros mismos renunciamos a las primeras de cambio a nuestra razón de ser. El mundo cofrade es circular, tanto en su aspecto económico como en el social. Si nosotros mismos atacamos los ejes de la ciudad, la caída será aún mayor. El círculo se romperá y entonces el peligro de perderlo todo será más real que nunca. Una entidad que desprecia al que no tiene nada o que no da pan (trabajo) pudiendo darlo, es una entidad sin valores. ¿De qué sirve el culto (la religión), si te quedas sin valores? Caridad y patrimonio, quien te diga que tienes que elegir entre uno de ellos, es que quiere fragmentar a las cofradías. Quien encima te diga que tienes que renunciar a los dos, es que quiere convertir a las hermandades en entidades amorales. 





viernes, 26 de junio de 2020

La Sevilla del futuro (y IV): la crisis medioambiental

Como he insinuado en los artículos anteriores, el punto medioambiental es quizás el reto más importante al que la ciudad (el planeta en realidad) se tiene que enfrentar a partir de ahora. Un municipio con una calidad medioambiental alta hace inexorablemente que sea también una ciudad sana y genere más riqueza, de todo tipo. Una ciudad poco amigable con su aspecto ambiental será, igualmente, más insalubre y generará muchas perdidas en la cuestión económica y saludable.

Vinculado al turismo vimos la urgencia que tenemos de empezar a imponer tasas turísticas que vayan destinada a reparar el posible daño que el turismo provoca en la ciudad. Si estas tasas no son cobradas, el daño se produce igualmente y será el sevillano quien tendrá que repararlo de su bolsillo. Son multitud de ciudades europeas las que tienen implantado este sistema y se está demostrado efectivo. 

Pero el gran problema de la ciudad está en su nula planificación. No existen vías verdes que conecten la periferia y el centro. Ni fuera del centro, espacios donde el peatón pueda transitar libremente. Al igual que existe una red de carriles bicis, debería existir una red peatonal espaciosa y con vegetación que uniera los barrios con el centro. Igualmente, zonas verdes en estos barrios. Pero desde hace algunos años Sevilla ha empezado a andar el camino inverso. El de la tala masiva de arboles. Cada vez menos hay menos espacio para el peatón. Ahora, con la distancia física que se nos exige, al Ayuntamiento le  han estallado las costuras. Sigue impasible sin dar una solución.

La apuesta por el transporte público debe ser más decidida y - volvemos a decir la misma palabra - planificada. Estos días está de actualidad el tranvía. Una obra que representa todo lo negativo que una corporación puede hacer en estos momentos. No sólo es un infraestructura innecesaria y costosa, sino que tal como está planteada, conllevara una nueva tala de árboles. En este caso en Luis de Morales y la avenida de San Francisco Javier.

En resumen, las líneas generales que el Ayuntamiento debería plantearse para salir de esta crisis, como una ciudad mejor, son: solidificar un urbanismo verde, con infraestructuras y herramientas que sean eficaces para el ciudadano. Crear, de una vez por todas, un modelo de ciudad que no dependa del que viene de fuera, sino que se base en quién vive aquí los 365 días del año. Una gran ciudad que sepa explotar sus grandes potencialidades y con éstas tape las deficiencias que también pueda tener u originar. Antes que la Covid llegara a nuestras vidas, la ciudad llevaba una camino que la conducía directa al abismo. Ahora el escenario ha cambiado, o sabemos adaptarnos o ya no es que estemos en el camino hacía el abismo, sino que estaremos directamente cayendo por el mismo. 

lunes, 15 de junio de 2020

San Bernardo: barrio y hermandad

El fenómeno social y antropológico es sin duda uno de los aspectos más destacables de la Semana Santa de Sevilla. La simbiosis entre barrio y hermandad, normalmente, acaba definiendo a ambas. Hay barrios que no se entienden sin su hermandad, y hay hermandades que no se entienden sin su barrio. En este artículo vamos a ver uno de los ejemplos más complejo que se da en Sevilla: San Bernardo. Una zona que ha sido históricamente maltratada por los gestores municipales y cuya bandera es hoy en día la hermandad. El urbanismo, elementos industriales, infraestructuras e hitos geográficos han determinado el sino de esta zona de la ciudad. Cada Miércoles de Santo vemos numerosas señales de cómo ha sido la Historia del viejo arrabal.



Banderín de San Bernardo

En la época musulmana, el actual barrio de San Bernardo estaba a las afueras de la ciudad y se le conocía con el nombre de Benialofar. Situado cerca del Palacio de la Buhaira, construcción que mandó levantar - sobre una laguna desecada - el califa Abu Yacub Yusuf. La orden templaria fue una de las que ayudó en la conquista de Sevilla. Una parte de sus tropas establecieron campamento en aquí, dejándolo asolado a su llegada. A las órdenes del infante Alfonso, llevaron el asedio intramuros frente la Puerta de la Carne. Hoy en día sigue muy presente esta reminiscencia en el callejero: Valme, Tentudia, Santo Rey, Campamento, Huestes, Alonso Tello, Gallinato, Cofia... incluso el nombre de San Bernardo tiene relación con este hecho histórico, ya que las tropas cristianas se asentaron en esta zona el 20 de agosto de 1246, día de su onomástica. Posteriormente, el rey santo ordenó levantar una ermita con el nombre de San Bernardo, justo en el lugar que hoy se encuentra la parroquia. Los meses anteriores al asalto a Sevilla, los caballeros que acompañaban al monarca competían entre ellos para conseguir ser su mejor valido. Es el motivo por el cual la actual calle Marqués de Estella se llamaba anteriormente Competencia. 


En la Baja Edad Media la zona está casi despoblada, quedó convertida en Huerta del Rey. Existió durante décadas, una lucha entre varios monarcas por el dominio de estos terrenos, hasta que en el siglo XV los Reyes Católicos otorgan la propiedad a Catalina de Ribera. Es a partir de ese momento cuando experimenta un crecimiento. Fundamentalmente, con la creación del convento de Portacoeli y el primitivo matadero. Era una zona de moriscos que vivían de la agricultura. En el XVI sigue creciendo, ya no sólo con la agricultura, sino también como zona industrial. Destacan numerosos hornos de pan y la fundición de Juan Morel (1555), precedente de la fundición de Artillería. A finales de este siglo se levanta el primer templo de la zona. El siglo XVII es dantesco en toda la ciudad. Crisis de todo tipo, siendo el peor momento la epidemia de Peste de 1649. San Bernardo se resiente, lógicamente.


Grabado de Hoefnagel (1565). Observamos algunas casas en la zona

Y llegamos al siglo XVIII, época en la cual el barrio vive un importante auge, gracias a que la meteorología ayudó a tener muy buenas cosechas. Se produce una «explosión demográfica». Es en ese contexto cuando aparece el germen de la Hermandad de San Bernardo, gracias a que un grupo de jóvenes empiezan a "jugar" a los pasos. El paso se guardaba dentro de la Fundición de Artillería, donde residían los impulsores de esta iniciativa (Juan Severino y Juan Rodríguez). Posteriormente, llegaron a salir desde el horno de Ramón Peredo, situado en la calle Ocho Hornos. Lugar y nomenclátor que indica el peso industrial que antes hemos comentado. Fue conocida como la Cofradía de los Muchachos durante algún tiempo, debido a esta semilla infantil de su fundación. Anteriormente, en 1732, se había fundado la Hermandad de la Santa Cruz y Nuestra Señora del Patrocinio en la parroquia. Y la Sacramental, que también estaba establecida en la parroquia. La Hermandad de la Santa Cruz y Nuestra Señora del Patrocinio ya tenía por aquel entonces una fuerte vinculación con el mundo taurino a través de Joaquín Rodríguez "Costillares". En 1851 se fusionarían ambas corporaciones.



Banderín de la Virgen del Patrocinio

El Domingo de Ramos de 1762 salen de la parroquia portando el crucificado que había en lo alto del altar de la Sacramental. En 1763 el provisor José Aguilar y Cueto no aprueba las reglas presentadas por Juan Antonio de Villanueva. Aunque el cardenal Solís da la licencia para procesionar en la tarde del Lunes Santo, siempre y cuando lo acompañase el cura, y Juan Ponce de León, presidente de capillas, diese el correspondiente permiso para que la cofradía saliese del templo. Para dar mayor lucimiento a la procesión, se solicita sacar la imagen de un crucificado del vecino convento de Portacoeli. Además es el prior de dicho cenobio bendice una imagen de la virgen, siendo advocada como del Refugio. Los pasos se montan en el convento y son trasladados a la iglesia en la noche del Domingo de Ramos. En 1764 se aprobaron las reglas y empiezan a hacer estación de penitencia a la catedral. En 1765 sale el Miércoles Santo, ya con el crucificado que había en la parroquia.


Es reseñable mencionar el contexto en el que la cofradía da sus primero pasos. En 1767 llega a Sevilla Pablo de Olavide. Con el vino la Ilustración a la ciudad. Urbanizó y limpió muchas de las calles, mandó levantar el primer mapa topográfico, fundó la Sociedad Patriótica, reformó los planes de estudios universitarios... En lo referente a las cofradías, en 1768 prohibió que estuvieran de noche por las calles. El 5 de octubre de 1771 se emitió un informe donde se indicaba que en Sevilla existían 426 hermandades, 374 cofradías, 50 congregaciones y 21 órdenes terceras. Todo ello en una población que lo que tenía era algo más de 100.000 habitantes. 20 hermandades tuvieron reglas aprobadas por el Consejo de Castilla, entre ellas San Bernardo (1793).


San Bernardo en el plano de Olavide (1771)

Entre 1780 y 1786 se construye la actual parroquia, siguiendo las trazas del arquitecto José Álvarez. En 1782 se había consolidado la función industrial con la fábrica de artillería (una de las más importantes de Europa). Una fábrica que junto a la hermandad han formado parte de los pilares del barrio. Cada Miércoles Santo podemos observar la escolta que los artilleros hacen a los pasos de la corporación. La incorporación de santa Bárbara, como titular de la hermandad, hay que justificarla por esta unión, ya que es la patrona de la artillería y la minería.

 

Representación de santa Bárbara en el faldón del palio de María Santísima del Refugio


Jarras en forma de "cañoncitos" del palio de María Santísima del Refugio


Guion de Santa Bárbara en el cortejo de San Bernardo


Artilleros escoltando los pasos el Miércoles Santo (Foto ABC)

En los últimos años de este gran XVIII se empieza a vislumbrar un cierto decaimiento, que prosigue en el primer tercio del XIX. Los deshechos del matadero arrojados al Tagarete, que convierten la zona en insalubre, unido a que la población que vivía allí era de muy poco poder adquisitivo, hizo que se sufrieran numerosas epidemias que lastraron la evolución que había experimentado en el XVIII. Especialmente dañinas resultaron la fiebre amarilla y cólera. Por la primera de éstas, salió el Cristo de la Salud en procesión de rogativas en el otoño de 1800, iba "con muchos nazarenos descalzos delante del paso con cirios" y los niños del Colegio de Náutica de San Telmo.


Es en el XIX cuando la corporación del Miércoles Santo empieza a configurar una de sus mayores señas de entidad en la actualidad (aunque como vimos antes, venía ya desde el siglo XVIII). La Hermandad de los Toreros, como popularmente se le conoce, tiene su origen en Francisco Arjona "Curro Cúchares". Impulsa a la corporación, ya que ésta había ha entrado en una época de decadencia en consonancia a la del barrio. Su muerte, por Peste Negra, mientras estaba en Cuba, hace que haya un frenazo en el impulso que se estaba produciendo. Es su hijo, quien rodeado de otros toreros, volverá a impulsar a la Hermandad de San Bernardo años después. Hay que recordar que no es casual que el barrio sea cuna de grandes matadores, ya que la vinculación es histórica con estos festejos, primero por realizarse en el antiguo matadero (primer sitio de Sevilla donde se hicieron) y luego por la creación de la plaza de toros de la Monumental a escasos metros de San Bernardo. Hay que destacar familias como los Trigos, Bienvenida o Vázquez. Actualmente, esta relación se mantiene con el diestro Eduardo Dávila Miura. 


San Bernardo en el plano taquimétrico de Sevilla y sus afueras (1890)



Los hermanos Pepe Luis y Rafael Vázquez

El gran hito del barrio será desde ese momento la inauguración de la estación de ferrocarril en 1860, que incrementa la importancia de San Bernardo por lo que representa de actividad económica, pero a cambio de separar por completo al barrio, debido a la barrera que formaban las vías del tren. Hecho que repercutió negativamente en el crecimiento de los años posteriores. Este aislamiento geográfico hizo que, de nuevo, se entrara en crisis. Quedando como un enclave degradado, dentro de la expansión de la ciudad que empezaban a experimentar zonas cercanas. Se unía, en estos años, un recorrido tortuoso, ya no sólo en las calles de su feligresía, sino también en su recorrido de ida y de vuelta de la catedral. El deficiente estado del pavimento de las calles del arrabal, así como farolas, marmolillos, salientes y todo tipo de mobiliario urbano, motivaron que el mayodomo de la hermandad solicitara en 1892 la intervención del Ayuntamiento hasta en catorce calles de su recorrido. 


Litografía de la estación de Sevilla (1864), Eduardo Antón Rodriguez, Guía del Viajero, BNE



Riada de 1877

Dichas décadas tristes y sombrías fueron la antesala del gran cambio del barrio. La segunda mitad del XIX y los principios del siglo XX, suponen la mayor transformación de San Bernardo en toda su historia. Se afianza como zona industrial: pirotecnia militar, fábrica de cápsulas,un nuevo matadero (ya fuera del barrio)... El desarrollo urbanístico de la ciudad tiene en esta demarcación algunos de los cambios más profundos: cubrimiento del arroyo Tagarete, derribo de la muralla, construcción del puente de San Bernardo (1924), hoy tan emblemático para la hermandad y la Enramadilla para salvar la vía ferroviaria. También en 1924 se construye el cuartel de Bomberos (al igual que el puente, obra de Juan Talavera y Heredia) y el mercado de la Puerta de la Carne (Gabriel Lupiañez Gely y Aurelio Gómez Millán) en 1927. Este último es uno de los pocos ejemplos de arquitectura racionalista en Sevilla. A lo largo del tiempo se ha afianzado también una relación de confraternidad con el vecino cuerpo de Bomberos. Cuya máxima expresión está en el regreso de la cofradía cada Miércoles Santo, cuando los funcionarios honran al Santísimo Cristo de la Salud y a María Santísima del Refugio con una iluminación especial y una petalada.


Construcción del Puente de San Bernardo (1924)


Foto de Eduardo Martínez Alba


Corpus de San Bernardo por la Fábrica de Artillería

En estos años el barrio es habitado, principalmente, por personas que vienen de otros municipios, atraídos por la mano de obra que requiere la industria de la zona, además de ser viviendas más asequibles por estar a las afueras de Sevilla. En el primer tercio del siglo XX, este aumento seguirá, debido a los obreros que venían para trabajar en la preparación de la Exposición Iberoamericana de 1929. Este auge de trabajadores hizo que se convirtiera en uno de los bastiones del sindicalismo. A mediados del siglo XX el barrio tiene la población de 6.083 habitantes (1950). La cifra más alta que jamás ha alcanzado oficialmente. A partir de ahí, fiel a su historia de altibajos, entra en otra época de degradación. Llegando a tener sólo 913 habitantes en 1986. La decadencia económica y, sobre todo, la riada del Tamarguillo en 1961 hizo que la población emigrara a otros barrios que empezaban a expandirse por aquel entonces (San Pablo. Amate y Alcosa, principalmente). En 1963 el Ayuntamiento llegó a decretar la destrucción del barrio para transformarlo en zona comercial. Afortunadamente, dicho plan no llegó a ejecutarse nunca, debido a la llegada de la democracia a los Ayuntamientos y a la Ley del Suelo de 1975.


Manifestación contra el pistolerismo (San Bernardo, 1932) 

  
Calle Marqués de Estella (Siglo XX)


Estación de San Bernardo (1955)


Philippe Le Tellier (1959)


Era tradicional que la cofradía recorriera varias calles del arrabal antes de entrar como San Bernardo, Santo Rey, Marqués de Estella, Alonso Tello y Almonacid. Desde 1968 este recorrido quedó suprimido y en la actualidad regresa directamente desde San Bernardo hacía Santo Rey y Almonacid. Este cambio de recorrido coincide, y seguramente sea la justificación, el descenso demográfico que acabamos de ver.


El Señor de la Salud por las calles del viejo Arrabal


Representación del Puente de San Bernardo en el llamador del paso del Cristo de la Salud

En esa Sevilla de principios de los 80 del siglo XX, San Bernardo era un barrio casi inerte. Con casas viejas y semidestruidas y habitantes vagabundos y okupas en un porcentaje alto. Durante el siglo XX no se supo rejuvenecer a la población. Si en 1936 el sector de edad más representado era el de 15 a 25 años, en 1986 era de 65 a 75 años. Será otra exposición internacional, en este caso la de 1992, la que vuelva a impulsar a San Bernardo, al menos urbanísticamente. Las transformaciones de esos años conllevan la perdida de algunos edificios tradicionales, pero a la vez lo convirtieron en un enclave peculiar. Rodeado de grandes bloques de pisos y oficinas, sus calles mantuvieron parte de la esencia de una Sevilla perdida. Destaca que en este siglo XXI la vida cofrade sigue creciendo en el barrio, con el nacimiento de una asociación de carácter civil, Abnegación de San Bernardo. El tiempo dirá si en esta ocasión también estamos ante una entidad nacida en el ámbito civil y que al final acaba formando parte de la Iglesia.


La Hermandad de San Bernardo ha crecido mucho en estas décadas, hasta convertirse en una de las que más nazarenos saca a la calle. La explicación es que a pesar del despoblamiento sufrido en esa segunda mitad del siglo XX, sí se recogieron los frutos del «boom» de la primera mitad. Familias, que se fueron a otros barrios, pero quisieron mantener el arraigo a través de la hermandad. Y con ellos sus hij@s, niet@s... Cada Miércoles Santo las calles rebozan gentío, algo difícil de ver el resto de los 364 días del año. En la retina de las personas más mayores, que se acercan todos los años a la salida de la cofradía, podemos ver la etapa más viva del barrio de San Bernardo. 



Fuentes:
  • El barrio de San Bernardo. Angel L. Vera Aranda. Revista de Estudios Andaluces (nº 10). 1988
  • Web de la Hermandad de San Bernardo
  • Sevilla Bajo tus pies (@HuellasSevilla)
  • 'Nervión desde el cielo'. Camino a Nervión.Victor Fernández Salinas. 2013
  • 'San Bernardo de ayer a hoy: la reconstrucción simbólica de un barrio'. Web Sevilla cofradiera. Mariano Lopez Montes y José María Lobo Almazán. 29 de mayo de 2018
  • Historia general de la Semana Santa de Sevilla. Álvaro Pastor Torres, Francisco Robles y Manuel Jesús Roldán. Ediciones El Paseo. 2019
  • El recorrido de las cofradías de Sevilla. José Julio Gómez Trigo. Punto rojo libros. 2016



domingo, 14 de junio de 2020

Saber afrontar la realidad

La pasada No Semana Santa evidenció lo que algunos venimos diciendo desde hace tiempo. El sevillano no es creativo ni original a la hora de combatir las adversidades. También hay que añadir que es cobarde para afrontar las realidades duras. Lo vimos en esos nueve días, pero después lo hemos seguido viendo. Seguramente, lo seguiremos comprobando durante los próximos meses. 

Empezamos la Cuaresma con algunos rumores lejanos que hablaban del peligro de la pandemia, pero a medida que fueron avanzando los días, fuimos tomando consciencia de que no íbamos a tener Semana Santa. Casi todos, porque Juan Espadas, cuando la gran mayoría de cofrades ya sabía que no habría celebración, todavía salía diciendo aquello de "A mí me va a tener que llamar el presidente de la OMS". Fue el primer momento de no querer ver la realidad, y es especialmente grave por tratarse de la figura del alcalde.

Luego se convirtió a la Semana Santa en nueve días de tragicomedia. Muy pocos supieron estar a la altura, quizás destacaría sólo a la Policía Local, que dentro de los días más duros del confinamiento, intentó ayudar poniendo marchas en los altavoces de los coches. Creo que eso es un gesto bonito, que no cae en lo ridículo y que ayuda moralmente a la población. Pero a partir de ahí, casi todos quisieron jugar su papel de protagonistas en una obra de teatro que tenía el escenario vacío. La televisión, por ejemplo, mandaba a sus reporteros a las calles vacías. Incluso hubo quien estuvo en el puente de Triana en plena Madrugá, para ver qué pasaba allí. Algo más propio de un sketch de José Mota que de un programa de información cofrade. Las flores en las puertas, las juntas de gobierno casi al completo haciendo paripés incomprensibles en pleno confinamiento... Las hermandades, impulsadas por el Consejo, pretendieron hacer una Semana Santa Virtual. En algunos casos usando hasta el presente indicativo y fotos sin ningún valor artístico ni histórico. Irrisorio fue cuando había cofradías que quizás no habrían salido a la calle, debido a la lluvia o el riesgo de ella, pero sin embargo hicieron el minutaje en redes sociales como si tal cosa. Eso, en mi opinión, es no querer afrontar la realidad e intentar hacerse trampas al solitario. Además de no tener capacidad para adaptarse a las circunstancias. Pretendían actuar como siempre, pero con un contexto totalmente diferente.

Y digo a día de hoy lo seguimos viendo. La situación sanitaria, aunque temporalmente mejor en España, no ha dejado de ser peligrosa. El riesgo de rebrote es cierto. Por eso los gobiernos del mundo (no sólo España y Andalucía) han denominado a estos meses con ese oxímoron de "Nueva normalidad". Más allá de la ñoñería en la denominación, el mensaje está claro. No podemos tener la normalidad que había en enero. Y no podemos tenerla por una cuestión sanitaria que hay que combatir con medidas sanitarias.

No hay procesiones, al igual que no hay Ferias, romerías, grandes conciertos, espectáculos de masas, público en los recintos deportivos (siendo más fácil de controlar), playas abarrotadas, comercios llenos, centros comerciales con libre circulación, cada vez se ven menos personas sin mascarilla en las calles, hoy seguimos sin movimiento entre comunidades y entre países... La especial forma de celebrar una procesión en Andalucía hace que tengamos que cambiar por completo el modelo durante este tiempo. Las distancias físicas entre costaleros son imposibles de salvar. Realizar test a todos los costaleros de Andalucía, cada vez que se vayan a meter debajo de unas trabajaderas, es una tarea muy fácil de decir, pero casi imposible de realizar. Además, la masa de personas que acude al evento debería ser aforada en todo momento. Inviable. 

Soy el primero que siempre he defendido y defenderé que haya procesiones en las calles. Cuantas más, mejor. Desde las procesiones de Semana Santa hasta la Cruz Mayo más infantil que haya. Hasta hace no mucho tiempo, los mismos que ahora reclaman con ahínco la vuelta de las procesiones, le echaban tierra encima. Decían que había demasiadas. Les molestaba un paso en la calle, especialmente, si este era una Cruz de Mayo, una asociación civil y hasta según qué Glorias. Curioso. Quien me conoce sabe que siempre apoyaré una cofradía en la calle, pero ahora no se puede. La papeleta de sitio que hay que pagar para sacar una procesión en estos meses es la muerte de personas. Es un coste imposible de saldar, moralmente. Así de claro. 



miércoles, 3 de junio de 2020

La Sevilla del futuro (III): la crisis sanitaria

En el anterior artículo vimos cómo afrontar la crisis desde un punto de vista económico. Hoy vamos a ver qué medidas pueden ser las que afecten a la ciudad, al menos hasta que haya vacuna y la "nueva normalidad" dé paso a la ¿antigua normalidad? Personalmente pienso que hay muchas cosas que ya van a cambiar para siempre, porque es seguro que para que la Covid deje de ser un peligro, quedan meses en el mejor de los casos, quizás años. Una vez que la ciudad empiece a funcionar con nuevos mecanismo y la población pierda el miedo al cambio, es posible que no volvamos a esa normalidad tal y como la entendíamos en febrero de 2020. 

Hay que recordar, que este punto está estrechamente ligado con el que veremos en el siguiente y último artículo, el dedicado a las medidas medioambientales. No podemos permitir una ciudad que no sea respetuosa con el medioambiente, porque eso conlleva una ciudad insalubre. En este sentido, y ciñéndonos al aspecto urbano, sabemos que durante un tiempo tendremos que respetar las distancias físicas, lo cual podría entrar en conflicto con el uso del transporte público. Pero como decía, el medioambiente es el primer factor que debemos controlar para no poner en riesgo la salud de los ciudadanos. Es por eso que el Ayuntamiento debería ampliar el número y frecuencia de toda su red de autobuses urbanos y metropolitanos. Al igual que los cercanías (esta labor de RENFE) en los puntos que se viera necesario.

La realización de un urbanismo verde, con zonas de paseo para el peatón, es primordial en cualquier ciudad  del mundo del siglo XXI. Como sabemos, esto también es salud, poder hacer ejercicio físico en espacio urbano. Desde el Ayuntamiento de Sevilla se debería fomentar el teletrabajo. Primero en los propios funcionarios del Ayuntamiento que así pudieran realizar su labor, luego llegando a acuerdos con las grandes empresas y pymes de la ciudad, donde hubiera planes ejecutados por éstas, pero impulsados desde el consistorio. El peatón debe ganar espacio, para poder respetar la distancia entre personas, incluso con delimitación de itinerarios de idas y vueltas en el viario para que la gente no "choque". 

En resumen, lo que se tiene que hacer ahora es preparar a la ciudad para medidas que son necesaria estos meses, pero que bien planificadas, deben ser medidas que se queden para siempre. La eficiencia de un transporte público y la peatonalización de grandes zonas, serían hechos que Sevilla debería haber implantado hace mucho tiempo. Ahora se le presenta una oportunidad de oro para aprovechar las circunstancias y entrar en el siglo XXI también en este aspecto.