La pasada No Semana Santa evidenció lo que algunos venimos
diciendo desde hace tiempo. El sevillano no es creativo ni original a la hora
de combatir las adversidades. También hay que añadir que es cobarde para
afrontar las realidades duras. Lo vimos en esos nueve días, pero después lo
hemos seguido viendo. Seguramente, lo seguiremos comprobando durante los
próximos meses.
Empezamos la Cuaresma con
algunos rumores lejanos que hablaban del peligro de la pandemia, pero a medida
que fueron avanzando los días, fuimos tomando consciencia de que no íbamos a
tener Semana Santa. Casi todos, porque Juan Espadas, cuando la gran mayoría de
cofrades ya sabía que no habría celebración, todavía salía diciendo aquello de
"A mí me va a tener que llamar el presidente de la OMS". Fue el
primer momento de no querer ver la realidad, y es especialmente grave por
tratarse de la figura del alcalde.
Luego se convirtió a la Semana
Santa en nueve días de tragicomedia. Muy pocos supieron estar a la altura,
quizás destacaría sólo a la Policía Local, que dentro de los días más duros del
confinamiento, intentó ayudar poniendo marchas en los altavoces de los coches.
Creo que eso es un gesto bonito, que no cae en lo ridículo y que ayuda
moralmente a la población. Pero a partir de ahí, casi todos quisieron jugar su
papel de protagonistas en una obra de teatro que tenía el escenario vacío. La
televisión, por ejemplo, mandaba a sus reporteros a las calles vacías. Incluso
hubo quien estuvo en el puente de Triana en plena Madrugá, para ver qué pasaba
allí. Algo más propio de un sketch de José Mota que de un
programa de información cofrade. Las flores en las puertas, las juntas de
gobierno casi al completo haciendo paripés incomprensibles en pleno
confinamiento... Las hermandades, impulsadas por el Consejo, pretendieron hacer
una Semana Santa Virtual. En algunos casos usando hasta el presente indicativo
y fotos sin ningún valor artístico ni histórico. Irrisorio fue cuando había
cofradías que quizás no habrían salido a la calle, debido a la lluvia o el riesgo
de ella, pero sin embargo hicieron el minutaje en redes sociales como si tal
cosa. Eso, en mi opinión, es no querer afrontar la realidad e intentar hacerse
trampas al solitario. Además de no tener capacidad para adaptarse a las
circunstancias. Pretendían actuar como siempre, pero con un contexto totalmente
diferente.
Y digo a día de hoy lo
seguimos viendo. La situación sanitaria, aunque temporalmente mejor en España,
no ha dejado de ser peligrosa. El riesgo de rebrote es cierto. Por eso los
gobiernos del mundo (no sólo España y Andalucía) han denominado a estos meses
con ese oxímoron de "Nueva normalidad". Más allá de la ñoñería en la
denominación, el mensaje está claro. No podemos tener la normalidad que había
en enero. Y no podemos tenerla por una cuestión sanitaria que hay que combatir
con medidas sanitarias.
No hay procesiones, al igual
que no hay Ferias, romerías, grandes conciertos, espectáculos de masas, público
en los recintos deportivos (siendo más fácil de controlar), playas abarrotadas,
comercios llenos, centros comerciales con libre circulación, cada vez se ven
menos personas sin mascarilla en las calles, hoy seguimos sin movimiento entre comunidades
y entre países... La especial forma de celebrar una procesión en Andalucía hace
que tengamos que cambiar por completo el modelo durante este tiempo. Las
distancias físicas entre costaleros son imposibles de salvar. Realizar test a
todos los costaleros de Andalucía, cada vez que se vayan a meter debajo de unas
trabajaderas, es una tarea muy fácil de decir, pero casi imposible de realizar.
Además, la masa de personas que acude al evento debería ser aforada en todo
momento. Inviable.
Soy el primero que siempre he
defendido y defenderé que haya procesiones en las calles. Cuantas más, mejor.
Desde las procesiones de Semana Santa hasta la Cruz Mayo más infantil que haya.
Hasta hace no mucho tiempo, los mismos que ahora reclaman con ahínco la vuelta
de las procesiones, le echaban tierra encima. Decían que había demasiadas. Les
molestaba un paso en la calle, especialmente, si este era una Cruz de Mayo, una
asociación civil y hasta según qué Glorias. Curioso. Quien me conoce sabe que
siempre apoyaré una cofradía en la calle, pero ahora no se puede. La papeleta
de sitio que hay que pagar para sacar una procesión en estos meses es la muerte
de personas. Es un coste imposible de saldar, moralmente. Así de claro.
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