domingo, 26 de septiembre de 2021

El derrumbe del periodismo

A nadie escapa que el periodismo en los últimos años se ha vuelto canalla, de trinchera y faltando a los tres axiomas clásicos que siempre debiera cumplir: informar, formar y entretener. Esto está ocurriendo en el periodismo político, deportivo, cultural... y obviamente también en la prensa cofrade de nuestra localidad. No hace falta decir que aunque esté generalizando, porque sin generalizar es imposible hablar, hay medios y periodistas en todos esos ámbitos que sí son excelentes profesionales y hacen una labor extraordinaria.  

En mi opinión, los medios que podríamos llamar 'top' de prensa morada son espacios cochambrosos que sólo viven de la polémica, divulgar falsedades y fomentar filias y fobias irracionales entre los cofrades. Cero investigación. Hacía años que no veía absolutamente nada de televisión cofrade (a excepción de un par de pinceladas de PTV la Semana Santa pasada), hasta el otro día que vi un trozo de una tertulia. Me alegré mucho de llevar tanto tiempo sin ver nada de ese programa y más me alegro de los años que van a pasar sin que vuelva a verlo. ¿Es normal que un especio dedicado a las cofradías se amenace hasta con la agresión física por pensar distinto en un asunto complicado? Da que pensar también que tanto los argumentos de unos como los de otros eran vacíos, sin base ni científica ni argumental más allá del "porque yo lo digo". Sólo importaba chillar más que los demás y se hacían esfuerzos notables - por parte de todos - para demostrar ser el más "cuñao" de la sala. A este programa no le pusieron de nombre Sálvame, porque ya estaba cogido, pero son el mismo producto tratando temáticas diferentes. 

Reconozco que El Llamador sí lo escucho en Semana Santa, en esos días sí hacen una labor muy buena y de servicio público. El resto del año, no. Tanto en sus redes sociales como en sus programas anuales buscan simplemente la polémica o satisfacer sus cuitas personales, aprovechando el eco de un medio público. Justamente su director es el columnista dominical en un medio privado, últimamente convertido en un especialista en tener que rectificar bulos y menosprecios lanzados previamente de manera malintencionada. Todos estos medios están conformados por personas que se autoproclaman periodistas profesionales, pero luego no son capaces de hablarte de desfalcos en hermandades, abusos sexuales en grupos jóvenes o delitos graves de importantes hermanos mayores. El ranking de las mejores chicotás, las espinilleras de los jugadores o pedir selfis mientras haces la estación de penitencia lo dominan como nadie, pero la labor periodística no tanto. No es periodismo lo que hacen.

En realidad lo que más me preocupa de esto no es la cantidad de personas que puedan seguir a estos medios (y otros por el estilo), sino el caldo de cultivo que generan. Cada uno es libre de entretenerse como quiera, faltaría más, pero no hay que ser muy lumbreras para saber que una fuerte presión de la opinión publicada acaba influyendo en la opinión pública. Dicho de otro manera, si el cofrade consume masivamente ruido e información "low cost", lo que producirá luego será ruido y un mundo "low cost". Es posible que en este asunto ya vayamos tarde.

Virgen de Valvanera (25 de septiembre de 2021)

 









domingo, 19 de septiembre de 2021

Lux Hispalensis

Dicen que Sevilla es la ciudad de la luz. Afirmación que tiene poco debate, si sabemos las horas anuales de sol que hay en esta zona, pero yo pienso que es más bien la ciudad de las luces: La luz que refleja el Guadalquivir en una tarde de cucaña. La luz de los farolillos de la Feria. La luz de un candelabro cuando se prepara para la chicotá de entrada en el templo. La luz que penetra por la ramas de los eucaliptos del parque de María Luisa. La luz del césped del Benito Villamarín y del Sánchez Pizjuán. La luz del albero maestrante. La luz del ´mapping' en Navidad. La luz de la primavera. La luz del otoño. Todas las luces de Sevilla tienen un sentido. En todas hay algún recuerdo. 

San Juan de la Palma es uno de los grandes enclaves de la ciudad. Un lugar diferente al resto, con la idiosincrasia que tienen las grandes manzanas europeas. Montmartre, Trastevere, Mouraria... pueden empatar, pero nunca ganar. No tienen ni a La Palma de San Juan ni a la Virgen de la Amargura. Tampoco han visto la historia del barrio de la Feria ni son vecinos de los ángeles de Santa Ángela. Tienen otras peculiaridades, otras historias extraordinarias y otras leyendas increíbles, qué duda cabe, por eso digo, igualar sí, superar, no.

Hoy esa plaza será nexo de unión de múltiples tramos luminiscentes: los del cortejo de la Pastora, los del paso, los que reflecte la espadaña... y el de San Genaro. Todos conocemos esa bella circunstancia que ocurre cada equinoccio de otoño, cuando la Virgen de la Amargura es iluminada por el dios Helio. Tradición cristiana y mitología griega que no podían darse la mano en otro lugar que no fuera aquí. Mientras, la luz pastoreña avanzará buscando a la diosa Eos (Aurora), como si nos quisiera enseñar el alba de una nueva época. Todo ello en un distrito (en una ciudad, en realidad) que está inundado por la Esperanza. Nada es casualidad.

Atrás quedaron dieciocho meses de tinieblas y de luces opacas. Una noche muy larga en la que por momentos se veía el amanecer muy lejano. Del sueño de estar junto al Señor de la Salud de los Gitanos se pasó a la pesadilla. Como ocurre en las ensoñaciones, perseguíamos reflejos, pero nunca los atrapábamos. No eran reales. Eso ya es pasado, el despertador ha sonado y por delante nos queda una jornada de meses ilusionantes. Hoy en San Juan de la Palma todo será luz, pero lo que más brillará serán los ojos de los presentes. Pupilas emocionadas por lo que nos deparará este nuevo despertar. 

jueves, 16 de septiembre de 2021

El camino a la normalidad

Llegó el mes de septiembre y con él el ansiado 70% de vacunación de España. A pesar de que los de la campaña del ruido (normalmente vinculados al ala política y mediática más conservadora de este país) dijeron hace no mucho tiempo que eso era imposible, que no íbamos a ser capaces y que te estaban mintiendo. Siempre ha habido ese grupo de personas que lo único que busca es estar enfangando todos los asuntos. Con la llegada de las redes sociales se multiplicó su voz y con la pandemia se ha exponenciado su influencia. Que la crisis económica que vamos a tener va a ser aterradora, que nunca más vamos a volver a la normalidad, que todo es una conspiración para quitarnos las cosas que nos gustan, que vivimos en una dictadura... En resumen, que su expresión favorita es: "Todo mal". Aunque se les llame apocalípticos, normalmente, en este caso lo que son es malas personas, porque lanzan esas proclamas a sabiendas que a muchas personas de su entorno les va a afectar negativamente. Su objetivo es ser el centro de atención y, por desgracia, eso hoy en día se consigue inventando fantasías paranoides, no explicando los asuntos de manera analítica, sobre todo si se es un mindundi que no destaca en ningún campo y por tanto no puede ser análisis profundo de nada. 

En este punto debemos hablar de la salud mental y cómo la covid está afectando. Muchos, influidos por esa mierda (vamos a hablar claro) que son las redes sociales, especialmente Twitter, están teniendo problemas de salud, porque imbuidos 24/7 en la pantalla de su ordenador o móvil, sólo ven mensajes perjudiciales, confusos y manipulados. Se habla mucho de apagar la TV y poco de apagar las redes sociales. Y lo dice alguien que apagó la TV con el último capítulo de "Aida" y Twitter hace unos meses. Aunque hago un 24/7 en radio y lectura, eso sí. Estar bien informado es algo que requiere un enorme esfuerzo intelectual, es mucho más fácil cerrar los ojos, no querer ver la realidad y escuchar o leer al que te dice lo que quieres oír, sea o no verdad. Por poner un ejemplo, algunos menosprecian lo que dicen l@s mejores virólog@s del mundo o l@s médic@s que cada día ven la situación de los hospitales y, sin embargo, les encanta un árbitro de fútbol, que hace unos Excel con muchos colores y que se está forrando con gente que no quiere una interpretación real de esos datos, sino que lo que buscan es la interpretación que ellos quieren oír. La veracidad es lo de menos. Antiguamente a este tipo de personas se les decía sacacuartos, hoy se les llama 'influencers'.

En este humilde rincón solemos hablar de temas cofrades y/o de Sevilla y hoy no va ser menos, pero creo que esta contextualización previa también es importante para entender lo que está pasando en el mundo cofrade, ya que no somos una burbuja alejada de nuestro contexto, por mucho que algunos se empeñen en hacernos creer que sí lo somos. Quien me conoce sabe que desde hace meses vengo defendiendo que empezaríamos a retomar el culto externo en Sevilla en los meses septiembre/octubre. Es hace unos días cuando se ha llegado al mínimo exigido en la vacunación, no en junio/noviembre de 2020 o marzo/junio 2021. La caterva del ruido cofrade está actuando desde pleno confinamiento, recordemos que el famoso eslogan de "Cofrades, a la calle" surgió ahí y posteriormente se hizo viral el #HayqueVolverALaBulla, en un época que ni se había dado un pinchazo todavía. De locos. En todo momento han negado los efectos del virus y han despreciado de manera miserable a las millones de muertes que éste ha provocado.

Se empieza a leer lo del 'freedom day' cofrade. Los mensajes simples son los que mejor calan, sobre todo en quien se ha "informado" por personas que les han dicho lo que quieren oír y han rehusado a informarse por fuentes veraces y expertas. El virus no se va a ir de un día para otro, será un proceso lento en el que seguro ganará la Ciencia y la Medicina, como siempre. Ahora ya sí se pueden hacer algunos actos cofrades que nos ayuden a ir recorriendo ese camino hacia la que debe ser nuestra única meta: volver a la normalidad sin adjetivos de ningún tipo. Rosarios, viacrucis o pseudoprocesiones en andas empezarán a producirse en muy poco tiempo, estoy convencido de ello. Es ahora, septiembre de 2021, cuando se puede empezar a recorrer el camino con esas migajas, antes no se podía ni eso. No serán cultos normales, como los conocíamos hasta marzo de 2020, se equivocará quien no entienda que esto es subir un peldaño en una escalera que tiene cientos de peldaños. De un día para otro nada va a volver a ser lo que era. Nada. Pero todo volverá a ser como era en 2019, cuando hayamos recorrido todo este camino. La meta está clara: Primavera 2022. Ojalá sea así.