El pasado jueves tuvimos la primera imagen en la calle desde que
en marzo se decretara el estado de alarma en el país. Sinceramente, visto como
fue el acto, creo que la Hermandad del Gran Poder ha hecho bien. Actualmente es
más seguro hacer este tipo de actos al aire libre, las medidas que tomaron
fueron las adecuadas y consiguieron que al evento pudieran ir más personas de
las que habrían podido ir de haberse celebrado dentro de la basílica. También
hay que pensar en muchas personas que han pasado (y están pasando) mucho miedo
durante estos últimos meses. Quizás a mí o a ti, que estás leyendo esto, no nos
diga mucho un acto así, pero seguro que hay personas mayores a las que ese
ratito de vuelta a cierta normalidad les ha aliviado. Aunque lo hayan podido
ver sólo por televisión o en una foto. El Señor no sale ni para mí, ni para ti
ni para nuestros gustos, el Señor sale para todos, especialmente para los que
están más necesitados de él. A ver si de una vez por todas nos convertimos en
una sociedad empática y dejamos de ser la sociedad egoísta e individualista que
somos en estos momentos.
Dicho
esto, creo que es importante diseccionar la situación. Estamos acostumbrados a
posiciones maximalistas donde si dices lo que he dicho en el primer párrafo, es
que también estás pidiendo más pasos en la calle, una Semana Santa normal o
forzar lo que en estos momentos no se puede forzar. Lo primero, siempre, es la
salud de la población. En el evento de esta semana no se ha puesto en riesgo a
nadie, porque tenía unas circunstancias y condicionantes muy especiales, pero
ir más allá de eso sí que pondría en riesgo a muchas personas. Hay una cosa que
me llama la atención. Leo y escucho de manera recurrente que "las
cofradías tienen que salir a la calle como sea". La Semana Santa y todo lo
que la rodea es demasiado importante y tiene tanto peso en la ciudad que no nos
podemos permitir, en ningún caso, ese "como sea".
A día
de hoy no se va a celebrar, ni como sea ni de ninguna manera, la Cabalgata de
Reyes, ni los Carnavales de Río o Cádiz, ni se van a llenar estadios
deportivos, ni se van a celebrar festivales de música, ni se van a abrir
algunos teatros, ni hay grandes conciertos, ni se están celebrando algunos
eventos deportivos de transcendencia mundial, ni conferencias, ni pueden
avanzar algunas producciones cinematográficas, ni hay presentaciones
literarias, ni Ferias del Libro, ni Ferias municipales y todo lo que acarrean
(feriantes, circos...), ni congresos profesionales, ni clases presenciales en
algunas universidades, ni se disputan las maratones más importantes del mundo:
Nueva York, Boston, Berlín o Londres, ni los Juegos Olímpicos de Tokyo, ni la
Eurocopa de fútbol, ni los sanfermines, ni las diferentes Oktoberfest de
Alemania, ni las Fallas, ni el Burning Man de Nevada... nadie
en el mundo está intentando forzar la normalidad. Para muchas millones de
personas esos eventos son su Semana Santa. Lo más importante que tienen. Aquí -
más vale que los ilusos vayan abriendo los ojos - tampoco vamos a tener Semana
Santa 2021, porque si no es como la conocemos, es que no hay Semana Santa. No
nos engañemos. La Semana Santa no es un paso montado que no va a salir a la
calle o un reguero de andas. Los encerrados en la burbuja cofrade creen que el
planeta empieza y termina a escasos metros de su domicilio. Que sólo existe lo
que a ellos les gusta. Que nadie más en el mundo está sufriendo con todo lo
acontecido. Piensan que hay que hacer lo que sea y como sea para satisfacerles
a ellos. No, perdonad que insista, pero como ya he comentado en algún artículo,
lo único que hay que hacer es lo que sea seguro sanitariamente para todos los
ciudadanos.
¿Por
qué esa irracionalidad de siempre querer ir más allá de lo que es posible y
recomendable? ¿Por qué la sobreactuación melodramática de creerse constantemente
los más perseguidos de todo el planeta, cuando no es así? ¿Por qué anteponer
algo banal a algo fundamental? Ninguna procesión merece un solo ingresado en
UCI, alejado de su familia y de casi todo ser vivo. Intubado bocabajo. Así un
mes, y luego otro y luego otro más. Eso en el mejor de los casos; en el peor
está el seguir incrementando la lista de fallecidos de esta maldita pandemia.
Cuando se dice "como sea", en realidad lo que se está diciendo es que
la banalidad de querer escuchar - en la calle - la última marcha de Las
Cigarreras o hacer otra vez la foto que se ha hecho 100 veces está por delante
de la vida o el sufrimiento de cualquier persona que nos rodea. Y esto lo
pueden disfrazar con la demagogia que se les ocurra, porque quienes defienden esta
postura de salir como sea no son valientes para ir de cara y plantearlo tal
cual es, pero el fondo real de la cuestión es ese. Con esa inmoralidad
sobrecogedora que no cuente nadie con mi apoyo.