domingo, 20 de diciembre de 2020

Los pensadores

El 21 de abril de 2019 a las 17 horas empezaba a sonar la marcha "Amarguras" en la puerta de la iglesia de Santa Marina. La Banda de Música Nuestra Señora de la Victoria (Las Cigarreras) entonaba este himno de la Semana Santa a la entrada del palio de la Virgen de la Aurora, como es tradicional. Los hombres dirigidos por Antonio Santiago recorrían de este modo el pasillo central del templo hasta llegar al altar, dar el toque definitivo de llamador y oírse las míticas palabras "¡Ahí queó!". Ritual repetido año tras año. En ese instante todos teníamos la satisfacción de haber vivido otra semana extraordinaria de nuestras vidas e igualmente todos creíamos que en un año los sentimientos y emociones volverían a repetirse. 

No tenemos ninguna certeza, pero a día de hoy el escenario más optimista para volver a ver un paso en Semana Santa es el próximo Viernes de Dolores de 2022. Seguramente cuando en Pino Montano aparezca por la puerta del templo la cruz de guía de la hermandad del barrio. Llegado ese momento habrían pasado 36 meses, 1083 días y casi 26.000 horas desde la entrada del palio de la Virgen de la Aurora en 2019. Sabemos lo convulso que están siendo estos meses, pero precisamente si algo ha habido es tiempo entre Semana Santa. 

Creo que la mayoría de cofrades sabemos que cuando año tras año el Consejo de Hermandades y Cofradías ha dicho "Es que ya es Cuaresma y no nos ha dado tiempo a reunirnos. Después de Semana Santa lo haremos" en realidad no les creíamos. Ni ellos tampoco se creían, obviamente, pero el parón de la covid les ha dejado tan en evidencia que ya no quedarán ilusos ni adláteres que confíen en la institución de la calle San Gregorio, espero. La incapacidad para desarrollar la tarea encomendada es tan axiomática como sonrojante. 

Llegará un próximo Viernes de Dolores, cuando llegue, y ahí seguirán saliendo corporaciones que tienen solicitado desde hace años poder hacer estación a la catedral (Pino Montano, Misión y La Corona). El mismo caso al día siguiente con La Milagrosa. Algún Domingo de Ramos del futuro nos despertaremos con la ilusión de un niño el 6 de enero, la pesadilla del coronavirus habrá terminado, pero por la tarde seguiremos teniendo "trenecito" en la calle Francos (Cena, La Hiniesta y San Roque). El Amor seguirá molesto con su hora de entrada y tener a La Amargura delante y La Estrella seguirá entrando a las tantas. 

El 21 de abril de 2019 a las 17 horas empezaba a sonar la marcha "Amarguras" en la puerta de la iglesia de Santa Marina. La Banda de Música Nuestra Señora de la Victoria (Las Cigarreras) entonaba este himno de la Semana Santa a la entrada del palio de la Virgen de la Aurora, como es tradicional. Los hombres dirigidos por Antonio Santiago recorrían de este modo el pasillo central del templo hasta llegar al altar, dar el toque definitivo de llamador y oírse las míticas palabras "¡Ahí queó!". Ritual repetido año tras año. En ese instante todos teníamos la satisfacción de haber vivido otra semana extraordinaria de nuestras vidas e igualmente todos creíamos que en un año los sentimientos y emociones volverían a repetirse. 

No tenemos ninguna certeza, pero a día de hoy el escenario más optimista para volver a ver un paso en Semana Santa es el próximo Viernes de Dolores de 2022. Seguramente cuando en Pino Montano aparezca por la puerta del templo la cruz de guía de la hermandad del barrio. Llegado ese momento habrían pasado 36 meses, 1083 días y casi 26.000 horas desde la entrada del palio de la Virgen de la Aurora en 2019. Sabemos lo convulso que están siendo estos meses, pero precisamente si algo ha habido es tiempo entre Semana Santa. 

Creo que la mayoría de cofrades sabemos que cuando año tras año el Consejo de Hermandades y Cofradías ha dicho "Es que ya es Cuaresma y no nos ha dado tiempo a reunirnos. Después de Semana Santa lo haremos" en realidad no les creíamos. Ni ellos tampoco se creían, obviamente, pero el parón de la covid les ha dejado tan en evidencia que ya no quedarán ilusos ni adláteres que confíen en la institución de la calle San Gregorio, espero. La incapacidad para desarrollar la tarea encomendada es tan axiomática como sonrojante. 

Llegará un próximo Viernes de Dolores, cuando llegue, y ahí seguirán saliendo corporaciones que tienen solicitado desde hace años poder hacer estación a la catedral (Pino Montano, Misión y La Corona). El mismo caso al día siguiente con La Milagrosa. Algún Domingo de Ramos del futuro nos despertaremos con la ilusión de un niño el 6 de enero, la pesadilla del coronavirus habrá terminado, pero por la tarde seguiremos teniendo "trenecito" en la calle Francos (La Cena, La Hiniesta y San Roque). El Amor seguirá molesto con su hora de entrada y tener a La Amargura delante y La Estrella continuará entrando a las tantas. 

Vendrá el Lunes Santo, de nuevo colapso en la colación de San Vicente. Otra vez El Museo y San Gonzalo llegando a sus templos en plena madrugada. Es muy probable que El Museo entrando en la catedral en el Martes Santo, algo repetido a lo largo de los años. Y nada extraño que de nuevo tengan que retrasar su hora de salida sobre la marcha para no tener parón en la calle Alfonso XII. 

Tendremos Martes Santo, no será como el fantástico de 2018, sino seguramente como el caótico de 2019. Con San Esteban entrando a la hora que días antes no habían ni salido El Amor o El Museo. Santa Cruz haciendo parones y acelerones según indique el cronograma mágico ideado por Daniel Perera, ese que le marca su entrada oficial en catedral en el Miércoles Santo. Con el Cerro y Los Estudiantes cruzándose en Puerta Jerez y Cabrera mandando al lugar a todos los ejércitos de la ONU para decir "que todo ha discurrido con normalidad". Esa era la vieja normalidad del vetusto Consejo ¿os acordáis?

Y el Miércoles Santo, que para la Cuaresma 2020 había dado tanto que hablar, se fijó que Los Panaderos llegaran hasta la Plaza del Museo, nada más y nada menos. Se dijo que era una solución temporal y por la premura de tiempo, la Semana Santa 2020 se les echaba encima, decían. Qué ilusos. ¿Qué dirán la próxima Semana Santa? ¿que el plan del día lo tenían hecho, pero se lo ha comido el perro?

Y Jueves Santo seguirá con sus problemas de oficios por delante y Madrugá por detrás. Y hay quién todavía quiere meter ahí a los más de mil nazarenos de la Trinidad y su hora de paso. De cabeza andamos regular en el mundo cofrade, hay que reconocerlo. Y llegados a la madrugada que hiela los corazones, otro clásico, la Esperanza de Triana comprimida, haciendo un scaletrix en la ya remozada Plaza de la Magdalena y con su fiscal de cruz llegando a Campana antes que el de El Calvario. Un plan perfecto, te aseguran quienes te toman por imbécil.  

Hay que variar casi toda la Semana Santa. Se ha dicho mil veces. Una profunda reforma que podía haberse hecho en estos tres años, como mínimo, que vamos a tener sin pasos. Tiempo ha habido. Hay diputados mayores de gobierno que en estos tres años están como un marqués en el Caribe. Al Consejo sólo se le conoce celeridad para regalar el dinero a los abonados y para irse de excursión a Antequera. 

En este periodo hemos visto a los 27 presidentes de la UE reunidos por videoconferencia, al presidente del gobierno con todos los presidentes y presidentas autonómicos y reuniones empresariales interoceánicas que han conectado a los cinco continentes. En las cofradías nada, si no hay papelón por delante, no se mueve un varal. Sólo los diputados de caridad han trabajado a destajo y algunos priostes y diputados de cultos. El resto del institucionalismo cofrade se quedó en la misma postura que "El pensador" de Rodin, diciendo: "Algo habría que hacer, pero es que no nos ha dado tiempo".  


domingo, 29 de noviembre de 2020

¿Debe haber cultos este mes de diciembre?

El próximo martes entraremos en el mes de diciembre, último de este fatídico 2020. Es la época en la que hay dos palabras que resaltan por encima de todas: Inmaculada y Esperanza. En condiciones normales, las priostías de un gran número de hermandades tendrían ya todo preparado para empezar a montar el culto. Pero este año todo es muy diferente, los inconvenientes legales y la sensatez que debiera imperar en las corporaciones invitan a pensar que lo más razonable es no mover mucho a las imágenes de sus camarines y retablos. Así lo han decidido ya algunas de ellas. 
  
Llevamos un año recibiendo golpes duros: Semana Santa, Corpus, procesiones de Gloria, salidas extraordinarias, multitud de cultos... por no hablar de otros eventos que afectarán más o menos, según los gustos de cada uno (Feria, conciertos, cines, teatros, Ferias del Libro...). Hemos ido salvando cada día 'señalaíto' como hemos podido, tragando saliva y con los ojos humedecidos. Ahora parece que nos aproximamos al principio del fin y vemos algo de luz, pero tengamos paciencia, todavía estamos metidos de lleno en el túnel oscuro.

Actualmente, creo que no tiene mucho sentido montar actos que atraigan a las masas. Entiendo a las juntas de gobierno que tienen ganas de volver a una cierta normalidad, pero en mi opinión lo que no debemos perder nunca es la perspectiva. Si desenfocamos nuestro punto de vista, puede parecernos que un culto y la vida/salud de las personas están al mismo nivel, e incluso algunos pueden llegar a ver lo del culto por encima. Una barbaridad. Una inmoralidad. La vida de las personas está por encima de todo. Es algo que no tiene debate.

Con las medidas adoptadas por la Junta de Andalucía se crea otra disyuntiva, esta sí más debatible, porque no conlleva en sí fallecimientos. ¿Está bien que una hermandad realice un culto sabiendo que el hermano de fuera de la capital tiene prohibido ir? Estamos creando una sociedad peligrosa, cada vez es más individualista y egoísta. Se usa la palabra buenismo como insulto, se prioriza la libertad individual al bien colectivo y se desprecia al prójimo, en vez de amarlo. Mal camino para todos es ese. 

Cualquiera que me conozca sabe las ganas que tengo de ver una procesión en la calle, disfrutar de jornadas maratonianas de besamanos como las del 8 de diciembre, 18 de diciembre o Domingo de Pasión, poder reunirme con amigos cofrades en la barra de una bar para charlar un rato sobre los cotilleos de este mundillo... en definitiva, volver a la normalidad. Pero mis deseos y mis ganas, mientras pongan en peligro a alguien, no son posible. Mis gustos y creencias no están por encima de tu salud. 

Me hubiera encantado escuchar la voz de Carlos Morán la próxima vez que vea a la Virgen de Valvanera, o que la hermana del convento de santa Angela de la Cruz que falleció por covid hubiera visto a la misma Macarena, cansada pero sonriendo, que veré yo unos metros después en la calle Feria, la próxima vez que la Esperanza salga a la calle. O divisar la figura del sacerdote Alfredo Corona entre la multitud que habitualmente rodea al paso de la Virgen del Amparo. Y tantos miles de cofrades que la próxima vez que vean una procesión no será junto a la persona que les hizo amar la Semana Santa. No podemos deshumanizar la tragedia escondiéndola detrás de números fríos, cuando lo que tenemos en realidad son familias destrozadas. 

No quiero recuerdos con lágrimas por el capataz que ya no está entre nosotros, ni dibujos de niños en la puerta del convento ni rezos de los feligreses por el sacerdote fallecido. Lo que me hubiera gustado es tenerlos a ellos junto a mí. Eso a día de hoy es imposible, pero sí tenemos en nuestra mano que nuestro egoísmo de disfrutar un rato no destroce más familias. Seamos sensatos. No hagamos que lo irracional gane a lo racional, cuando de lo que estamos hablando es de lo más sagrado que tenemos, la vida. 

domingo, 25 de octubre de 2020

Paradojas

 - A algunos que en 2018 les parecía una herejía que las hermandades del Martes Santo hicieran el tramo de la carrera oficial de catedral a campana, ahora ven como una gran Semana Santa sacar unas andas a San Lorenzo para que 300 personas disfruten.

- Algunos que durante todo el año hablaban de jugar a los pasitos, ahora dicen que salgan pasos a las calles, como sea, aunque suponga el riesgo para la vida de las personas.

- Algunos hace cuatro meses clamaban por hacerle una sangría a las hermandades, coaccionando para la devolución del dinero de la carrera oficial, ahora lloran por las esquinas porque las hermandades se desangren.

- Algunos que durante estos años han usado el argumento de la caridad que ejercen las hermandades, para defenderlas de ataques externos, ahora, que vienen mal dadas a una parte de la sociedad, dicen que lo de la caridad es secundario o incluso terciario.

- Algunos que decían que no pasa nada por no salir (si llovía), que las imágenes estaban en su iglesia todo el año, ahora ya no lo dicen y vociferan que hay que tomar la calle, aunque el enemigo sea mucho más dañino que la lluvia.

- Algunos que decían que el mundo de las bandas es postureo, ahora entran en depresión por la suspensión de los ensayos. Suspensión que viene motivada para preservar la salud de sus integrantes y de toda la sociedad en general, no lo olvidemos nunca.

- A algunos que les sobraban pasos en las calles, ya fueran de Glorias, asociaciones civiles o incluso Semana Santa, ahora dicen que sin pasos en la calle nada tiene sentido.

- A algunos que les sobraban certámenes, carretillas, 'velás'... ahora ruegan porque vuelvan, como sea. 

- A algunos que eran considerados gurús de la Semana Santa, ahora comparan ésta con poner una lavadora. Para ellos es una moda de la que se pueden desacostumbrar con dos tardes que no tengan cofradías, al parecer.  

- A algunos que llevan décadas diciendo que en la Semana Santa no había que cambiar nada (itinerarios, carrera oficial, horarios...) porque no veían que hubiera ningún problema, siguen con la presbicia y ahora tampoco ven el gran problema que sería tener actividades masificadas en Semana Santa.


domingo, 4 de octubre de 2020

¡Cofrades, salid de la burbuja!

El pasado jueves tuvimos la primera imagen en la calle desde que en marzo se decretara el estado de alarma en el país. Sinceramente, visto como fue el acto, creo que la Hermandad del Gran Poder ha hecho bien. Actualmente es más seguro hacer este tipo de actos al aire libre, las medidas que tomaron fueron las adecuadas y consiguieron que al evento pudieran ir más personas de las que habrían podido ir de haberse celebrado dentro de la basílica. También hay que pensar en muchas personas que han pasado (y están pasando) mucho miedo durante estos últimos meses. Quizás a mí o a ti, que estás leyendo esto, no nos diga mucho un acto así, pero seguro que hay personas mayores a las que ese ratito de vuelta a cierta normalidad les ha aliviado. Aunque lo hayan podido ver sólo por televisión o en una foto. El Señor no sale ni para mí, ni para ti ni para nuestros gustos, el Señor sale para todos, especialmente para los que están más necesitados de él. A ver si de una vez por todas nos convertimos en una sociedad empática y dejamos de ser la sociedad egoísta e individualista que somos en estos momentos. 

Dicho esto, creo que es importante diseccionar la situación. Estamos acostumbrados a posiciones maximalistas donde si dices lo que he dicho en el primer párrafo, es que también estás pidiendo más pasos en la calle, una Semana Santa normal o forzar lo que en estos momentos no se puede forzar. Lo primero, siempre, es la salud de la población. En el evento de esta semana no se ha puesto en riesgo a nadie, porque tenía unas circunstancias y condicionantes muy especiales, pero ir más allá de eso sí que pondría en riesgo a muchas personas. Hay una cosa que me llama la atención. Leo y escucho de manera recurrente que "las cofradías tienen que salir a la calle como sea". La Semana Santa y todo lo que la rodea es demasiado importante y tiene tanto peso en la ciudad que no nos podemos permitir, en ningún caso, ese "como sea". 

A día de hoy no se va a celebrar, ni como sea ni de ninguna manera, la Cabalgata de Reyes, ni los Carnavales de Río o Cádiz, ni se van a llenar estadios deportivos, ni se van a celebrar festivales de música, ni se van a abrir algunos teatros, ni hay grandes conciertos, ni se están celebrando algunos eventos deportivos de transcendencia mundial, ni conferencias, ni pueden avanzar algunas producciones cinematográficas, ni hay presentaciones literarias, ni Ferias del Libro, ni Ferias municipales y todo lo que acarrean (feriantes, circos...), ni congresos profesionales, ni clases presenciales en algunas universidades, ni se disputan las maratones más importantes del mundo: Nueva York, Boston, Berlín o Londres, ni los Juegos Olímpicos de Tokyo, ni la Eurocopa de fútbol, ni los sanfermines, ni las diferentes Oktoberfest de Alemania, ni las Fallas, ni el Burning Man de Nevada... nadie en el mundo está intentando forzar la normalidad. Para muchas millones de personas esos eventos son su Semana Santa. Lo más importante que tienen. Aquí - más vale que los ilusos vayan abriendo los ojos - tampoco vamos a tener Semana Santa 2021, porque si no es como la conocemos, es que no hay Semana Santa. No nos engañemos. La Semana Santa no es un paso montado que no va a salir a la calle o un reguero de andas. Los encerrados en la burbuja cofrade creen que el planeta empieza y termina a escasos metros de su domicilio. Que sólo existe lo que a ellos les gusta. Que nadie más en el mundo está sufriendo con todo lo acontecido. Piensan que hay que hacer lo que sea y como sea para satisfacerles a ellos. No, perdonad que insista, pero como ya he comentado en algún artículo, lo único que hay que hacer es lo que sea seguro sanitariamente para todos los ciudadanos.

¿Por qué esa irracionalidad de siempre querer ir más allá de lo que es posible y recomendable? ¿Por qué la sobreactuación melodramática de creerse constantemente los más perseguidos de todo el planeta, cuando no es así? ¿Por qué anteponer algo banal a algo fundamental? Ninguna procesión merece un solo ingresado en UCI, alejado de su familia y de casi todo ser vivo. Intubado bocabajo. Así un mes, y luego otro y luego otro más. Eso en el mejor de los casos; en el peor está el seguir incrementando la lista de fallecidos de esta maldita pandemia. Cuando se dice "como sea", en realidad lo que se está diciendo es que la banalidad de querer escuchar - en la calle - la última marcha de Las Cigarreras o hacer otra vez la foto que se ha hecho 100 veces está por delante de la vida o el sufrimiento de cualquier persona que nos rodea. Y esto lo pueden disfrazar con la demagogia que se les ocurra, porque quienes defienden esta postura de salir como sea no son valientes para ir de cara y plantearlo tal cual es, pero el fondo real de la cuestión es ese. Con esa inmoralidad sobrecogedora que no cuente nadie con mi apoyo. 


sábado, 5 de septiembre de 2020

¿Y ahora qué?

Sin duda, todo ha cambiado desde que el 14 de marzo se decretó el Estado de Alarma en el país. Nada - o casi nada - ha vuelto a ser como era el 13 de marzo. Hay aspectos de nuestras vidas que todos damos por hecho que no volverán a ser iguales nunca. De momento, estoy refiriéndome sólo a la escala nacional y a hechos de cierta relevancia en nuestro día a día. Es algo que pasa y pasará en todos los países del mundo. Al menos en los de nuestro entorno geopolítico, social y económico. Si damos por hecho esto, que quizás por ser una escala más pequeña sentimos más lejano, ¿por qué cuesta tanto verlo en la escala local, y más concretamente en el mundo cofrade? 

No va a cambiar el 100% de la celebración, pero sí van a cambiar bastantes más cosas de las minucias que algunos comentan (itinerarios, cortejos, carrera oficial...). Esos cambios necesarios antes del 14 de marzo no se hicieron por la vagancia terminal y la chapucera actitud (y aptitud) del institucionalismo cofrade. Pero ahora hablamos de otros cambios más profundos y significativos, que quizás no imaginemos a día de hoy. Tampoco esto debe asustar a nadie, ya que la Semana Santa es la historia de un continúo cambio y en muchas ocasiones de giros radicales.  

Pero antes de todo eso, hay una pregunta clave, esa que todo cofrade nos hacemos desde hace 176 días ¿cuándo volveremos a ver un paso en la calle? A la que sigue la pregunta que más hace temblar las piernas del capillita, ¿habrá Semana Santa 2021? A veces cuesta ver la realidad, especialmente si es dolorosa, pero los datos no son halagüeños para quienes quieran salir de su burbuja de ilusión. Cancelación de Carnavales y cabalgatas de Reyes Magos, conciertos, que en Sevilla tenían que haberse celebrado en mayo de 2020, aplazados para septiembre de 2020 y en estos últimos días postergados de nuevo hasta septiembre de 2021, expertos que fijan el final de la pandemia en los últimos meses de 2021... En resumen, a día de hoy hay muchos más datos que nos indican que no habrá Semana Santa en 2021, que datos que indiquen lo contrario.

Desde la suspensión de la Semana Santa 2020 se sabía que la posibilidad que ocurriera lo mismo en 2021 era más que probable. A pesar de ello, el Consejo, los hermanos mayores, el Ayuntamiento (el concejal Cabrera estaba en todos los 'saraos' antes de esto, pero en estos meses ha desaparecido de manera sobrecogedora) y parte del mundo cofrade prefirieron la actitud infantil de cerrar los ojos para ver si así el monstruo desaparecía. Pero cuando han despertado en septiembre de 2020, el monstruo sigue ahí. Obviamente. Si por desgracia no hubiera Semana Santa dentro de 6 meses, la junta superior del Consejo tendrá que salir a explicar cómo va a pagar el crédito que se pidió para devolver un dinero que era legalmente suyo. Los hermanos mayores que decían "Podemos soportar económicamene un año sin Semana Santa. No hay problema", tendrán que explicar qué plan tienen si son dos años en vez de uno. Ya no hablemos de los hermanos mayores que han tenido problemas hasta para pasar un año sin Semana Santa. Alguien va a tener que decirles a los artistas - que seguramente algunos tengan que cerrar su taller - el porqué se salió del patio de la Montería entre risas y abrazos, si esa decisión les llevaba a la ruina. 

Nada. A día 6 de septiembre no se ha avanzado absolutamente nada. Sólo fueron diligentes para devolver el dinero a los abonados de la carrera oficial. En Cádiz, en agosto, su Consejo sí ha estado trabajando en la elaboración de protocolos y vías para que a partir de ahora se realicen todos los cultos que sean posibles. Desde marzo nada hemos sabido del Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla, salvo la ya referida reunión del patio de la Montería. Han dejado pasar el tiempo. ¿Otra vez? Sí, otra vez. Pero esta vez la vagueza va a salir mucho más cara, porque no hay chapuza que valga. Esta vez no vale con mandar a Los Estudiantes a La Magdalena, a los Panaderos al Museo o tener a la Esperanza de Triana 40 minutos parada en Campana. Esta vez hay que trabajar y tener capacidad en la gestión. Cualidades que por San Gregorio no conocen. 

sábado, 27 de junio de 2020

Caridad y patrimonio

No es ser catastrofista decir que los próximos años serán de una profunda crisis social y económica en el mundo. Los estragos de la pandemia se van a dejar notar indudablemente en todos los aspectos de nuestras vidas. Dentro de estos aspectos, y centrándonos en lo que en este humilde rincón cibernético solemos tratar, está la Semana Santa, cómo no. Siempre defiendo aquella magnífica definición de Isidoro Moreno: el fenómeno total. Mutilar cualquier aspecto de la celebración es herir gravemente a la misma. Dentro de este mundo poliédrico existen tres ejes fundamentales: culto, patrimonio y caridad. Personalmente, no concibo a las hermandades desechando cualquiera de esos tres aspectos. Obviamente, hay mucha personas que sólo se acercan al mundo cofrade por uno de ellos (o por otros que también existen), pero ahí está la clave, ser nexo de un grupo social diverso. 

Las hermandades no pueden vivir fuera de su contexto. De hecho, nunca han vivido así. Por eso se ha mantenido la tradición a lo largo del tiempo. La Historia de Sevilla es la Historia de sus corporaciones, en gran medida. Este contexto viene marcado por el tejido labrado a lo largo de los años. El mundo cofrade juega un papel vital en Sevilla desde hace siglos. Tirar piedras contra nuestro propio tejado sería ir contra la ciudad misma. No entiendo el debate absurdo que se ha generado, ahora que no se nos avecinan problemas. ¿Cómo vamos a renegar de uno de nuestros ejes? De nuestra esencia.

Me entristece cuando escucho a cofrades menospreciar la labor social que hacen las hermandades. Labor en la mayoría de los casos es callada. Me apena, igualmente, cuando se entiende el dar trabajo a un artista como algo banal. Dar trabajo nunca será algo banal, más bien al contrario, es la base desde la que se construyen las sociedades más avanzadas. No hay que ver detrás de un hilo de oro algo superficial, hay que ver el pan de muchas familias. Cambiando esa perspectiva, quizás cambie el discurso, también. Puedo llegar a entender a quien ajeno al mundo cofrade no comprenda esto, porque como digo, esa labor es callada y no publicitada en la mayoría de los casos, pero creo que dentro de las cofradías todos conocemos su importancia, o deberíamos conocerla. Por ello me resultan más extraños algunos comentarios o debates.

Construir un mundo individualista es tan peligroso como que supone el fin de la sociedad. Nadie por sí sólo puede vivir. Nadie. Somos animales sociales y a la misma nos debemos. ¿Por qué digo esto? Porque el otro eje que algunos quieren tumbar es el de la caridad. Se dice la frase de "Las hermandades no son ONG". Es sobrecogedor oír esa frase cuando se sabe que los comedores sociales se han multiplicado por cuatro en estos meses. Cuando oímos esas cifras no son números, simplemente. Son familias, personas con un presente y futuro destrozados. Los cofrades tenemos una herramienta magnífica para poder ayudar. No sé si somos ONG o no, lo que sí sé es que tener esa posibilidad de ayudar y no hacerlo, nos convertiría en cánceres de la sociedad. Igual que se dice "No son ONG", podemos decir "No son entidades sólo de culto", no lo han sido prácticamente nunca, al menos aquí en Andalucía. ¿Por qué eso no te lo dicen quienes machaconamente quieren homogeneizar el mundo cofrade?

Los tiempos que vienen son duros, y más lo serán si nosotros mismos renunciamos a las primeras de cambio a nuestra razón de ser. El mundo cofrade es circular, tanto en su aspecto económico como en el social. Si nosotros mismos atacamos los ejes de la ciudad, la caída será aún mayor. El círculo se romperá y entonces el peligro de perderlo todo será más real que nunca. Una entidad que desprecia al que no tiene nada o que no da pan (trabajo) pudiendo darlo, es una entidad sin valores. ¿De qué sirve el culto (la religión), si te quedas sin valores? Caridad y patrimonio, quien te diga que tienes que elegir entre uno de ellos, es que quiere fragmentar a las cofradías. Quien encima te diga que tienes que renunciar a los dos, es que quiere convertir a las hermandades en entidades amorales. 





viernes, 26 de junio de 2020

La Sevilla del futuro (y IV): la crisis medioambiental

Como he insinuado en los artículos anteriores, el punto medioambiental es quizás el reto más importante al que la ciudad (el planeta en realidad) se tiene que enfrentar a partir de ahora. Un municipio con una calidad medioambiental alta hace inexorablemente que sea también una ciudad sana y genere más riqueza, de todo tipo. Una ciudad poco amigable con su aspecto ambiental será, igualmente, más insalubre y generará muchas perdidas en la cuestión económica y saludable.

Vinculado al turismo vimos la urgencia que tenemos de empezar a imponer tasas turísticas que vayan destinada a reparar el posible daño que el turismo provoca en la ciudad. Si estas tasas no son cobradas, el daño se produce igualmente y será el sevillano quien tendrá que repararlo de su bolsillo. Son multitud de ciudades europeas las que tienen implantado este sistema y se está demostrado efectivo. 

Pero el gran problema de la ciudad está en su nula planificación. No existen vías verdes que conecten la periferia y el centro. Ni fuera del centro, espacios donde el peatón pueda transitar libremente. Al igual que existe una red de carriles bicis, debería existir una red peatonal espaciosa y con vegetación que uniera los barrios con el centro. Igualmente, zonas verdes en estos barrios. Pero desde hace algunos años Sevilla ha empezado a andar el camino inverso. El de la tala masiva de arboles. Cada vez menos hay menos espacio para el peatón. Ahora, con la distancia física que se nos exige, al Ayuntamiento le  han estallado las costuras. Sigue impasible sin dar una solución.

La apuesta por el transporte público debe ser más decidida y - volvemos a decir la misma palabra - planificada. Estos días está de actualidad el tranvía. Una obra que representa todo lo negativo que una corporación puede hacer en estos momentos. No sólo es un infraestructura innecesaria y costosa, sino que tal como está planteada, conllevara una nueva tala de árboles. En este caso en Luis de Morales y la avenida de San Francisco Javier.

En resumen, las líneas generales que el Ayuntamiento debería plantearse para salir de esta crisis, como una ciudad mejor, son: solidificar un urbanismo verde, con infraestructuras y herramientas que sean eficaces para el ciudadano. Crear, de una vez por todas, un modelo de ciudad que no dependa del que viene de fuera, sino que se base en quién vive aquí los 365 días del año. Una gran ciudad que sepa explotar sus grandes potencialidades y con éstas tape las deficiencias que también pueda tener u originar. Antes que la Covid llegara a nuestras vidas, la ciudad llevaba una camino que la conducía directa al abismo. Ahora el escenario ha cambiado, o sabemos adaptarnos o ya no es que estemos en el camino hacía el abismo, sino que estaremos directamente cayendo por el mismo. 

lunes, 15 de junio de 2020

San Bernardo: barrio y hermandad

El fenómeno social y antropológico es sin duda uno de los aspectos más destacables de la Semana Santa de Sevilla. La simbiosis entre barrio y hermandad, normalmente, acaba definiendo a ambas. Hay barrios que no se entienden sin su hermandad, y hay hermandades que no se entienden sin su barrio. En este artículo vamos a ver uno de los ejemplos más complejo que se da en Sevilla: San Bernardo. Una zona que ha sido históricamente maltratada por los gestores municipales y cuya bandera es hoy en día la hermandad. El urbanismo, elementos industriales, infraestructuras e hitos geográficos han determinado el sino de esta zona de la ciudad. Cada Miércoles de Santo vemos numerosas señales de cómo ha sido la Historia del viejo arrabal.



Banderín de San Bernardo

En la época musulmana, el actual barrio de San Bernardo estaba a las afueras de la ciudad y se le conocía con el nombre de Benialofar. Situado cerca del Palacio de la Buhaira, construcción que mandó levantar - sobre una laguna desecada - el califa Abu Yacub Yusuf. La orden templaria fue una de las que ayudó en la conquista de Sevilla. Una parte de sus tropas establecieron campamento en aquí, dejándolo asolado a su llegada. A las órdenes del infante Alfonso, llevaron el asedio intramuros frente la Puerta de la Carne. Hoy en día sigue muy presente esta reminiscencia en el callejero: Valme, Tentudia, Santo Rey, Campamento, Huestes, Alonso Tello, Gallinato, Cofia... incluso el nombre de San Bernardo tiene relación con este hecho histórico, ya que las tropas cristianas se asentaron en esta zona el 20 de agosto de 1246, día de su onomástica. Posteriormente, el rey santo ordenó levantar una ermita con el nombre de San Bernardo, justo en el lugar que hoy se encuentra la parroquia. Los meses anteriores al asalto a Sevilla, los caballeros que acompañaban al monarca competían entre ellos para conseguir ser su mejor valido. Es el motivo por el cual la actual calle Marqués de Estella se llamaba anteriormente Competencia. 


En la Baja Edad Media la zona está casi despoblada, quedó convertida en Huerta del Rey. Existió durante décadas, una lucha entre varios monarcas por el dominio de estos terrenos, hasta que en el siglo XV los Reyes Católicos otorgan la propiedad a Catalina de Ribera. Es a partir de ese momento cuando experimenta un crecimiento. Fundamentalmente, con la creación del convento de Portacoeli y el primitivo matadero. Era una zona de moriscos que vivían de la agricultura. En el XVI sigue creciendo, ya no sólo con la agricultura, sino también como zona industrial. Destacan numerosos hornos de pan y la fundición de Juan Morel (1555), precedente de la fundición de Artillería. A finales de este siglo se levanta el primer templo de la zona. El siglo XVII es dantesco en toda la ciudad. Crisis de todo tipo, siendo el peor momento la epidemia de Peste de 1649. San Bernardo se resiente, lógicamente.


Grabado de Hoefnagel (1565). Observamos algunas casas en la zona

Y llegamos al siglo XVIII, época en la cual el barrio vive un importante auge, gracias a que la meteorología ayudó a tener muy buenas cosechas. Se produce una «explosión demográfica». Es en ese contexto cuando aparece el germen de la Hermandad de San Bernardo, gracias a que un grupo de jóvenes empiezan a "jugar" a los pasos. El paso se guardaba dentro de la Fundición de Artillería, donde residían los impulsores de esta iniciativa (Juan Severino y Juan Rodríguez). Posteriormente, llegaron a salir desde el horno de Ramón Peredo, situado en la calle Ocho Hornos. Lugar y nomenclátor que indica el peso industrial que antes hemos comentado. Fue conocida como la Cofradía de los Muchachos durante algún tiempo, debido a esta semilla infantil de su fundación. Anteriormente, en 1732, se había fundado la Hermandad de la Santa Cruz y Nuestra Señora del Patrocinio en la parroquia. Y la Sacramental, que también estaba establecida en la parroquia. La Hermandad de la Santa Cruz y Nuestra Señora del Patrocinio ya tenía por aquel entonces una fuerte vinculación con el mundo taurino a través de Joaquín Rodríguez "Costillares". En 1851 se fusionarían ambas corporaciones.



Banderín de la Virgen del Patrocinio

El Domingo de Ramos de 1762 salen de la parroquia portando el crucificado que había en lo alto del altar de la Sacramental. En 1763 el provisor José Aguilar y Cueto no aprueba las reglas presentadas por Juan Antonio de Villanueva. Aunque el cardenal Solís da la licencia para procesionar en la tarde del Lunes Santo, siempre y cuando lo acompañase el cura, y Juan Ponce de León, presidente de capillas, diese el correspondiente permiso para que la cofradía saliese del templo. Para dar mayor lucimiento a la procesión, se solicita sacar la imagen de un crucificado del vecino convento de Portacoeli. Además es el prior de dicho cenobio bendice una imagen de la virgen, siendo advocada como del Refugio. Los pasos se montan en el convento y son trasladados a la iglesia en la noche del Domingo de Ramos. En 1764 se aprobaron las reglas y empiezan a hacer estación de penitencia a la catedral. En 1765 sale el Miércoles Santo, ya con el crucificado que había en la parroquia.


Es reseñable mencionar el contexto en el que la cofradía da sus primero pasos. En 1767 llega a Sevilla Pablo de Olavide. Con el vino la Ilustración a la ciudad. Urbanizó y limpió muchas de las calles, mandó levantar el primer mapa topográfico, fundó la Sociedad Patriótica, reformó los planes de estudios universitarios... En lo referente a las cofradías, en 1768 prohibió que estuvieran de noche por las calles. El 5 de octubre de 1771 se emitió un informe donde se indicaba que en Sevilla existían 426 hermandades, 374 cofradías, 50 congregaciones y 21 órdenes terceras. Todo ello en una población que lo que tenía era algo más de 100.000 habitantes. 20 hermandades tuvieron reglas aprobadas por el Consejo de Castilla, entre ellas San Bernardo (1793).


San Bernardo en el plano de Olavide (1771)

Entre 1780 y 1786 se construye la actual parroquia, siguiendo las trazas del arquitecto José Álvarez. En 1782 se había consolidado la función industrial con la fábrica de artillería (una de las más importantes de Europa). Una fábrica que junto a la hermandad han formado parte de los pilares del barrio. Cada Miércoles Santo podemos observar la escolta que los artilleros hacen a los pasos de la corporación. La incorporación de santa Bárbara, como titular de la hermandad, hay que justificarla por esta unión, ya que es la patrona de la artillería y la minería.

 

Representación de santa Bárbara en el faldón del palio de María Santísima del Refugio


Jarras en forma de "cañoncitos" del palio de María Santísima del Refugio


Guion de Santa Bárbara en el cortejo de San Bernardo


Artilleros escoltando los pasos el Miércoles Santo (Foto ABC)

En los últimos años de este gran XVIII se empieza a vislumbrar un cierto decaimiento, que prosigue en el primer tercio del XIX. Los deshechos del matadero arrojados al Tagarete, que convierten la zona en insalubre, unido a que la población que vivía allí era de muy poco poder adquisitivo, hizo que se sufrieran numerosas epidemias que lastraron la evolución que había experimentado en el XVIII. Especialmente dañinas resultaron la fiebre amarilla y cólera. Por la primera de éstas, salió el Cristo de la Salud en procesión de rogativas en el otoño de 1800, iba "con muchos nazarenos descalzos delante del paso con cirios" y los niños del Colegio de Náutica de San Telmo.


Es en el XIX cuando la corporación del Miércoles Santo empieza a configurar una de sus mayores señas de entidad en la actualidad (aunque como vimos antes, venía ya desde el siglo XVIII). La Hermandad de los Toreros, como popularmente se le conoce, tiene su origen en Francisco Arjona "Curro Cúchares". Impulsa a la corporación, ya que ésta había ha entrado en una época de decadencia en consonancia a la del barrio. Su muerte, por Peste Negra, mientras estaba en Cuba, hace que haya un frenazo en el impulso que se estaba produciendo. Es su hijo, quien rodeado de otros toreros, volverá a impulsar a la Hermandad de San Bernardo años después. Hay que recordar que no es casual que el barrio sea cuna de grandes matadores, ya que la vinculación es histórica con estos festejos, primero por realizarse en el antiguo matadero (primer sitio de Sevilla donde se hicieron) y luego por la creación de la plaza de toros de la Monumental a escasos metros de San Bernardo. Hay que destacar familias como los Trigos, Bienvenida o Vázquez. Actualmente, esta relación se mantiene con el diestro Eduardo Dávila Miura. 


San Bernardo en el plano taquimétrico de Sevilla y sus afueras (1890)



Los hermanos Pepe Luis y Rafael Vázquez

El gran hito del barrio será desde ese momento la inauguración de la estación de ferrocarril en 1860, que incrementa la importancia de San Bernardo por lo que representa de actividad económica, pero a cambio de separar por completo al barrio, debido a la barrera que formaban las vías del tren. Hecho que repercutió negativamente en el crecimiento de los años posteriores. Este aislamiento geográfico hizo que, de nuevo, se entrara en crisis. Quedando como un enclave degradado, dentro de la expansión de la ciudad que empezaban a experimentar zonas cercanas. Se unía, en estos años, un recorrido tortuoso, ya no sólo en las calles de su feligresía, sino también en su recorrido de ida y de vuelta de la catedral. El deficiente estado del pavimento de las calles del arrabal, así como farolas, marmolillos, salientes y todo tipo de mobiliario urbano, motivaron que el mayodomo de la hermandad solicitara en 1892 la intervención del Ayuntamiento hasta en catorce calles de su recorrido. 


Litografía de la estación de Sevilla (1864), Eduardo Antón Rodriguez, Guía del Viajero, BNE



Riada de 1877

Dichas décadas tristes y sombrías fueron la antesala del gran cambio del barrio. La segunda mitad del XIX y los principios del siglo XX, suponen la mayor transformación de San Bernardo en toda su historia. Se afianza como zona industrial: pirotecnia militar, fábrica de cápsulas,un nuevo matadero (ya fuera del barrio)... El desarrollo urbanístico de la ciudad tiene en esta demarcación algunos de los cambios más profundos: cubrimiento del arroyo Tagarete, derribo de la muralla, construcción del puente de San Bernardo (1924), hoy tan emblemático para la hermandad y la Enramadilla para salvar la vía ferroviaria. También en 1924 se construye el cuartel de Bomberos (al igual que el puente, obra de Juan Talavera y Heredia) y el mercado de la Puerta de la Carne (Gabriel Lupiañez Gely y Aurelio Gómez Millán) en 1927. Este último es uno de los pocos ejemplos de arquitectura racionalista en Sevilla. A lo largo del tiempo se ha afianzado también una relación de confraternidad con el vecino cuerpo de Bomberos. Cuya máxima expresión está en el regreso de la cofradía cada Miércoles Santo, cuando los funcionarios honran al Santísimo Cristo de la Salud y a María Santísima del Refugio con una iluminación especial y una petalada.


Construcción del Puente de San Bernardo (1924)


Foto de Eduardo Martínez Alba


Corpus de San Bernardo por la Fábrica de Artillería

En estos años el barrio es habitado, principalmente, por personas que vienen de otros municipios, atraídos por la mano de obra que requiere la industria de la zona, además de ser viviendas más asequibles por estar a las afueras de Sevilla. En el primer tercio del siglo XX, este aumento seguirá, debido a los obreros que venían para trabajar en la preparación de la Exposición Iberoamericana de 1929. Este auge de trabajadores hizo que se convirtiera en uno de los bastiones del sindicalismo. A mediados del siglo XX el barrio tiene la población de 6.083 habitantes (1950). La cifra más alta que jamás ha alcanzado oficialmente. A partir de ahí, fiel a su historia de altibajos, entra en otra época de degradación. Llegando a tener sólo 913 habitantes en 1986. La decadencia económica y, sobre todo, la riada del Tamarguillo en 1961 hizo que la población emigrara a otros barrios que empezaban a expandirse por aquel entonces (San Pablo. Amate y Alcosa, principalmente). En 1963 el Ayuntamiento llegó a decretar la destrucción del barrio para transformarlo en zona comercial. Afortunadamente, dicho plan no llegó a ejecutarse nunca, debido a la llegada de la democracia a los Ayuntamientos y a la Ley del Suelo de 1975.


Manifestación contra el pistolerismo (San Bernardo, 1932) 

  
Calle Marqués de Estella (Siglo XX)


Estación de San Bernardo (1955)


Philippe Le Tellier (1959)


Era tradicional que la cofradía recorriera varias calles del arrabal antes de entrar como San Bernardo, Santo Rey, Marqués de Estella, Alonso Tello y Almonacid. Desde 1968 este recorrido quedó suprimido y en la actualidad regresa directamente desde San Bernardo hacía Santo Rey y Almonacid. Este cambio de recorrido coincide, y seguramente sea la justificación, el descenso demográfico que acabamos de ver.


El Señor de la Salud por las calles del viejo Arrabal


Representación del Puente de San Bernardo en el llamador del paso del Cristo de la Salud

En esa Sevilla de principios de los 80 del siglo XX, San Bernardo era un barrio casi inerte. Con casas viejas y semidestruidas y habitantes vagabundos y okupas en un porcentaje alto. Durante el siglo XX no se supo rejuvenecer a la población. Si en 1936 el sector de edad más representado era el de 15 a 25 años, en 1986 era de 65 a 75 años. Será otra exposición internacional, en este caso la de 1992, la que vuelva a impulsar a San Bernardo, al menos urbanísticamente. Las transformaciones de esos años conllevan la perdida de algunos edificios tradicionales, pero a la vez lo convirtieron en un enclave peculiar. Rodeado de grandes bloques de pisos y oficinas, sus calles mantuvieron parte de la esencia de una Sevilla perdida. Destaca que en este siglo XXI la vida cofrade sigue creciendo en el barrio, con el nacimiento de una asociación de carácter civil, Abnegación de San Bernardo. El tiempo dirá si en esta ocasión también estamos ante una entidad nacida en el ámbito civil y que al final acaba formando parte de la Iglesia.


La Hermandad de San Bernardo ha crecido mucho en estas décadas, hasta convertirse en una de las que más nazarenos saca a la calle. La explicación es que a pesar del despoblamiento sufrido en esa segunda mitad del siglo XX, sí se recogieron los frutos del «boom» de la primera mitad. Familias, que se fueron a otros barrios, pero quisieron mantener el arraigo a través de la hermandad. Y con ellos sus hij@s, niet@s... Cada Miércoles Santo las calles rebozan gentío, algo difícil de ver el resto de los 364 días del año. En la retina de las personas más mayores, que se acercan todos los años a la salida de la cofradía, podemos ver la etapa más viva del barrio de San Bernardo. 



Fuentes:
  • El barrio de San Bernardo. Angel L. Vera Aranda. Revista de Estudios Andaluces (nº 10). 1988
  • Web de la Hermandad de San Bernardo
  • Sevilla Bajo tus pies (@HuellasSevilla)
  • 'Nervión desde el cielo'. Camino a Nervión.Victor Fernández Salinas. 2013
  • 'San Bernardo de ayer a hoy: la reconstrucción simbólica de un barrio'. Web Sevilla cofradiera. Mariano Lopez Montes y José María Lobo Almazán. 29 de mayo de 2018
  • Historia general de la Semana Santa de Sevilla. Álvaro Pastor Torres, Francisco Robles y Manuel Jesús Roldán. Ediciones El Paseo. 2019
  • El recorrido de las cofradías de Sevilla. José Julio Gómez Trigo. Punto rojo libros. 2016



domingo, 14 de junio de 2020

Saber afrontar la realidad

La pasada No Semana Santa evidenció lo que algunos venimos diciendo desde hace tiempo. El sevillano no es creativo ni original a la hora de combatir las adversidades. También hay que añadir que es cobarde para afrontar las realidades duras. Lo vimos en esos nueve días, pero después lo hemos seguido viendo. Seguramente, lo seguiremos comprobando durante los próximos meses. 

Empezamos la Cuaresma con algunos rumores lejanos que hablaban del peligro de la pandemia, pero a medida que fueron avanzando los días, fuimos tomando consciencia de que no íbamos a tener Semana Santa. Casi todos, porque Juan Espadas, cuando la gran mayoría de cofrades ya sabía que no habría celebración, todavía salía diciendo aquello de "A mí me va a tener que llamar el presidente de la OMS". Fue el primer momento de no querer ver la realidad, y es especialmente grave por tratarse de la figura del alcalde.

Luego se convirtió a la Semana Santa en nueve días de tragicomedia. Muy pocos supieron estar a la altura, quizás destacaría sólo a la Policía Local, que dentro de los días más duros del confinamiento, intentó ayudar poniendo marchas en los altavoces de los coches. Creo que eso es un gesto bonito, que no cae en lo ridículo y que ayuda moralmente a la población. Pero a partir de ahí, casi todos quisieron jugar su papel de protagonistas en una obra de teatro que tenía el escenario vacío. La televisión, por ejemplo, mandaba a sus reporteros a las calles vacías. Incluso hubo quien estuvo en el puente de Triana en plena Madrugá, para ver qué pasaba allí. Algo más propio de un sketch de José Mota que de un programa de información cofrade. Las flores en las puertas, las juntas de gobierno casi al completo haciendo paripés incomprensibles en pleno confinamiento... Las hermandades, impulsadas por el Consejo, pretendieron hacer una Semana Santa Virtual. En algunos casos usando hasta el presente indicativo y fotos sin ningún valor artístico ni histórico. Irrisorio fue cuando había cofradías que quizás no habrían salido a la calle, debido a la lluvia o el riesgo de ella, pero sin embargo hicieron el minutaje en redes sociales como si tal cosa. Eso, en mi opinión, es no querer afrontar la realidad e intentar hacerse trampas al solitario. Además de no tener capacidad para adaptarse a las circunstancias. Pretendían actuar como siempre, pero con un contexto totalmente diferente.

Y digo a día de hoy lo seguimos viendo. La situación sanitaria, aunque temporalmente mejor en España, no ha dejado de ser peligrosa. El riesgo de rebrote es cierto. Por eso los gobiernos del mundo (no sólo España y Andalucía) han denominado a estos meses con ese oxímoron de "Nueva normalidad". Más allá de la ñoñería en la denominación, el mensaje está claro. No podemos tener la normalidad que había en enero. Y no podemos tenerla por una cuestión sanitaria que hay que combatir con medidas sanitarias.

No hay procesiones, al igual que no hay Ferias, romerías, grandes conciertos, espectáculos de masas, público en los recintos deportivos (siendo más fácil de controlar), playas abarrotadas, comercios llenos, centros comerciales con libre circulación, cada vez se ven menos personas sin mascarilla en las calles, hoy seguimos sin movimiento entre comunidades y entre países... La especial forma de celebrar una procesión en Andalucía hace que tengamos que cambiar por completo el modelo durante este tiempo. Las distancias físicas entre costaleros son imposibles de salvar. Realizar test a todos los costaleros de Andalucía, cada vez que se vayan a meter debajo de unas trabajaderas, es una tarea muy fácil de decir, pero casi imposible de realizar. Además, la masa de personas que acude al evento debería ser aforada en todo momento. Inviable. 

Soy el primero que siempre he defendido y defenderé que haya procesiones en las calles. Cuantas más, mejor. Desde las procesiones de Semana Santa hasta la Cruz Mayo más infantil que haya. Hasta hace no mucho tiempo, los mismos que ahora reclaman con ahínco la vuelta de las procesiones, le echaban tierra encima. Decían que había demasiadas. Les molestaba un paso en la calle, especialmente, si este era una Cruz de Mayo, una asociación civil y hasta según qué Glorias. Curioso. Quien me conoce sabe que siempre apoyaré una cofradía en la calle, pero ahora no se puede. La papeleta de sitio que hay que pagar para sacar una procesión en estos meses es la muerte de personas. Es un coste imposible de saldar, moralmente. Así de claro. 



miércoles, 3 de junio de 2020

La Sevilla del futuro (III): la crisis sanitaria

En el anterior artículo vimos cómo afrontar la crisis desde un punto de vista económico. Hoy vamos a ver qué medidas pueden ser las que afecten a la ciudad, al menos hasta que haya vacuna y la "nueva normalidad" dé paso a la ¿antigua normalidad? Personalmente pienso que hay muchas cosas que ya van a cambiar para siempre, porque es seguro que para que la Covid deje de ser un peligro, quedan meses en el mejor de los casos, quizás años. Una vez que la ciudad empiece a funcionar con nuevos mecanismo y la población pierda el miedo al cambio, es posible que no volvamos a esa normalidad tal y como la entendíamos en febrero de 2020. 

Hay que recordar, que este punto está estrechamente ligado con el que veremos en el siguiente y último artículo, el dedicado a las medidas medioambientales. No podemos permitir una ciudad que no sea respetuosa con el medioambiente, porque eso conlleva una ciudad insalubre. En este sentido, y ciñéndonos al aspecto urbano, sabemos que durante un tiempo tendremos que respetar las distancias físicas, lo cual podría entrar en conflicto con el uso del transporte público. Pero como decía, el medioambiente es el primer factor que debemos controlar para no poner en riesgo la salud de los ciudadanos. Es por eso que el Ayuntamiento debería ampliar el número y frecuencia de toda su red de autobuses urbanos y metropolitanos. Al igual que los cercanías (esta labor de RENFE) en los puntos que se viera necesario.

La realización de un urbanismo verde, con zonas de paseo para el peatón, es primordial en cualquier ciudad  del mundo del siglo XXI. Como sabemos, esto también es salud, poder hacer ejercicio físico en espacio urbano. Desde el Ayuntamiento de Sevilla se debería fomentar el teletrabajo. Primero en los propios funcionarios del Ayuntamiento que así pudieran realizar su labor, luego llegando a acuerdos con las grandes empresas y pymes de la ciudad, donde hubiera planes ejecutados por éstas, pero impulsados desde el consistorio. El peatón debe ganar espacio, para poder respetar la distancia entre personas, incluso con delimitación de itinerarios de idas y vueltas en el viario para que la gente no "choque". 

En resumen, lo que se tiene que hacer ahora es preparar a la ciudad para medidas que son necesaria estos meses, pero que bien planificadas, deben ser medidas que se queden para siempre. La eficiencia de un transporte público y la peatonalización de grandes zonas, serían hechos que Sevilla debería haber implantado hace mucho tiempo. Ahora se le presenta una oportunidad de oro para aprovechar las circunstancias y entrar en el siglo XXI también en este aspecto. 



domingo, 31 de mayo de 2020

Pilato en el Patio de la Montería

El pasado martes se celebró la reunión de hermanos mayores que decidía qué hacer con el dinero de los abonados de la carrera oficial. La decisión final ha sido devolver el dinero a quien lo solicite. Quien decida no pedir la devolución podrá declararlo como donación, con la lógica deducción fiscal, y además el año que viene tendrá un 25 % de descuento en el abono. En realidad, el abonado que opte por esta opción recuperaría gran parte del dinero y no pondría en peligro ni al Consejo ni el tejido socioeconómico del mundo cofrade y por ende de Sevilla.

Si la gran mayoría de abonados pide esa devolución, el Consejo tendrá que pedir un crédito bancario. Un crédito que a día de hoy no saben cómo podrían liquidarlo, porque nadie garantiza que el año que viene pueda haber Semana Santa y lo que parece seguro, es que al igual que las medidas de seguridad llegaron para quedarse después de lo ocurrido en 2000 y 2017, ahora se van a implantar - para siempre - otras medidas de seguridad vinculadas a la seguridad sanitaria. La carrera oficial, como la conocimos hasta 2019, es evidente que ha muerto en todos los escenarios que el futuro nos puede plantear. ¿De dónde va a sacar el dinero el Consejo el dinero para pagar el crédito y los intereses, si su fuente de financiación se va a ver mermada o incluso cortada de raíz?

La situación, si no fuera por el peligro real que conlleva para el futuro del mundo cofrade, sería cómica. Una junta superior que pide una valoración jurídica a un importante bufete de abogados de la ciudad. Imagino que informe pagado, como es lógico. Este bufete le da la razón y argumentos legales para no devolver el dinero. Sin embargo, el presidente decide echarse en brazos del que dos días antes le llamaba "rata". Así, literalmente, sin un poco de poesía, moral o ética periodística. Lo hace con la complacencia de los hermanos mayores, algunos de los cuales estoy convencido veían la locura de esa decisión, pero prefirieron callar y esconderse en la masa de la aclamación que levantarse y defender lo que pensaban. Para terminar la tragicomedia, anunciaba el presidente, Francisco Velez, que iba a realizar una reforma de los estatutos para que esto no volviera a ocurrir. Pero ¿de qué reforma está hablando?, si ya hay un artículo más que explícito:

"Artículo 7. La suspensión de alguna o de todas las estaciones de penitencia por causa meteorológica o por cualquier otro motivo, no dará derecho a devolución alguna de dicha aportación"

Sólo es una artimaña más para dejar pasar el tiempo sin hacer nada. Como en el Martes Santo, la Madrugá, Domingo de Ramos, Miércoles Santo, la transparencia económica del Consejo... siempre es la misma historia, en mayo decir que lo van a trabajar y en noviembre o diciembre decir que ya no se puede hacer nada. El problema en esta ocasión es que el impago de un crédito no entiende de esas patrañas. 

Todo el mundo, desde el último de los cofrades hasta el alcalde de la ciudad, parece que sólo mira por sus intereses personales. Nadie analiza en global la Semana Santa y la manera de fortalecerla. Ante nuestros ojos se puede caer todo, pero parece dar igual. El "yo" siempre por delante del "nosotros". No hay nada más sevillano que decir que defiendes la ciudad, pero en realidad defender tus egos, fobias y filias. El problema es que no se dan cuenta que sin el "nosotros" no hay el "yo". Al abonado sólo le importa su dinero y que sea ya, el hermano mayor su dinero ahora, la junta superior marear la perdiz estos dos años y dejar el pufo al que venga detrás, si es que detrás viene alguien o queda algo en pie del Consejo. El alcalde y su concejal de Fiestas Mayores callados, no vaya a ser que pierdan algún voto. A nadie le importa la verdadera base de la fiesta. Si ésta cae, luego todos sobreactuarán con las lágrimas de cocodrilo, eso sí se nos da muy bien por aquí.

Las hermandades van a tener que seguir pagando locales, luz, agua, mantenimiento de templos, obras sociales (ahora más que nunca)... se olvidarán de los artesanos por un tiempo ¿De qué van a comer estos? Tampoco habrá para bandas, que están destinadas a desaparecer en un buen número. ¿A quién le importa esto? Ni para negocios típicos de aquí como la cerería. O los floristas, tiendas cofrades, costureros/as... El martes pasado Pilato fue al Palacio de Montería. En vez de llevar una palangana, llevaba un televisor y un decisión ya tomada. No había alternativas posibles. Se lavó las manos delante del sanedrín de hermanos mayores. Ninguno de ellos intentó jugar el papel sensato de Claudia Prócula. No digo que pudiera frenar tanto desastre, pero al menos alguien que lo intentase. Todos salieron contentos y aplaudiéndose así mismos. Luego vendrán los tiempos duros, las decisiones trágicas y los llantos por lo perdido. Ya habrá tiempo de echar la culpa a alguien. Siempre a un tercero, nunca mirarnos a nosotros mismos y ver la repercusión que tienen nuestros actos, claro.

miércoles, 20 de mayo de 2020

La Sevilla del futuro (II): la crisis económica

En el primer artículo esbozaba lo que en mi opinión son las tres crisis que ahora mismo están presente en la ciudad de Sevilla (y en el mundo). Hay una noticia buena y una mala. La mala es que si no le sabemos dar respuesta a las tres, nos hundiremos como sociedad. La buena noticia es que hay soluciones posibles. Nadie dice que sean acciones fáciles de ejecutar, pero sí hay un amplio consenso que son acciones viables, que al fin y al cabo es lo que hay que tener en cuenta. Nadie se debería presentar a alcalde o acceder a un cargo público para hacer sólo cosas fáciles, sino para hacer lo mejor.

En el artículo de hoy nos vamos a centrar en la crisis económica. Hace tiempo que algunos venimos advirtiendo de la peligrosa deriva que Sevilla estaba tomando. La turisficación era ya uno de los problemas más severos que tenía la ciudad. Entre otras cosas, porque en la última década se ha optado por un turismo totalmente descontrolado. Únicamente se han fomentado el aeropuerto como lugar receptor de vuelos de bajo coste, convertir las casas tradicionales del centro en edificios turísticos sin personalidad y la proliferación de numerosos establecimientos hoteleros. Ese tipo de turismo es de poco valor y además depende de la moda del momento. Ese era el peligro. Ahora la moda ha pasado de golpe y porrazo.

¿Quiere decir que Sevilla debe renunciar a ese sector o que cualquier tipo de turismo es malo? Obviamente no. Existen infinidad de tipos de turismo y Sevilla tiene potencial para compaginar varios de ellos. Eso sí, de una forma planificada, donde el turismo sea la herramienta para llegar a los objetivos y no sea el simple objetivo. No se comprende que aquí no haya una tasa turística, por ejemplo, y en el nuevo modelo debería de ser una de las cosas a implantar desde ya. Está más que demostrado que no rebaja el número de pernoctaciones en la ciudad y ya son multitud de ciudades las que disponen de dicha tasa. Ciudades, muchas de ellas, que compiten con Sevilla por un mismo tipo de cliente: Florencia, Milán, Lyon, Barcelona, Hamburgo (en su caso es una tasa porcentual)... Estas tasas oscilan desde los 0,60 céntimos de euro en Niza y los siete euros en Roma. ¿Qué consigue esta tasa? Pues muy fácil, que sea el turista quien, con un coste muy moderado para sus arcas, sea el que pague el propio impacto negativo que su estancia genera. Hasta ahora Sevilla no tiene esta tasa y por tanto somos los ciudadanos quienes pagamos los daños ocasionados por el turismo. En el artículo que veamos sobre cómo afrontar la crisis medioambientalmente, veremos que esta tasa también juega un papel importante.

La ciudad tiene que apostar por la cultura en todas sus facetas. Desde ahí, haciendo una política eficaz y comprometida, se puede frenar la brecha social tan grande que existe. Entre los quince barrios más pobres de España, seis son de Sevilla. Salir de la marginalidad a través de una red cultural estable que genere empleo sería la forma más directa de progresar y de matar dos pájaros de un tiro. Lo que no creo que tenga dudas nadie es que si hasta aquí hemos llegado con seis de los barrios más pobres de todo el país, algo se estaba haciendo muy mal. Tenemos que ser los que generemos nuestros propios recursos culturales, no conformarnos con una gala aislada de los Goya o algún evento internacional pasajero. 

Sevilla y su área metropolitana representan la cuarta zona con más población de todo el país, sin embargo, en PIB está muy lejos de las tres primeras. Incluso Zaragoza, con menos población, tiene más renta per capita. Es verdad que el sistema universitario es un mal a nivel nacional y Sevilla, por sí sola, no tiene capacidad para solucionarlo, pero el Ayuntamiento sí tiene la capacidad de potenciar las dos dos universidades de la ciudad. Ninguna zona del mundo progresa adecuadamente sin tener una universidad fuerte. En este sentido, como veremos en el artículo correspondiente a cómo afrontar la crisis desde el punto de vista sanitario, parece muy adecuado potenciarlo desde la investigación en cuestiones sanitarias, que se vislumbran van a ser claves a partir de ahora. 

En resumen, una reforma del modelo de turismo, cultura e investigación podrían ser los tres grandes pilares que deberían sustentar la Sevilla del siglo XXI, en cuanto a economía se refiere. Todo ello apoyado (que no sustentado) con una industria artesanal propia que ya tiene, y que está especialmente vinculada a la Semana Santa. El valor añadido de las cosas muchas viene dado por la singularidad. Sevilla tiene aquí trabajos perdidos en otros lugares, que ahora, bien gestionados, pueden ser un gran apoyo a los tres pilares comentado antes. Igual que el impulso de otras actividades que ya se vienen desarrollando, como son la Feria, el Festival de Cine Europeo o Bienal de Flamenco.


Foto: Diario de Sevilla