miércoles, 20 de mayo de 2020

La Sevilla del futuro (II): la crisis económica

En el primer artículo esbozaba lo que en mi opinión son las tres crisis que ahora mismo están presente en la ciudad de Sevilla (y en el mundo). Hay una noticia buena y una mala. La mala es que si no le sabemos dar respuesta a las tres, nos hundiremos como sociedad. La buena noticia es que hay soluciones posibles. Nadie dice que sean acciones fáciles de ejecutar, pero sí hay un amplio consenso que son acciones viables, que al fin y al cabo es lo que hay que tener en cuenta. Nadie se debería presentar a alcalde o acceder a un cargo público para hacer sólo cosas fáciles, sino para hacer lo mejor.

En el artículo de hoy nos vamos a centrar en la crisis económica. Hace tiempo que algunos venimos advirtiendo de la peligrosa deriva que Sevilla estaba tomando. La turisficación era ya uno de los problemas más severos que tenía la ciudad. Entre otras cosas, porque en la última década se ha optado por un turismo totalmente descontrolado. Únicamente se han fomentado el aeropuerto como lugar receptor de vuelos de bajo coste, convertir las casas tradicionales del centro en edificios turísticos sin personalidad y la proliferación de numerosos establecimientos hoteleros. Ese tipo de turismo es de poco valor y además depende de la moda del momento. Ese era el peligro. Ahora la moda ha pasado de golpe y porrazo.

¿Quiere decir que Sevilla debe renunciar a ese sector o que cualquier tipo de turismo es malo? Obviamente no. Existen infinidad de tipos de turismo y Sevilla tiene potencial para compaginar varios de ellos. Eso sí, de una forma planificada, donde el turismo sea la herramienta para llegar a los objetivos y no sea el simple objetivo. No se comprende que aquí no haya una tasa turística, por ejemplo, y en el nuevo modelo debería de ser una de las cosas a implantar desde ya. Está más que demostrado que no rebaja el número de pernoctaciones en la ciudad y ya son multitud de ciudades las que disponen de dicha tasa. Ciudades, muchas de ellas, que compiten con Sevilla por un mismo tipo de cliente: Florencia, Milán, Lyon, Barcelona, Hamburgo (en su caso es una tasa porcentual)... Estas tasas oscilan desde los 0,60 céntimos de euro en Niza y los siete euros en Roma. ¿Qué consigue esta tasa? Pues muy fácil, que sea el turista quien, con un coste muy moderado para sus arcas, sea el que pague el propio impacto negativo que su estancia genera. Hasta ahora Sevilla no tiene esta tasa y por tanto somos los ciudadanos quienes pagamos los daños ocasionados por el turismo. En el artículo que veamos sobre cómo afrontar la crisis medioambientalmente, veremos que esta tasa también juega un papel importante.

La ciudad tiene que apostar por la cultura en todas sus facetas. Desde ahí, haciendo una política eficaz y comprometida, se puede frenar la brecha social tan grande que existe. Entre los quince barrios más pobres de España, seis son de Sevilla. Salir de la marginalidad a través de una red cultural estable que genere empleo sería la forma más directa de progresar y de matar dos pájaros de un tiro. Lo que no creo que tenga dudas nadie es que si hasta aquí hemos llegado con seis de los barrios más pobres de todo el país, algo se estaba haciendo muy mal. Tenemos que ser los que generemos nuestros propios recursos culturales, no conformarnos con una gala aislada de los Goya o algún evento internacional pasajero. 

Sevilla y su área metropolitana representan la cuarta zona con más población de todo el país, sin embargo, en PIB está muy lejos de las tres primeras. Incluso Zaragoza, con menos población, tiene más renta per capita. Es verdad que el sistema universitario es un mal a nivel nacional y Sevilla, por sí sola, no tiene capacidad para solucionarlo, pero el Ayuntamiento sí tiene la capacidad de potenciar las dos dos universidades de la ciudad. Ninguna zona del mundo progresa adecuadamente sin tener una universidad fuerte. En este sentido, como veremos en el artículo correspondiente a cómo afrontar la crisis desde el punto de vista sanitario, parece muy adecuado potenciarlo desde la investigación en cuestiones sanitarias, que se vislumbran van a ser claves a partir de ahora. 

En resumen, una reforma del modelo de turismo, cultura e investigación podrían ser los tres grandes pilares que deberían sustentar la Sevilla del siglo XXI, en cuanto a economía se refiere. Todo ello apoyado (que no sustentado) con una industria artesanal propia que ya tiene, y que está especialmente vinculada a la Semana Santa. El valor añadido de las cosas muchas viene dado por la singularidad. Sevilla tiene aquí trabajos perdidos en otros lugares, que ahora, bien gestionados, pueden ser un gran apoyo a los tres pilares comentado antes. Igual que el impulso de otras actividades que ya se vienen desarrollando, como son la Feria, el Festival de Cine Europeo o Bienal de Flamenco.


Foto: Diario de Sevilla

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