Desde que se supo que no íbamos a tener Semana Santa 2020, una
problemática ha protagonizado los grandes debates e informaciones del mundo
cofrade. ¿Qué hacer con el dinero de los abonados de la carrera oficial? El
asunto no es baladí y llevado por la senda que parece haber cogido parte de la
prensa, puede acarrear el fin de algunas hermandades. En plural y en un número
mayor del que algunos imaginan. Más allá de eso, también supone la puntilla
para la industria cofrade.
La cuestión la podemos llevar por dos lados: el legal o el moral.
En asuntos legales sabemos que siempre hay resquicios para intentar defender
una causa y la contraria. En este caso parece que no hay mucha interpretación
posible, si miramos el reglamento que rige la carrera oficial. Asumido pro
todos los abonados:
"Artículo 6.- La aportación económica, en contraprestación
por la cesión de uso de sillas y palcos en las distintas modalidades y zonas,
será establecida anualmente por la Junta Superior del Consejo General de
Hermandades y Cofradías, a propuesta de su Tesorero. La suspensión de
alguna o de todas las estaciones de penitencia por causa meteorológica o por
cualquier otro motivo, no dará derecho a devolución alguna de dicha
aportación".
Creo que el artículo es bastante claro y no deja lugar a la duda.
Por cualquier motivo e incluso con la suspensión de la totalidad de las
estaciones de penitencia, el abono no tiene derecho a la devolución. Pero como
digo, los abogados tienen que comer y parece que a través de FACUA (la otrora
organización cuasi anticlerical y ahora elegida como hermana de sangre) se ha
visto un resquicio legal, al considerar la carrera oficial como un espectáculo.
Hay quien ya habla abiertamente de comparar la Semana Santa con los Toros,
cuando hace tres meses defendían justo lo contrario e insultaban duramente al
que osara decir que lo que va de Campana hasta la catedral es un espectáculo
privado. Decían que era una donación, que lo que allí se hacía era rezar (risas
enlatadas, por favor) y que todo estaba envuelto por un carácter místico, no
ocioso. También hace escasos meses, al representante más visible de FACUA,
Rubén Sánchez, lo veían como el demonio personificado. Ahora lo eligen como su
pastor. Por una "pringá" han vendido sus ideales, creencias y dignidad.
Vemos que el asunto legal parece claro reglamento en mano, aunque
no tan claro si a la ley de espectáculos nos atenemos. Sinceramente, siempre he
defendido que la carrera oficial es un espectáculo, que de religioso tiene poco
(por no decir nada) y que el IVA del 21% estaba bien cobrado. Por tanto, asumo
que desde un punto de vista legal (siendo totalmente lego en la materia) e
intentando ser coherente con mi pensamiento, para no parecerme mucho a los
chaqueteros, el abonado que pide la devolución podría tener razón. Quien asuma
esta vía, también asume que la carrera oficial es un espectáculo sin carácter
religioso (la ley de espectáculos excluye expresamente a estos), que el IVA
estaba bien cobrado y que mintieron hace tres meses cuando decían que no era un
espectáculo, porque ahora defiende con ahínco que sí lo es. Para futuros
debates estoy convencido que volverán a cambiarse la chaqueta para ponerse la
de fieles devotos. Vaya lío van a formar en el armario. Es lo que pasa cuando
careces de ideales y creencias y los vas amoldando a la moda del momento.
Pero antes he dicho que esto había dos maneras de atajarlo, vamos
ahora por el lado de la moralidad. Si los artesanos tienen alguna posibilidad
de supervivencia, es con hermandades pudiendo invertir en patrimonio. Si éstas
se extinguen o se quedan con sus cuentas a cero, la industria cofrade tendrá
que bajar la persiana. El montante del dinero de las sillas es unos cuatro
millones de euros, aproximadamente. Una cantidad que va destinada a dar miles
de puestos de trabajos y a asistir a cientos de miles de personas que no tienen
un plato caliente que llevarse a la boca, pagar estudios al que no tiene
recursos económicos para formarse, facturas de luz, agua... Esos ya famosos
cuatro millones sustentan parte del tejido socio-económico de Sevilla. El
Consejo y los hermanos mayores están a un paso de tirar por el barranco a todas
esas personas, para que otras, que no tienen ningún problema económico, puedan
tener otro billete de 100 euros en la cartera.
Porque seamos sinceros, ninguno de los que saca su abono tiene
problemas económicos serios. Sí, hay gente que hace un esfuerzo para pagarlo,
pero es igual que el que hace ese esfuerzo para ir todas las semanas al cine,
se saca un abono de fútbol o de Toros. Y es verdad que ahora pueden verse
metidos de lleno en la crisis, pero 100, 200, 300 euros... no van a solucionar
en nada su problema y además son personas que disponen de un colchón. En
algunos casos un colchón más ancho y en otros más estrecho, pero un colchón al fin
y al cabo. No se puede comparar quien hace un esfuerzo para el ocio, con
quienes tienen una olla que no hierve. Ni a ellos, ni a sus hijos ni a sus
abuelos. Ningún abonado come en comedor social ni acude a Caritas a pedir
auxilio. O dicho de otra manera, la devolución del dinero haría que este no
fuera destinado a ninguna necesidad básica, mientras que los cuatro millones
gestionado por las hermandades van a solucionar miles de necesidades básicas.
El 26 de mayo 150 personas se reunirán en el Alcázar. A día de hoy
parece que la opción que tienen en la cabeza es meterse en un crédito bancario
para salvar a adinerados individuos. Al mismo tiempo, le darán la patada al
abismo al que no tiene nada y a los artesanos cofrades. Sin ni siquiera luchar
la vía legal que podrían tener a su favor. Si creamos una sociedad de egoístas
e individualistas, tendremos una sociedad sin valores ni futuro. Estaría bien
que cuando los hermanos mayores y la junta superior del Consejo vayan a votar,
tengan en la cabeza las siguientes cuestiones:
- Es una posibilidad que en 2021
puede no haber Semana Santa ¿Cómo van a pagar ese crédito en un año, si no
hay Semana Santa 2021? ¿De dónde sacan 1,6 millones de euros más
intereses, si su sustento son las sillas y puede que el año que viene no
exista ese ingreso?
- ¿Y si hay Semana Santa, pero
con el aforo del espectáculo reducido a un tercio o a la mitad? ¿Van a
arriesgar el futuro de la institución por el capricho de personas que no
están en apuros económicos severos?
- Para las hermandades de gloria
supone el 80% del presupuesto, en algunos casos ¿qué hacen ahora? El voto
de sus hermanos mayores puede suponer meter a su hermandad en una crisis
sin fin. ¿Serán capaces de suicidarse de esa manera? ¿Serán capaces otros
hermanos mayores de asesinar (con su voto) a hermandades hermanas?
- Para las hermandades de
penitencia supone, en muchos casos, un 40%. Cuando Caritas llame a su
puerta con rostro de padres con hijos sin ningún recurso, ¿cómo le van a
decir que se vayan a otra parte?
- Cuando el artesano (amigo o
familiar en algunos casos) eche el cierre a su taller. ¿Le van a seguir
mirando a los ojos a ellos y sus familias, sabiendo que en parte son
responsables de esa ruina?
- Entre los abonados también hay
muchas familias que directa o indirectamente comen gracias a ese tejido
social y económico. Le van a devolver una caña pequeña para que puedan
pescar, pero van a desecar el río.
No son cuestiones vacías ni tan lejanas en el tiempo, si
decidieran devolver el dinero a los abonos. Muchos de ellos comparten que ese
dinero pertenece a las hermandades, el problema es que la opinión publicada ha
empezado una campaña salvaje contra la junta superior del Consejo. Con una
visceralidad y unas formas que parecen más una cuestión personal y de egos que
otra cosa. Sobre todo si nos fijamos que hace muy poco tiempo era justo al
contrario. Tal presión están metiendo, que me temo que los débiles de
personalidad están a un paso de sucumbir ante la prensa gritona. Pasarán a la
Historia como los liquidadores de la institución y del mundo cofrade tal y como
lo hemos vivido estos años. Sus apellidos quedarán manchados de por vida. Ojalá
recapaciten. Están a tiempo.
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