domingo, 6 de febrero de 2022

Daddie, este plan es secondary

Reconozco que hasta el pasado fin de semana no tenía ni pajolera idea de quiénes eran Chanel, Tanxugueiras y Rigoberta Bandini, pero después de la que se ha formado esta semana como para no conocerlas. El resumen de esa historia es que los intereses personales y comerciales de los miembros del jurado prevalecieron sobre los del pueblo. Alguien podrá pensar, pero oiga, ¿usted no hablaba por aquí de cofradías? ¿Qué hace hablando de Eurovisión? Y lleva razón quien piense así, por eso vamos a empezar a hablar de cofradías, aunque también de intereses personales y maltrato al pueblo.

En estos días hemos conocido cómo será el Martes Santo 2022. No entiendo el porqué lo han cambiado, si Francisco Vélez nos dijo que el plan Perera era prácticamente una tratado de Física que merecía el premio Nobel. Tan bueno era que durante la Cuaresma de 2019 ya había crónicas escritas de lo bien que había salido el Martes Santo 2019. Por lo que sea, a la Hermandad de Los Estudiantes no le gustó salir haciendo los 100 metros lisos para después tener que llegar hasta San Pablo. A El Cerro no le agradó comprimirse al máximo para presenciar en primera fila esa carrera de Los Estudiantes. A la Candelaria no le convenció unirse a ese fiesta del atletismo para tener que dejar pasar a Santa Cruz. A la decana del día tampoco le satisfizo la media maratón que tuvo que hacer entre Plaza del Triunfo y Plaza Nueva. San Esteban ya sabemos que protestó por su ser la primera y su entrada temprana y Los Javieres tampoco andaba muy satisfecho. Todo esto ocurría porque el plan era pésimo técnicamente y fue impuesto desde el Consejo para lisonjear a un determinado grupo de personas. El plan Chanel lo podiamos llamar ahora. 

Lo triste es que las hermandades, que habían conseguido unidad y que algunos pensáramos que el institucionalismo cofrade tenía aún remedio, ahora ya se han divido y le han comprado al Consejo la idea de hacer planes absolutamente ridículos cada año. Lo peor no es que lo piense yo, sino que lo piensan ellas mismas, como evidencian sus propios comunicados. Es una vergüenza que se hable que bajo ningún concepto el plan que acaban de firmar se repetirá en 2023, ya que indica que es malo y no les gusta. Sin embargo, del comunicado de El Cerro hay algo todavía más lamentable, como es que ponen fechas para rehacer el plan "definitivo". ¿Qué fechas? Antes del 30 de abril de 2022 (13 días después de la finalización de la Semana Santa) se tienen que establecer "los criterios vinculantes para mejorar la configuración de la jornada y, antes del 30 de junio de 2022, se estudien todas las opciones técnicamente viables para la configuración del Martes Santo del año 2023". 

Después de tres años sin cofradías y casi sin actividad cofrade no es de recibo poner esos límites temporales. En más de 1000 días no han sido capaces de sentarse a trabajar y ahora se comprometen a dejarlo encauzado en 13 días, a pesar que aún quedaban 70 días para el Martes Santo, cuando han dado por cerrado éste. Eso es reírse de los cofrades de misma manera que las distintas juntas superiores del Consejo llevan haciendo desde hace décadas. Por ahí no, hermandades del Martes Santo, por ahí no. Mal han hecho los hermanos mayores en perder la unidad que tenían en 2018. Entrando en una vorágine de cambios y peleas cada precuaresma, los que salimos perdiendo somos los cofrades en general y los hermanos del Martes Santo en particular. Perdiendo la firmeza de 2018 lo que tendrán es sufrimiento y adversidades continuas en las estaciones de penitencia. No se confundan, señoras y señores... bueno, en este caso sólo señores.