domingo, 8 de enero de 2017

El lastre de Sevilla

Durante estos días de Navidad hemos asistido a una de esas polémicas que particularmente me dan nauseas. De los creadores de "Montemos un circo en el cierre de una calentería" o "El problema más grande de la ciudad es que yo no puedo pasear con veladores", nos ha llegado el "Boicot al Gran Poder porque el cura no piensa como yo". Es llamativo ver como personas con cierta formación siguen las directrices y tratados del odio que algunas cuentas y articulistas llevan años difundiendo. Me sigue llamando la atención, que todavía alguien le tenga cierta admiración a gente como Antonio Burgos, personaje que no se corta ni un ápice a la hora de insultar públicamente a todo el que no tenga su pensamiento arcaico. Afortunadamente hay sevillanos que poco a poco empiezan a abrir los ojos ante este "grupito" de antisevillanos. Sí, antisevillanos, ya que sus postulados dañan a Sevilla mucho más que cualquiera que tenga una especial ojeriza con esta ciudad y sus tradiciones. 

La polémica superficial e inventada era que venía a predicar, en el Quinario del Gran Poder, Monseñor Joan-Enric Vives, Obispo de la Seo de Urgel y copríncipe de Andorra. El cual en alguna ocasión ha sido favorable a realizar un referéndum en Cataluña. Algo que no es delito civil, ni penal, ni contrario a ningún dogma de la Iglesia Católica. Es una opinión personal, política, como la que cada uno de nosotros podemos tener en este o cualquier otro tema. Podremos estar de acuerdo o no con ese planteamiento, pero de ahí a intentar boicotear a un sacerdote por sus ideas políticas, sean estas del color que sean, va un trecho. Porque en la histeria colectiva en la que entraron algunos se llegó a pedir eso, que no se fuera al culto, precisamente ellos, que de boquilla son muy de cultos, pero no se aplican para sí mismos ninguno de los valores de confraternidad que el catolicismo promueve. Personalmente me aterra mucho más cuando la Iglesia como institución apoya y fomenta regímenes de carácter totalitario, o escuchar a figuras eclesiásticas negar la vinculación de franquismo e Iglesia Católica.

Ser creyente no implica tener que ser de una opción más conservadora política, tampoco el ateo, por ejemplo, tiene porque ser de opciones más progresistas. Creencias religiosas e ideologías políticas son aspectos que están desvinculados en la mayor parte de países civilizados, pero aquí en España tenemos el terrible lastre que durante 40 años la educación que mucha gente "mamó" fue la de vincular creencia e ideología. Es tal el lastre, que Antonio Burgos se enerva porque haya curas que piden un referéndum, pero jamás escribió y se enervó porque hubiera curas pederastas, siendo este sí, uno de los peores delitos, ya que no es solo de una gravedad penal máxima, sino moralmente execrable, como seguro todos convendremos. Pensar que es más grave un cura independentista que pederasta ya deja muy a las claras en el nivel que están situados. 

Afortunadamente esta pamplina sólo fue promulgada por Antonio Burgos y algunos de sus lacayos. Tan valiente es el señor Burgos, que cuando escribió sobre el tema en su "Recuadro", lo hizo no solo obviando el nombre del Gran Poder, sino dando a entender que el sacerdote oficiaría en una hermandad de Vísperas. Aparte de la falta de respeto que demuestra en ese escrito con estas hermandades y el desconocimiento de la gigantesca labor que hacen, es sobrecogedor ver lo valiente que es para nombrar mil veces al Gran Poder cuando hay que escribir sobre las manos en los faroles, y lo timorato que es cuando se trata de criticar duramente, en ese caso mejor no nombrar a la Hermandad, y así, confundir al lector y "encenderlo" contras las hermandades de Vísperas y no contra el Gran Poder.



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