sábado, 23 de febrero de 2019

Quitando caretas

Esta semana las hermandades del Martes Santo han demostrado algo que mucho ya sabíamos: el mal llamado plan del Consejo no hay por donde cogerlo y es inviable técnicamente. Hay que felicitar, una vez más, a los ocho hermanos mayores, su informe es impecable en cuanto al fondo de la cuestión. Es encomiable la convicción que están poniendo en este tema, así como el intentar superar tanta presión que están recibiendo desde fuera. Estamos en febrero, mes de carnaval y caretas, algunos parece que se la están quitando descaradamente.

Uno lee perplejo ciertas informaciones y como se miente a sabiendas. Me da rabia ver como algunos periodistas venden su dignidad por cuatro pavías y dos croquetas. No puedo entender como hay "profesionales" que pueden firmar ciertos artículos, sólo porque después reciben los premios que otorga el Consejo o le dan en primicia los horarios de los planes. No comprendo como alguien que se le supone un carácter inquieto, incisivo y hasta trasgresor por la profesión que ha escogido, luego se convierte en un simple escribano del reino de San Gregorio.

La careta no solo se la han quitado algunos periodistas (si es que alguna vez disimularon algo con ella), también el delegado de Fiestas Mayores, un hombre que al principio de su mandato parecía cabal, pero cuatro años después es conocido por ser el dirigente que nos dijo que una pelea en la calle Arfe en 2017 provocó los altercados de la Madrugá desde el año 2000 hasta el 2017. Ahora ha dado el visto bueno a un plan que ni siquiera ha mirado. Su antecesor era más aficionado a los chicharrones de los Hermanos Morales que al trabajo, él parece haber seguido ese camino y tan ocupado está en las "combebencias" de hermandades que ha olvidado hacer su trabajo.

Está por ver si Palacio se quita también la careta. Hasta el momento lo que ha dicho es sensato, aunque demasiado políticamente correcto. Es normal que el arzobispo no quiera que haya peleas entre Consejo y hermandades, pero en este caso cada vez está más claro que lo que hay no es un disputa, sino un rencor personal del presidente hacia una jornada entera. No tiene argumentos, nunca los tuvo, pero ahora es una obviedad. Tratar igual a quien argumenta y a quien solo vela por sus intereses privados es injusto. Si encima Palacio al final diera la razón a Francisco Vélez, se desenmascararía ante la Sevilla cofrade y de pastor pasaría a cómplice de un acto contrario a ocho hermandades de la Semana Santa de Sevilla. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario