domingo, 3 de febrero de 2019

Querer no siempre es poder

En el artículo anterior vimos algunas de las deficiencias que tenía el plan del Martes Santo presentado por el Consejo. Es fácil intuir que si esa es su mejor propuesta (una que no es viable técnicamente), es que no hay ninguna que sea viable en el sentido Campana - catedral. Casualmente, ese fue el razonamiento al que llegaron las hermandades el año pasado, por eso decidieron cambiar el sentido de la carrera oficial. En alguna entrevista sus hermanos mayores lo han dicho, ellos también preferirían hacer el sentido tradicional, si fuera posible.

En un debate todo el mundo tiene derecho a opinar, faltaría más, pero no todas las argumentaciones deben tener la misma consideración. Me explico, si las hermandades del Martes Santo argumentan una y otra vez su plan de manera técnica, en materia de seguridad e incluso litúrgicamente, no puede equipararse a quien sólo argumenta con el gusto personal o por una tradición mal entendida. El único razonamiento que tienen los defensores del sentido "de toda la vida de Dios" es el gusto personal. Tanto litúrgicamente como en materia de seguridad, Asenjo y Cecop se pronunciaron el año pasado diciendo que no había problema por ir antes a catedral y luego a la Campana.

Cuando se encuentran acorralados argumentalmente, el Consejo y todos sus adláteres ideológicos repiten una y otra vez una frase: "sí las hermandades quieren (o andan), pueden cumplir cualquier plan". Esto es una falacia en sí mismo, ya que las hermandades no pueden transgredir las leyes de la física. Si una hermandad se encuentra a otra delante, no puede pasar. Si una hermandad tiene que ir por el Postigo con un Crucificado, no puede pasar sin bajar la cruz. Si una hermandad tiene un parón de hora y medio, puede que sea viable técnicamente, pero ¿es lo recomendable?

Siguiendo con el falaz argumento, deberíamos pensar que las hermandades del Martes Santo hasta 2017 tenían entradas tardías, grandes parones y retrasos porque querían. Imagino que los clásicos problemas que se repiten año tras año en el Domingo de Ramos, Lunes Santo, Madrugá, Miércoles Santo... es porque todas las hermandades quieren sufrirlos. Es obvio que esto no es así, lo sufren por tener una mala organización, basada en un argumento tan débil y peligroso como es el gusto personal.

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