martes, 30 de marzo de 2021

La primera vez

Situemos la escena: En los estertores del siglo XX un adolescente va a salir por primera vez como nazareno. Es ayudado por su madre para vestirse, porque una túnica de cola y un esparto son un mundo para la inexperiencia de un púber. Terminada la faena, beso maternal de despedida y a emprender la ida por el camino más corto. 200 metros más adelante... "¡Al Ladrón! Me intentan robar el capirote. ¡Ah, no, espera!, lo que ha pasado es que me he comido un árbol". Lección aprendida, cuando vas con capirote es importante ir vigilando los árboles, toldos de kiosco, marquesinas... Seguimos la marcha después de este incidente. Problema a la vista que no se había previsto. Por la calle Águilas está bajando ya San Esteban "¿Cómo cruzo ahora?", piensa. Bueno, parece que no hay mucha gente, una fila nada más. El nazareno llega, intenta pasar sin molestar mucho, pero ve que es imposible. Con un simple "Me deja paso, por favor" la cosa no debería ir a mayores, pero la señora al darse la vuelta no se esperaba a un "encapuchao", se asusta, pega un grito, origina un tumulto en la zona y la risa de los críos. Apurado, pero sonriendo por la cómica situación, nuestro imberbe cofrade sigue su marcha, llegando, por fin, al patio de la Escuela de Cristo.

Finaliza la misa, el nazareno vuelve y busca su tramo. Es fácil: tramo 1, junto a la puerta. Quedan cinco minutos para salir. El diputado ya ha revisado que todo está en orden: nada de relojes ni pulseras, calcetines con tonalidad adecuada y calzado que prescriben las reglas. "Hermanos de los tramos de Cristo, poneos el antifaz. Las puertas del templo se abrirán en cinco minutos", se escucha decir al alto diputado mayor de gobierno. Apresurado, nuestro protagonista obedece. "Vaya calor, a ver si abren pronto, que si no me voy a marear antes de salir". ¡Adelante cruz de guía! Empiezan sus primeros pasos como nazareno de Sevilla. Alivio, corre algo de brisa en Mateos Gago. Clac, clac, clac la madera de la rampa al ser pisada por el cortejo pone la banda sonora de la calle hasta que más tarde llegue el trío de capilla y posteriormente la Banda del Maestro Tejera.

Todo parece ir bien en estos primeros metros, concentrado para cuando el diputado de cruz mande alzar el cirio. Giro a Rodrigo Caro y llega otra adversidad. El reposacirio del esparto se parte. Sólo quedan seis horas de apoyar el cirio en el hueso de la cadera ¿Qué podría salir mal? Plaza de la Alianza, llena. Plaza del Triunfo igual, ahí llegan los recuerdos, es el sitio donde hasta ahora más veces ha visto la cofradía. Seguimos para adelante, Postigo. Bulla. "Nazareno, ¿Esta cuál es? ¿Los Estudiantes?" Silencio obvio por parte de él, cara de contrariedad que nadie puede ver y mirada al frente. Arfe, Castelar, Molviedro... el nazareno ve el Misterio de Jesús Despojado, ¡Qué recuerdos del Domingo de Ramos! Carlos Cañal, "Perdona, nazareno, esta es Los Estudiantes ¿no?" Mirada al frente.

En Méndez Núñez se acerca el diputado de tramo. "Hermano, recógete un poco el dobladillo del pantalón, que se ve". El diputado sostiene el cirio del nazareno y éste hace una extraña maniobra para agacharse. Quien por primera vez en su vida haya intentando agacharse con un esparto ancho puesto lo entenderá. Al ver la inexperiencia y los nervios del momento, el diputado de tramo opta de manera sensata por decirle "No te preocupes, hermano, yo te lo recojo". Buena decisión, porque el nazareno estuvo cerca de protagonizar una escena más propia de un sketch de Pepe Viyuela que de una estación de penitencia. 

Plaza de la Magdalena. Escucha decir a su lado "Niña, levántate que ya está aquí la cruz de guía del Calvario". En un alarde de originalidad alguien ha decidido que ya no era Los Estudiantes, sino que ahora eran El Calvario. Además afirmando. Toma ya. Genio. A nuestro protagonista le entran ganas de aplaudir, pero no puede, claro. Sigue adelante con su mirada al frente. Calle Tetuán, ¿Hace falta decir a qué olía en la calle? Además es hora punta en la freidora del Blanco Cerrillo. Es el momento de toda la jornada donde la palabra penitencia se hace más evidente. Al fondo escucha sones, es Tres Caídas de Triana. En teoría, a la hora que ellos llegaban, lo que debería estar ahí sería el Misterio de La Bofetá,  no el Nazareno de la Candelaria. Estamos ante el parón que ya le habían anunciado que sufriría. Todos los años pasa igual. Ninguna sorpresa.

Las piernas empiezan a pesar, la espalda a doler y a estas alturas el cirio se amolda ya incluso a la cadera. Se adentra en las vallas de la carrera "¿Nazareno, dame un caramelo?" Mirada al frente. Escucha decirle al padre: "No, hijo, los de negro son esaborios, no dan " Ole la educación buena que le damos a los niños desde que son chicos. Modo ironía on, obviamente. Pensaba el nazareno que la carrera oficial se le podría hacer más llevadera al ir justo detrás del palio del Dulce Nombre, pero la reiteración de peticiones de caramelos, cera y estampitas se multiplica en este kilómetro oficial. Unido a los abonados que ya dan por finalizada su jornada, se levantan y cruzan la cofradía con sus correspondientes empujones a los nazarenos. Algunos piensan que los que están detrás de un antifaz son robots que ni sufren ni padecen. Avenida de la Constitución, "Nazareno, ¿es Los Estudiantes?" En ese momento piensa ¿Este chaval desde qué hora llevará aquí? ¿No vio pasar ya al crucificado de Juan de Mesa? ¿Será familia del que estaba en la Magdalena esperando ver El Calvario? Mirada al frente. 

Paz. Llegamos a la catedral. Se acabaron los empujones y las peticiones varias. El director espiritual, don Pedro, reza a través de la megafonía del santo templo. Su voz pausada siempre ha transmitido serenidad al joven. Salimos a Virgen de los Reyes. ¡Capirote al vuelo! No, pero casi. El viento a esa hora de la noche es mayor en una plaza tan abierta. Además al salir de la catedral la diferencia hace que se note mucho más. Queda media hora nada más, pero ya la preocupación del capirote no abandonará al zagal.

Mateos Gago, ¿Os acordáis de la penitencia de la calle Tetuán?, pues dos horas después la debilidad del cuerpo es aún mayor. La gente que se toma las cervezas frías en primera fila no ayuda. Los nazarenos están haciendo de penitencia, pero no son de piedra. Ya queda poco. El diputado de cruz golpea el portón con la mano. La parroquia abre sus puertas de nuevo. Un último esfuerzo. Hasta llegar a las dependencias parroquiales hay que seguir igual. Guardando el orden, con el antifaz puesto y el cirio en la mano, aunque ya no al cuadril. A estas alturas de la noche la frente es un poema, al tener clavada la señal del capirote, producto del sudor y las horas. 

La cofradía entra, por fin puede ver al Cristo de las Misericordias y a la Virgen de los Dolores. Como cada año, algún candelabro del paso del Señor se ha perdido en el intento y la crestería del palio se ha dañado. La doble puerta de la parroquia hace sus estragos. ¡Ahí queó! Los costaleros salen del palio y se abrazan, última mirada a los titulares y a coger el camino de vuelta a casa. Cuando llega al hogar allí ya todo el mundo duerme, pero la madre, a modo de beso maternal de bienvenida, ha dejado preparada la sopa y la tortilla de papas. Acaba así el primer Martes de Santo de penitencia. Mañana dolerá todavía la frente, la cadera, los pies y hasta el último de los huesos de su cuerpo, pero habrá merecido la pena, por fin podrá decir que ha sido nazareno de Santa Cruz. 

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