domingo, 11 de noviembre de 2018

Los tres golpes de martillo


Cuando oímos los últimos sones de Tejera en la calle Feria, todo acaba. Cuando por la Magdalena la Virgen del Amparo recorre los últimos metros de su salida, todo acaba. Atrás quedaron las Auxiliadora, Pastora, Carmen, Rosario... todas y cada una de esas imágenes que conforman los meses letíficos de la ciudad mariana.

Acabó también todo cuando, por dos puentes diferentes, dos palios volvían a su sede. Uno de ellos lleno de Esperanza y seis siglos de devoción. Otro con Victoria coronada por Sevilla, justicia que ha llegado tarde, pero que ya ha llegado, por fin. Todo acabó cuando las dolorosas empezaron a vestir de luto. Mes de ritos ancestrales y recuerdos de lo que ya no volverá. 

Un rayo de sol entró en San Juan de la Palma en septiembre, en pocos días María Santísima de la Amargura bajará para para ofrecer su mano, leyenda de Susillo que nos une en noviembre - no podía ser otro mes - con el Cristo de las Mieles. Por cierto, ¡qué olvidado tiene Sevilla al maestro Susillo! Es allí, otra vez en la calle Feria, donde se da el primer golpe de llamador. Manolo Santiago y Rafael Díaz Palacios preparan ya a la cuadrilla bajo la mirada directa de Santa Ángela de la Cruz.

No tardará mucho en llegar el segundo golpe de martillo, puente de la Inmaculada. Sevilla bajará a un buen número de sus devociones. Como rescoldo de esos días, vendrán los días de las Esperanzas. La ciudad vestirá de celeste Inmaculado y verde Esperanza, esperando largas colas para estar unos segundos junto a ellas, una mirada o un beso que dura lo que un aldabonazo, pero que consuela por la eternidad.

Tercer golpe. Llegará cuando todavía estemos digiriendo las uvas. El 1 de enero es en la plaza de San Lorenzo donde hay que estar. La Sevilla cofrade tomará posición para alzar el paso y dar otra chicotá, una más de esa procesión que dice que la vida es una semana. El naranjo será el contraguía y su manera de recordarnos el "¡A esta es!" será abriendo el azahar. Ahí ya sí, el golpe definitivo es inminente. Todo habrá vuelto a empezar, o a acabar, según se mire.   

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