domingo, 14 de octubre de 2018

El afán lucrativo del Consejo

Si analizamos la información cofrade, veremos que el noventa por ciento de los grandes problemas tienen como origen la existencia de la carrera oficial. ¿Por qué no quitarla entonces?, seguramente la respuesta a esta pregunta es porque Sevilla no es una ciudad donde impere la sensatez, y en este caso, encima, prevalece la voracidad recaudatoria de hermandades y Consejo. Por eso soy consciente que jamás se va a eliminar la carrera oficial y a lo máximo que hay que aspirar es a buscar el recorrido menos malo.

El problema se agrava cuando a la insensatez y la voracidad recaudatoria se le une el egoísmo. Ahí es donde tenemos un bomba de relojería que ya ha estallado varias veces en los últimos 50 años y que volverá a hacerlo de nuevo, quizás la próxima vez con consecuencias más graves. Es desolador ver como pasan los años y siguen las peleas vacías de contenido. Los hermanos mayores y los miembros del Consejo se van sucediendo, pero como en realidad son un club privado de personas sin capacidad para solucionar problemas y con una misma idea, los problemas seguirán por los siglos de los siglos. Da igual las personas que ocupen los cargos, el asunto es que ninguno está cualificado.

En ese entorno de poca cordura es normal que los lunáticos se acerquen y vean razonable propuestas por el Paseo Colón o por la Avenida de la Palmera, ya puestos. El problema es que quieren más y más dinero y su espíritu cada vez se asemeja más al del señor Scrooge. Viven apartados de la realidad, sólo miran por sus intereses sociales, políticos y económicos. Obviamente les da igual la ciudad - y especialmente sus hermandades - por eso constantemente juegan con la imagen de la misma. Usan la Semana Santa para su codicia.

Si fueran honestos los miembros del club privado llamado Consejo de Hermandades y Cofradías, dirían la verdad, explicarían que buscan conseguir mayores ingresos y que la seguridad les da igual. Si esto último les importara, ya haría mucho tiempo que Sierpes no sería parte del recorrido oficial, por ejemplo. Buscan espacios anchos no para tener más vías de evacuación, sino para meter más sillas. La paradoja es que si llenas el Paseo Colón de sillas - aparte de ser inviable por ser artería principal de la ciudad -, estarás convirtiendo esa avenida en un sitio igual de inseguro. Esperemos que el Consejo alguna vez abra sus puertas a los cofrades cabales y con otras visiones de la Semana Santa, porque de momento las personas que allí están y han estado demuestran cada día ser unos incapaces a la hora de solucionar problemas serios. 

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