La
historia de los conventos de Sevilla y la Semana Santa siempre ha
estado unida. Sabemos que el origen de las hermandades ha sido
diverso, pero tanto las asociaciones gremiales como las órdenes
religiosas, que habitaban en los diferentes conventos, son dos de los
motivos más frecuentes en las fundaciones. Comenzamos hoy una serie
de cuatro artículos que nos acercará la vinculación tan estrecha
que ha habido desde siempre entre conventos y cofradías. Los
cenobios que vamos a ver tuvieron en su día tal importancia en la
vida cofrade de la ciudad, que aunque hoy en día no existen, sí que
podemos seguir viendo su impronta. Iniciamos la serie con el Convento
de San Francisco, Casa Grande de Sevilla.
Estado del convento en el siglo XIX. Foto: Universidad de Sevilla
-
Origen y elementos que permanecen
El
más importante en su época y podríamos decir que de la historia
conventual de Sevilla, fue el primero que se fundó intramuros. Su
origen data del siglo XIII cuando, poco después de la conquista de
Sevilla, el rey Fernando III otorgó ciertos favores a los
franciscanos debido a la ayuda que le habían prestado en la
conquista de la ciudad. Con este recinto firmó Bartolomé Esteban
Murillo su primer contrato importante (1644-1646), realizando un
ciclo de pinturas para el Claustro chico. La invasión francesa hizo
que Sevilla perdiera esas pinturas y hoy estén o desaparecidas o
distribuidas por otras ciudades del mundo. El convento estaba
emplazado en lo que actualmente es la Plaza Nueva, siendo demolido en
1840. Su derribo originó un nuevo espacio urbano, una plaza
rectangular (la actual tiene una fisonomía diferente de la que
surgió en aquel entonces).
San
Gil en éxtasis ante el papa Gregorio IX (Raleigh, North Carolina
Museum of Art, 1645-46).
A
nuestros días sólo nos han llegado dos restos del edificio: el
Oratorio de San Onofre, desde 1636 era la capilla donde se
encontraban las hermandades de Nuestra Señora de la Consolación y
de las Ánimas, y el Arquillo del ayuntamiento, que era la entrada
principal, la más suntuosa que tenía la Casa Grande. Junto a ésta
había otra puerta, de forma acodada, que era conocida como 'la de
Tintores' por estar cerca de la calle del mismo nombre, hoy esa calle
recibe el nombre de Joaquín Guichot.
Arquillo
del ayuntamiento. Foto: Blog “Conociendo Sevilla”
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Hermandades
desaparecidas
Este
convento fue residencia de varias hermandades y cofradías (“de
luz” y “de sangre”), corporaciones gremiales y asociaciones
piadosas en general, algunas de las cuales no han llegado hasta
nuestros días. Hay documentadas hasta 28 que tuvieron, en algún
momento, la Casa Grande como sede. Una de las que podemos destacar es
la Congregación de Jesucristo Coronado de Espinas y Nuestra Señora
de la Esperanza, conocida popularmente como “del Pecado Mortal” y
fundada el 22 de junio de 1687. Poco sabemos de esta congregación,
sólo que en su capilla se veneraba un Crucificado “muy
negro” y
que la Virgen estaba“hecha
su cabeza en piedra”. Posiblemente
esta última sea la que hoy se encuentra en el convento franciscano
de Lucena.
La finalidad de esta hermandad era el arrenpentimiento de los
pecadores.
Este
convento franciscano tiene una relación directa con una devoción
muy arraigada en los “agustinos”, el Cristo de Burgos o de San
Agustín. Los padres Agustinos extendieron esta devoción por sus
conventos, valiéndose de la fama del primitivo crucificado de su
convento de Burgos. La Sevilla de finales del siglo XIV y comienzos
del XV vive un fuerte impulso del culto a la Pasión de Cristo,
destacando la veneración que se le profesaba al Cristo de San
Agustín del Convento de San Agustín. Hoy en día titular de San
Roque, aunque el primitivo se perdió en los incendios de 1936. En
1522 un grupo de burgaleses funda una hermandad para dar culto a la
Inmaculada Concepción, para cuyo fin consagran una capilla en el
Convento de San Francisco. Llegaron a tener dos imágenes de la
Inmaculada y una con la advocación del Santo Cristo de Burgos, por
su origen esta corporación era conocida popularmente como “de los
Burgaleses”. La capilla contaba con tres altares, en los dos
laterales se venera al Cristo de Burgos y a María Santísima de la
Concepción, y en el centro estaba una imagen de la Inmaculada (hoy
la podemos ver la Iglesia carmelita del Santo Ángel).
También
residió desde finales del siglo XVI la Hermandad de San Eloy, creada
en el hospital del mismo nombre, situado en la calle que hoy recuerda
al santo. Estuvo en la Casa Grande antes de irse a la parroquia de
Santa Cruz duramente la invasión francesa. Es allí donde ahora
vemos la imagen del santo que era titular de esta corporación
gremial de plateros. Ocupaban la capilla colateral al ábside, en la
nave de la Epístola.
San
Eloy en la parroquia de Santa Cruz. Foto: Leyendas de Sevilla
En
diciembre de 1594 empiezan los trámites para que los portugueses
establecidos en Sevilla pudieran tener un centro religioso en el
convento. Esto dio como resultado que la comunidad franciscana cede a
la nación portuguesa un espacio para que éstos tuvieran capilla
propia. Los cultos y actividades de la capilla de San Antonio de los
Portugueses comenzaron a celebrarse a partir de 1606.
-
Hermandades
actuales que estuvieron en la Casa Grande
De
las hermandades que actualmente siguen existiendo, y tuvieron
relación con este convento, podemos nombrar a la Hermandad de los
Sastres, una de las corporaciones de Sevilla que tiene una
idiosincrasia más peculiar. Algunos autores atribuyen la fundación
de esta hermandad al mismísimo rey San Fernando. Llegó al convento
de San Francisco a finales del siglo XVI, al igual que pasó con la
Hermandad de San Eloy, motivado por la reducción de hospitales. La
capilla que ocupaba la hermandad fue una cesión de Francisco
Fernández de Santillán, Caballero Veinticuatro de Sevilla, mediante
escritura otorgada el 11 de diciembre de 1601. En 1681, el 16 de
octubre, la Hermandad de los Sastres la adquiere en propiedad. El
nieto de Fernández de Santillán explica la venta aduciendo “que
la dicha hermandad tiene mucho deseo de quedarse en la dicha capilla
y yo me hallo con algunos ahogos”.
Permaneció allí hasta el derribo del edificio en 1840, fue entonces
cuando se trasladó a su actual sede de San Ildefonso.
La
hermandad de Vera Cruz se funda el 9 de mayo de 1448 en el Convento
Casa Grande de San Francisco. Es la más antigua de todas las que se
tiene constancia que estuvieron en el convento. Pertenecían a ella
los Caballeros Veinticuatro de Sevilla (gobierno parecido a lo que
hoy podrían ser los concejales) y el Rey Felipe II fue hermano de la
misma, de cuya vinculación ostenta el título de Real. A lo largo de
la historia la hermandad tuvo varias capillas dentro de la Casa
Grande, según nos narran los documentos, pero la capilla donde más
tiempo estuvo “era
como una segunda iglesia”,
además disponía de otras dependencias de uso exclusivo. Dado que
fue de las corporaciones más potentes de la época, poseía un
patrimonio artístico – tanto pictórico como escultórico – muy
importante. Casi todo él se perdió durante la invasión francesa.
La hermandad mantiene no sólo al titular de esa época, sino también
el carácter de la Orden, cada Lunes Santo podemos ver, por ejemplo,
como su hábito lleva el cordón franciscano con los tres nudos, los
cuales simbolizan la obediencia, la pobreza y la castidad. También
en el cortejo procesiona una insignia que recuerda la fecha
fundacional de 1448.
Fuentes bibliográficas
- Burgos, Antonio (23 de agosto de 1979). La Hermandad del Pecado Mortal. ABC de Sevilla, pg 7.
- Del Castillo Utrilla, María José (1988). El Convento de San Francisco, Casa Grande de Sevilla. Arte Hispalense. Diputación de Sevilla.
- Sánchez Herrero, José y Roda Peña, José (2002). Crucificados de Sevilla. Ediciones Tartessos.
- Haldón Reina, José Francisco (Noviembre 2009). Aproximación histórico-artística a la antigua Hermandad de Nuestra Señora de los Reyes del gremio de sastres. X Simposio sobre Hermandades de Sevilla y su provincia. Fundación Cruzcampo.
- Rodríguez Babío, Antonio (4 a 10 de marzo de 2018). Los Murillo del claustro del Convento de San Francisco. Iglesia en Sevilla. Nº 148, pg. 16
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