domingo, 26 de enero de 2020

Ni transgresión ni ofensa

Esta semana hemos tenido una de esas polémicas que siendo siempre distinta son siempre lo mismo. Se trata del famoso cartel del artista Miguel Álvarez. Una obra que ha ofendido a una parte del mundo cofrade. Sinceramente, es todo muy previsible, puedo entender que haya quien no le guste e incluso que haya quien se sienta ofendido por ello, pero vamos bajarla al suelo, si siempre te molesta todo lo que se sale de unos cánones ultraortodoxos, ¿quién tiene la culpa: el mundo o tú?

En el debate que se ha abierto creo que no se han tenido en cuenta todos los puntos de vista. En una ciudad binaria, como es Sevilla, parece que la obra tiene que ser definida como transgresora o como provocadora. En mi opinión, no es ni lo uno ni lo otro. Transgresora no es, porque para ello tendría que tener componentes de originalidad únicos - que no los tiene - o algún tipo de reivindicación o denuncia social, algo de lo que también carece. Provocadora tampoco es, porque para ello es condición imprescindible que el autor tenga esa intención, algo que en este caso ha manifestado públicamente que no es así.

Miguel Álvarez diseñó este cartel para una festival de música y quería darle un toque andaluz y sevillano. Acercar un icono de la ciudad a los más jóvenes. Repito, ni transgresor ni provocador, sino más bien una idea artística cuyo fondo es mucho más simple que toda la polvareda que ha montado. Suele equivocarse mucho, en estos asuntos, el tema del gusto. Hay quien confunde lo que no le gusta a él o ella con lo que le ofende. Algo puede no gustarte y no por ello tiene que ofenderte. Seamos sensatos.  

El grupo de cofrades que más ofendidos se han sentido son los que viven (o quiere vivir) en su burbuja. Quieren que el mundo sea su mundo. Que sus sentimientos sean los únicos en el universo. Que su visión de las cosas sea la única admitida. O lo ves como yo lo veo o estás equivocado, ésa es su bandera. Evidentemente, con esa manera de pensar es normal que salgan a ofensa por día. La vida es pluralidad y diversidad, afortunadamente. Nada, absolutamente nada, tiene sólo una visión. Tanto es así que se da una paradoja, los cofrades hispalenses que ven esto como una ofensa contra la virgen, se convierten en provocadores cuando gritan "¡Guapa!" a una dolorosa o hacen alegres coreografías con misterios sagrados. Provocadores a ojos de un cofrade burgalés que quiera vivir encerrado en su burbuja y se ofenda, obviamente. 

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