domingo, 17 de marzo de 2019

Los enemigos de la Semana Santa

"Los dos enemigos natos de la Semana Santa son el cardenal y el gobernador, el representante de la Iglesia y del Estado. El buen capillita se pasa la vida hablando mal de ellos y protestando contra sus decisiones. Claro está que, como el cofrade es por principio hombre religioso y ciudadano pacífico, no puede ponerse abiertamente en lucha con los representantes de la Iglesia y el Estado, pero en realidad, su obra, las cofradías, se ha ido haciendo a espaldas de ambos, y muchas veces a su pesar".

Este extracto pertenece a uno de los reportajes que escribió Manuel Chaves Nogales en la revista "Ahora" (1935). Reflejaba la Semana Santa de su época, pero también la Semana Santa de siglos atrás y la del XXI. Si algo es esencia inquebrantable en el mundo cofrade, es lo que expresa ese párrafo. Sin ir más lejos, esta semana hemos vivido el enésimo capítulo de cómo la Iglesia interfiere contra los intereses de los cofrades. El asunto de la salida procesional del Cristo de los Desamparados no es más que eso. Para este baculazo Juan José Asenjo ha contado con una ayuda, la del gobernador, que en esta época encarna Juan Carlos Cabrera. No hay razón objetiva para que Palacio y Cecop estuvieran en contra de esa salida.

Por un lado, el Ayuntamiento debe tratar igual a toda procesión, ya sea asociación civil, de Gloria o de vísperas. Su misión es velar por la seguridad y viabilidad de la procesión, no debe entrar en la lucha de egos clericales. Si no pone problemas en la procesión de la La Corona, ¿por qué sí en la del Santo Ángel? Si Consejo y Arzobispado estuvieran de acuerdo con la procesión carmelita ¿habría salido el delegado de Fiestas poniendo impedimentos? Sería grave que la contestación a esta pregunta fuera "No". 

Por otro lado, la entente cordial de Paco Vélez y Palacio, que parecen cada vez más lo mismo. "Tú me ayudas en lo del Martes Santo y yo te ayudo en lo de ir contra Juan Dobado y la Orden del Carmen", ese imagino que fue el pacto al que llegaron hace tiempo. No parece lógico que a una organización, como la carmelita, con cuatro siglos de historia a sus espaldas y una labor más que visible y reconocible, se le tenga que exigir ahora un periodo de formación de ningún tipo. Desde este humilde rincón cibernético siempre he defendido - y seguiré defendiendo - a las asociaciones civiles, creo que una cofradía en la calle nunca hace daño a nadie. También he dicho, cuando el tema de debate eran las asociaciones, que lo que de verdad molestaba a la Iglesia era la cofradía en sí, no su carácter civil. Lo ocurrido esta semana considero que me da la razón, ya no se puede alegar ese carácter civil de la asociación, pero la cofradía sigue molestando lo mismo. 

Si de verdad las normas se ejercen con un fondo espiritual y no vengativo ¿por qué no se dijo al principio del proceso? ¿por qué se ha permitido la compra de un paso, la contratación de una banda, la realización de un cartel, una serie de ensayos...? ¿por qué se ha esperado hasta última hora? La respuesta a estas preguntas es bien sencilla: porque el cardenal y el gobernador han vuelto a ejercer su papel de enemigos natos de la Semana Santa. 

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